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Periódico / LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

Lunes 25 de julio de 2011

UN COMENTARIO SOBRE EL MARXISMO Y LAS LIBERTADES FORMALES DE LA DEMOCRACIA BURGUESA

¿Por qué es tan importante la defensa de las “libertades democráticas”?

Por Mario López


A primera vista no pareciera haber necesidad, entre la izquierda, entre el movimiento obrero y popular, de discutir sobre la importancia de la defensa de las llamadas libertades democráticas. Quizás estando en otro país, sería más sencilla la cuestión, pero estamos en la Venezuela de hoy, cuyo régimen expresa un proyecto con aspiraciones nacionalistas en un país semicolonial, con una política de regateo con el capital imperialista que lo lleva a conflictos con este y con el grueso de la clase dominante nacional, que ha naturalizado la dominación imperialista y se encuentra estructurada alrededor de un esquema de subordinación económica y política sin regateos de ningún tipo. Por esto, aún cuando este gobierno mantiene en pie lo fundamental de la condición capitalista y semicolonial del país, garantizando los intereses económicos de las clases dominantes, estas no lo consideran su gobierno, llegando incluso e desarrollar intentos reaccionarios para sacarlo del poder por vías de fuerza (golpe de Estado de 2002 y paro patronal-petrolero de 2002/2003). Y por si fuera poco, el gobierno dice que está haciendo una “revolución” y hasta se autoproclama “socialista”. El gobierno pues, se proclama como aliado de las clases explotadas y pobres, y de hecho es percibido así por amplios sectores de masas.

¿Qué relación tiene todo esto con el asunto de las libertades democráticas? Que para llevar adelante su proyecto, el chavismo adquiere rasgos bonapartistas, proponiendo un Estado fuerte para “encarrilar” al conjunto de las clases hacia el objetivo de “desarrollo nacional”, articulando a su vez al Estado alrededor de una gran concentración de poderes en la figura presidencial, apoyado en el amplio apoyo de masas. Esto lo lleva a buscar que el Estado, y el Poder Ejecutivo en particular, tengan cada vez más mayores niveles de control sobre el conjunto de las clases sociales en pugna, lo que implica una progresiva restricción de las libertades democráticas, libertades como las de manifestación, huelgas, organización sindical, difusión de ideas, y hasta de asociación política. El gobierno lo hace en nombre de la fuerte pugna con la oposición burguesa y argumenta que se trata de “defenderse de la conspiración y el golpismo”, o de la “injerencia imperialista”, y a su vez, la oposición burguesa, por supuesto, resiente y denuncia esta política “autoritaria” del gobierno nacional. La izquierda subordinada a Chávez asume en buena medida esta lógica gubernamental, y cuando no, se cuida de no denunciar y combatir abiertamente esta política, temerosa de “caer en el mismo discurso de la oposición” burguesa que denuncia el “autoritarismo” de Chávez. Algunos llegarán a decir, con una lógica supuestamente “marxista”, que “la revolución”, para defenderse, no debe hacer culto a estas “libertades burguesas”.

En primer lugar, en nuestro país no hay ninguna revolución ni el gobierno es un gobierno revolucionario anticapitalista. En segundo lugar, la verdad es que esta actitud dócil de sectores de la izquierda ante la arremetida gubernamental contra libertades democráticas elementales, es una capitulación casi total, pues es incapaz de defender derechos elementales de la clase obrera y el pueblo, dejándole además el camino a la demagogia de la oposición burguesa –que aparece casi como la exclusiva defensora de los derechos democráticos–, y desde una posición marxista revolucionaria, es profundamente incorrecta.

Desde la perspectiva de los intereses de las clases explotadas y oprimidas, ninguna pugna contra sectores reaccionarios de las clases dominantes puede llevarnos a justificar que el Estado burgués recorte las libertades de los explotados y el pueblo pobre. En una sociedad dividida en clases, basada en la explotación y dominación sobre las mayorías trabajadoras, donde el Estado es el principal instrumento político de ese orden social, cualquier restricción de las libertades democráticas caerá con seguridad mucho más fuerte sobre las masas explotadas que sobre los facciones de las clases dominantes que circunstancialmente estén en la oposición. Hoy bastaría con constatar que mientras hay miles de luchadores obreros, campesinos, populares o indígenas procesados judicialmente (incluyendo la prisión temporal de dirigentes obreros e indígenas), no hay un solo capitalista ni terrateniente enjuiciado, mucho menos en prisión.

Y es que si, de acuerdo con el marxismo, la democracia capitalista es “la mejor envoltura de la dictadura del capital” (Lenin), de ninguna manera eso implica de parte de los revolucionarios y de la clase obrera una indiferencia hacia las libertades democráticas de la sociedad burguesa. La “democracia” capitalista, ciertamente, no es capaz de dar a las masas explotadas y oprimidas más que “libertades” e “igualdades” formales, en el sentido que tales derechos en el plano político no impugnan en modo alguno la persistencia de la mayor desigualdad y dictadura social que implica la explotación capitalista en el plano económico.; De hecho, una cuestión elemental como la libertad de expresión es una farsa porque las masas trabajadoras no tienen en su manos los medios materiales para hacerla realidad, las imprentas, el papel, la radio, la televisión, y en general, las tecnologías y los recursos de difusión masiva de ideas los concentra la burguesía y su Estado. Más aún, cuando la lucha de las clases explotadas pone en riesgo el orden burgués, las clases dominantes no dudan en pasar a gobernar directamente con mano de hierro, prescindiendo de la envoltura democrática. Pero, precisamente por esto, si ya la democracia burguesa es en buena medida una farsa, porque mantiene la explotación, las libertades democráticas bajo este orden de explotación son preciosas conquistas que deben ser defendidas muy celosamente: mientras vivamos en esta sociedad de explotación, la libertad de organización, de manifestación, de hacer huelgas y de organizarse políticamente, de difundir nuestra propia prensa e ideas, son un importante punto de apoyo para organizar nuestra lucha de clase.

Debe tenerse claro entonces que “la democracia burguesa es útil para el proletariado sólo en cuanto le abre el camino al desarrollo de la lucha de clases” (Trotsky), pero así también que “Tanto la experiencia histórica como teórica prueban que cualquier restricción de la democracia en la sociedad burguesa, es, en último análisis, invariablemente dirigida contra el proletariado”. Por tanto, cualquier “dirigente” obrero o “revolucionario” que respalde el fortalecimiento de las capacidades represivas del Estado burgués es simplemente un traidor.

En resumen, sin hacer de estas libertades democráticas un fetiche, sin creernos el cuento de que son la verdadera realización de la “igualdad” y la “libertad”, es un deber ineludible de toda la clase trabajadora, de todos los sectores explotados, y de toda organización revolucionaria, oponerse a la restricción de las libertades democráticas por parte del Estado burgués y sus gobiernos, al tiempo que nos preparamos para la hora en que el levantamiento generalizado de los explotados abra camino a la más amplia y verdadera democracia social, un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo pobre, sin propiedad capitalista ni explotación.





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