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Periódico / Mujer

Jueves 5 de marzo de 2009

Mujer

8 de marzo: Día internacional de la mujer trabajadora

Por Tatiana Malaver


El 8 de marzo es reconocido mundialmente como el Día Internacional de la Mujer, y han sido completamente diversas y hasta opuestas las formas en que este día ha sido asumido. Y es que, a diferencia de como se lo publicita por los medios burgueses, este día, más que un homenaje a la tradicional figura de la mujer, es un día que remite a episodios de lucha en el que las mujeres arriesgaron sus vidas para enfrentarse al monstruo capitalista. El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que es como en realidad se define, surgió como un homenaje a todas aquellas mujeres proletarias que arriesgaron sus vidas por hacer cumplir sus demandas, luego de que Clara Zetkin, miembra de la Segunda Internacional, propusiera en 1910, en la Segunda Conferencia Mundial de Mujeres, su conmemoración.

Detrás del 8 de marzo, hay toda una historia de luchas y de revoluciones. El 8 de marzo de 1857, en Nueva York, una huelga protagonizada por obreras del sector textil que exigía la reducción de la jornada laboral, fue fuertemente reprimida, dejando un saldo de 130 mujeres quemadas vivas. Diez años después en el mes de marzo, obreras planchadoras de cuello emprendieron una huelga en Nueva York, exigiendo aumento de salarios. Luego de varios meses, tuvieron que regresar al trabajo sin haber obtenido sus demandas.

En 1909 se realiza la gran huelga de las obreras de la Compañía de Blusas Triangle en la ciudad de Nueva York. En marzo de 1911, luego de que en 1910 tuvieran que regresar a su trabajo, 139 de ellas fueron quemadas dentro de la fábrica.

En marzo de 1917, en plena Guerra Mundial, la Revolución Rusa tiene su punto de inicio en una gran manifestación de mujeres conmemorando el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para exigir el pan y la paz.

En Venezuela el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el 8 de marzo de 1944, bajo la presidencia del General Medina Angarita, con un mitin en el Teatro Nacional organizado por mujeres de todo el país. Ese mismo año, las mujeres venezolanas conquistaron el derecho parcial al voto.

¿Cuál es la situación de la mujer venezolana hoy?

En estos últimos años, se ha generado toda una política de propaganda sobre Venezuela en la que se la coloca como referencia en cuanto a la reivindicación de la mujer: se aprobó una Constitución con lenguaje no sexista, se le dio carácter constitucional al derecho de las mujeres trabajadoras del hogar a recibir seguridad social y jubilación, se aprobó el año pasado la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se aprobó la paridad entre hombres y mujeres para los cargos de representación política, se creó el Ministerio de Estado para los Asuntos de la Mujer, etc. Todas estas conquistas tienen, sin embargo, un carácter formal y con alcances limitados para la real emancipación de la mujer.

De acuerdo a los datos ofrecidos por el INE para el primer semestre del año 2008, del total de mujeres mayores de 15 años, solo el 50% se considera población económicamente activa, mientras que un 30% se dedica a los “quehaceres del hogar”. Por el contrario, en el caso de los hombres mayores de 15 años, un 80% de ellos es considerado población económicamente activa, y solo un 0.6% se dedica a los “quehaceres del hogar”. No debemos dejar de denunciar el hecho de que para el Estado, más allá de su “reconocimiento” retórico al trabajo del hogar como trabajo productivo, el mismo es considerado en las estadísticas como actividad “inactiva”, legitimando la esclavitud doméstica. Respecto al trabajo doméstico, sigue persistiendo una división social del trabajo, descargando fundamentalmente en las mujeres el trabajo del hogar. Del total de familias venezolanas, el 62% de ellas está en manos de mujeres solas.

Aun cuando ha habido una fuerte campaña por la erradicación de la violencia hacia la mujer y se ha aprobado la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, los casos de muertes y de abusos por este motivo siguen siendo numerosos. Según cifras recopiladas por organizaciones nacionales de mujeres, cada 15 minutos una mujer sufre abusos a manos de su pareja o ex pareja. Solamente en Caracas, muere una mujer cada 10 días por violencia de género. El problema quizás se deba al hecho de que una de las razones fundamentales que operan a favor de estas prácticas de violencia doméstica sigue sin tocarse, y es el que tiene que ver con la dependencia económica que muchas mujeres siguen teniendo con sus parejas.

Todavía hoy el derecho a la seguridad social y a la jubilación de las mujeres trabajadoras del hogar no deja de ser letra muerta. Hasta ahora, sólo se ha impulsado la Misión Madres del Barrio, que beneficia a unas pocas madres (las más depauperadas) con una subvención o ayuda menor al salario mínimo, política que expresa el no reconocimiento del trabajo del hogar como trabajo productivo.

Mientras formalmente se garantiza la paridad entre hombres y mujeres en los cargos de elección popular, la representatividad de la mujer en ellos no implica ni garantiza en lo más mínimo el que se defiendan los derechos y exigencias de las mujeres. Muy por el contrario, representantes del gobierno elegidas por el voto popular terminan defendiendo los intereses del establishment, poniéndose del lado de la derecha conservadora y oponiéndose con fuerza a todo intento de la mujer por conquistar demandas fundamentales como por ejemplo el derecho a decidir sobre el propio cuerpo. No debemos olvidar cómo fue la diputada Iris Varela quien se opuso ferozmente a la discusión en la Asamblea Nacional sobre la despenalización del aborto, haciéndose cómplice de la derecha conservadora. El argumento de algunos/as tras bastidores: “se perderían lo votos de la comunidad evangélica, mayoritariamente chavista”; el argumento público: “el aborto es un acto criminal, el derecho a la vida es inalienable”. Mientras tanto, año tras año son miles las mujeres que siguen muriendo producto de abortos practicados de forma insegura.

Al contrario de lo que muchas mujeres y algunas feministas pensaron, la conformación del Ministerio del Estado para los Asuntos de la Mujer no fue más que la cooptación de un sector de feministas por parte del Estado. Es notable cómo si antes se mencionaba poco, ahora ya ni se menciona la consigna por la despenalización o la legalización del aborto, una de las demandas centrales de las mujeres en su lucha por sus derechos y reivindicaciones. El Ministerio de Asuntos de la Mujer, que según su retórica debería enarbolar y levantar esta bandera, hasta ahora nada ha dicho ni se ha pronunciado al respecto. Ni siquiera es capaz de proponer la discusión a favor del aborto en casos de violación o de incesto. Lo mismo ocurre con los distintos frentes de mujeres y feministas que se encuentran alrededor del gobierno. Si este ministerio se encarga de los asuntos de la mujer, ¿cómo es que no se pronuncia ni se inmuta por la gran cantidad de mujeres pobres que siguen muriendo por abortos clandestinos? Qué indolencia la de este ministerio al que parece no importarle estas muertes.

Y si nos vamos a los procesos de lucha de la mujer trabajadora en Venezuela, el panorama no deja de mostrar los grandes límites de la política oficial y, más aún, su completa demagogia. En el año 2005, las trabajadoras de la fábrica Sel-Fex, creyendo sinceramente en que el gobierno sería consecuente con la frase que una vez repitiera Chávez sobre “fábrica cerrada, fábrica tomada”, ocuparon la fábrica exigiendo a los patrones el derecho a preservar sus fuentes de trabajo y sus derechos laborales. Esperando a que el Estado tomara la decisión a su favor y les permitiera poner a producir bajo control obrero la fábrica, todavía hoy la fábrica se encuentra paralizada y estas trabajadoras siguen sin tener respuesta satisfactoria.

El año pasado, las trabajadoras de la fábrica Fundimeca, ubicada en Valencia, lograron arrancarle al patrón un contrato superior al que este esperaba. En respuesta, el patrón ejecutó 49 calificaciones de despido. Ante esto, varias trabajadoras solicitaron ante la Inspectoría del Trabajo su reenganche, y nueve de ellas lo ganaron en el mes de julio. Este reenganche fue desconocido por la patronal y, ante el atropello, las trabajadoras decidieron tomar los portones de la fábrica exigiendo que fuese respetada la medida. El resultado: la dirigente principal herida de bala a manos de sicarios motorizados pagados por el patrón y varias detenciones a los pocos días en la cárcel de Tocuyito y como presos comunes a dirigentes sindicales que ahora se encuentran bajo régimen de presentación por el delito de atentar contra la propiedad privada. Y es que “a la hora de las chiquitas”, cuando la pugna entre los intereses de clase se hace manifiesta, la preservación del interés de la burguesía prevalece y el de los trabajadores y trabajadoras es golpeado.

Hoy, cuando mayores luchas duras y calamidades esperan a la clase trabajadora y las familias pobres, como efectos de la gran crisis de la economía capitalista, es necesario dar lucha por una perspectiva independiente de las luchas de la mujer trabajadora y pobre de nuestro país. La lucha por nuestras demandas debe hacerse desde la trinchera de clase de las explotadas y explotados y con nuestros propios métodos, pues cualquier reivindicación seria, como el derecho a la interrupción del embarazo, la existencia de guarderías, comedores y lavanderos públicos sostenidos por el Estado y los capitalistas, para comenzar a liberarnos de la esclavitud doméstica, debe ser arrancada mediante la lucha al Estado y las patronales de este país; más aún, la lucha contra el aumento de los alimentos y la carestía de la vida en nuestros hogares, que como vimos son llevados en su mayoría por mujeres solas, por salarios dignos, por casa y techo propio decente, etcétera, fundamentales para nosotras, son luchas comunes al conjunto de la clase obrera y el pueblo pobre. Por eso, el camino debe ser el de la más amplia unidad en la lucha, por nuestros demandas como mujer y como mujeres trabajadoras, junto con nuestros compañeros de clase varones, a la vez que bregamos para que el conjunto de la clase trabajadora tome también en sus manos nuestras demandas propias.

Ante tanta demagogia oficial y tanta postración de la mayoría de las “organizaciones de mujeres” –unas ante la oposición burguesa de derecha y otras ante el gobierno del “socialismo” con empresarios–, debe abrirse paso una corriente de mujeres digna heredera de la tradición de lucha por la emancipación femenina y por la liberación social de la clase trabajadora que dió origen a la conmemoración del día de la mujer.





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