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Comunicados, volantes y declaraciones
Jueves 11 de octubre de 2012 PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA PROTESTA DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD DABATE: ¿Los gendarmes y prefectos son parte de la clase obrera? La Verdad Obrera, periódico del PTS (organización hermana de la LTS en Argentina) El motín de prefectos y gendarmes reavivó una vieja polémica sobre la sindicalización de las fuerzas de seguridad. Incluso, franjas de trabajadores vieron con cierta simpatía el “reclamo salarial” y el “rechazo al ajuste” de los agentes de las Fuerzas de Seguridad. Christian Castillo responde preguntas sobre este conflicto que cruzó la realidad nacional. 1) Sectores de trabajadores creen que como los gendarmes y prefectos cobran un salario, su reclamo sería como el de cualquier obrero. ¿Por qué el PTS rechaza este planteo? Porque su papel, como parte del aparato represivo del Estado capitalista, está por encima de su condición de asalariados. Ellos cobran un salario por, entre otras funciones, desalojar a los obreros cuando cortan una ruta, o por espiar a las organizaciones obreras y populares como hicieron los gendarmes con el “Proyecto X”. Las instituciones a las que pertenecen tienen como fin la defensa de este orden en el cual un puñado de propietarios capitalistas vive de la explotación de la mayoría trabajadora. Son entrenados y formados en una ideología y una disciplina que justifica el empleo de la fuerza contra los que se rebelan. No se escuchó ni un testimonio de prefectos y gendarmes en el cual cuestionasen su papel de represores. Al contrario, sobraron las declaraciones diciendo “no somos piqueteros”. A Vilma Ripoll, cuando fue a apoyarlos, le gritaron “andate zurda”. En medio del conflicto, los gendarmes no dudaron en impedir que manifestantes de ATE cortaran la autopista a Ezeiza. Por eso, más allá de su origen social y de cobrar un salario, los que protestan, al igual que los miembros de las distintas fuerzas policiales, no son integrantes de la clase obrera, ni de sus aliados, sino parte del aparato represivo. 2) ¿A qué atribuís ese “sentido común” erróneo de concebirlos como parte de la clase trabajadora? La raíz de todo son las ideas de conciliación de clases, como las que el peronismo introdujo en la clase trabajadora. En primer lugar, creando un movimiento donde coexistían los sindicatos con los militares “patrióticos” y los representantes de la burguesía “nacional”. Hoy la centroizquierda, y hasta sectores de izquierda, alientan la idea de que gendarmes y prefectos tienen intereses comunes con los trabajadores, aunque parten de otros argumentos. La simpatía con el reclamo la podemos entender en un trabajador que ve que Cristina y los gobiernos provinciales hacen ajustes y ponen topes salariales, pero de ninguna manera puede justificarse en corrientes de la izquierda que se dicen marxistas. Más aun, esa posición es incompatible con la experiencia de los sectores más conscientes de la clase trabajadora. Por ejemplo, ¿se imaginan a los delegados de Kraft, procesados por el espionaje del “Proyecto X”, apoyar a quienes los incriminan como delincuentes por ser luchadores obreros? Mejorar las “condiciones de trabajo” de los gendarmes y prefectos, su moral y su equipamiento es hacerlo con una institución de represión contra la clase trabajadora. Los maestros de marxismo revolucionario dejaron bien en claro que los trabajadores no deben ilusionarse con que los miembros de instituciones represivas se pasarán, sin existir una situación revolucionaria, del lado de los trabajadores por ser reclutados entre los sectores populares o por tener reclamos salariales parecidos a los suyos. La historia del movimiento obrero internacional está plagada de ejemplos. En la Alemania de los años ‘30, la socialdemocracia y el Partido Comunista tenían la ilusión de que los miles de obreros que tenían una filiación socialdemócrata y que habían entrado a la policía como salida a la desocupación y la miseria, iban a poder detener el ascenso de Hitler y el nazismo. Enorme error. Las instituciones policiales tenían miles de vínculos con los nazis. Los policías, al igual que gendarmes y prefectos, están obligados por la disciplina de cuerpo de esta institución a cumplir la función de defensa del capital contra los obreros. Viven de eso. 3) La CCC-PCR e Izquierda Socialista sostienen que para quitarles poder de fuego hay que apoyar sus reclamos para que se “rompa la cadena de mandos”. Promueven sindicatos de policías y fuerzas de seguridad. ¿Cuál es la posición del PTS? Discutir si se sindicalizan o no, no es nuestro problema. Es como si discutiéramos si las corporaciones patronales cómo la UIA o la Sociedad Rural deben tener tal o cual estatuto o como deben organizarse. Es un problema de ellos. Por otra parte, está demostrado que en países en los que existen sindicatos policiales esto no impide la represión a los trabajadores en lucha. Europa es un ejemplo de ello. Hay sindicatos de policías en Francia, y sin embargo son la principal herramienta del Estado patronal para enfrentar a las manifestaciones obreras contra los ajustes, y reprimir a los jóvenes pobres e inmigrantes que se rebelan contra sus miserables condiciones de vida. No es casual que De Gennaro, que comulga con la patronal de la Federación Agraria sojera, e incluso diputados K del FPV como Toniolli promuevan leyes para sindicalizar a la policía y al personal del servicio penitenciario. Es una idea reaccionaria que supone la posibilidad de convivencia pacífica de la clase trabajadora con las instituciones de represión, cuyos miembros son profesionales y cumplen la función de defender las desigualdades de clase de la sociedad capitalista. Y lo hacen a sangre y fuego cuando está amenazada la propiedad privada de los medios de producción. Otra cosa es si estuviésemos hablando de un ejército de conscriptos, reclutados en masa de las clases explotadas, como suele suceder durante las guerras, donde es preciso levantar un programa que tome las reivindicaciones económicas y políticas de la tropa. Lo que hay que tener claro es que la función de los revolucionarios no es mejorar el Estado capitalista sino terminar por medios revolucionarios con este régimen político y social y reemplazarlo por un gobierno de trabajadores basado en organismos de autodeterminación de la clase obrera y el pueblo explotado y sus milicias. 4) La suboficialidad y la tropa están plagadas de miembros que provienen del pueblo pobre y de las clases medias bajas. ¿Cómo se resuelve esta contradicción entre una institución burguesa y una base de extracción popular? Estas instituciones represivas no tienen otra alternativa que reclutar a sus miembros inferiores en las clases populares. Es obvio, los dueños de los medios de producción y las clases altas son una pequeña minoría de la sociedad, y no están dispuestos, salvo cuando arman bandas para-militares fascistas, a tomar las armas directamente para defender la gran propiedad privada de la que son poseedores. Pero la extracción social de una institución represiva no cambia su carácter de clase, de la misma manera que millones de votos de los trabajadores y el pueblo en las elecciones no cambian el carácter patronal del parlamento o del poder ejecutivo. Por eso Trotsky en sus escritos sobre Alemania afirmaba que “el obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”. Pero, ¿puede haber acaso un compromiso de los miembros de estas fuerzas de represión de no reprimir a los trabajadores en lucha, como sostienen los que apoyan la sindicalización? En condiciones “normales” esto es una utopía, ya que la represión es la función misma de estas instituciones. Sólo en una situación de fuerte crisis del poder estatal y alza generalizada de la lucha de clases puede producirse el hecho de que parte de la base social popular de una fuerza represiva “rompa la cadena de mandos” y dé vuelta el fusil, poniéndose del lado de los trabajadores, no mediante mecanismos de la legalidad de esta democracia para ricos o por “convencimiento” pacìfico, sino de una fuerza material: si la clase trabajadora en lucha conquista sus organismos de autodefensa, su propio poder armado, las milicias obreras. Solo así, el suboficial puede hacer “un cálculo” y concluir que le conviene estar del lado de los obreros contra el poder burgués y no cumplir la orden de reprimir a los obreros que desafían al capital que le dan sus oficiales.
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