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Periódico / Nacional

Sábado 5 de diciembre de 2009

NACIONAL

Frente al llamado de diversos sectores sindicales a construir una “instrumento político” de los trabajadores

Por Comisión Política Nacional LTS


El lunes 30/11 diversos dirigentes sindicales, como el sector de Ccura-petróleo que encabeza José Bodas, secretario general de la FUTPV, Orlando Chirino de Ccura, Emilio Bastidas de la UNT-Aragua, así como también dirigentes sindicales aglutinados como Patria Obrera de las industrias básicas de Guayana, en una Rueda de Prensa en Caracas, hicieron el llamado a constituir “una herramienta política de los trabajadores”. Indicaban que “que es necesario construir una fuerza de la clase trabajadora, no sólo sindical, sino política, que la clase trabajadora tiene que preparar una nueva opción, una alternativa política”, “que la clase trabajadora construya una herramienta política, que gobiernen los trabajadores, para la toma del poder”, y que “no es posible que en este momento la clase trabajadora no se postule como clase para dirigir los destinos de este país”. Hasta el momento esta discusión está en sus comienzos y se realiza sólo entre dirigentes sindicales, y no entre las bases obreras. Desde nuestra perspectiva hemos venido planteando que es importante como una táctica transicional la construcción de un partido de trabajadores independiente basado en las organizaciones obreras en lucha y en los sindicatos combativos. En este sentido desarrollamos, cómo desde la LTS está planteado el llamado a un Partido de Trabajadores.

La cuestión estratégica de la independencia de clase y el papel que puede cumplir la táctica de un partido de trabajadores independiente
Como lo hemos reiterado en muchas otras ocasiones, la gran debilidad de los trabajadores en todos estos años, desde una perspectiva revolucionaria, ha sido la gran falta de independencia política. A pesar de ser pieza clave en la debacle del puntofijismo y de las derrotas de los intentos golpistas reaccionarios del imperialismo y de la oposición burguesa contra el gobierno de Chávez, los trabajadores y trabajadoras se mantuvieron atados a su confianza y apoyo a un proyecto tímidamente nacionalista burgués que, como era de esperarse, no ha hecho más que fijar reacomodos con el imperialismo yanqui y garantizado casi intactas la continuidad de las propiedades y negocios de los capitalistas nacionales y extranjeros, por consiguiente la explotación de los/as trabajadores/as, sin resolver seriamente ninguna de las demandas estructurales de la clase obrera y el pueblo pobre. La ausencia de una estrategia y política obrera independientes, es lo que ha permitido que cada una de las victorias del conjunto del pueblo trabajador contra la burguesía y el imperialismo, hayan sido conducidas por el gobierno por el camino de la negociación y “reconciliación”. La clase trabajadora, ha dado todo de sí en la lucha contra la reacción, pero no ha podido articular un programa y política propios. La consecuencia de eso, es que en once años de gobierno, los capitalistas y grandes comerciantes, nacionales y extranjeros, son los más beneficiados del crecimiento económico y de los altos precios petroleros, engordando sus ganancias, mientras los trabajadores y trabajadoras siguen sin ninguna de sus demandas fundamentales resueltas.

Consideramos que para que la clase social llamada a jugar un rol revolucionario pueda hacerlo, es necesario que antes de los momentos decisivos haya conquistado los más altos niveles de independencia con respecto a todas las demás clases de la sociedad existente. Pero como también sabemos, el camino para lograr esta independencia es bastante complejo, pues implica una combinación de la propia experiencia política y de lucha de las masas, junto a la acción decidida y acertada de los revolucionarios y revolucionarias, dando pie en el medio a variados fenómenos políticos. Trotsky planteaba, entre otras posibles, de cómo tender un puente entre la ausencia o escasa conciencia de clase de la clase obrera y la necesidad de construir un partido marxista revolucionario para dar una respuesta a la altura de la crisis capitalista. En este sentido es que planteaba la táctica transicional de llamar a la construcción de un partido de trabajadores independiente basado en las organizaciones de lucha, sobre todo cuando la crisis económica comenzaba a arreciar, los trabajadores salían a pelear, surgían nuevos sindicatos con cierto carácter independiente, y los grupos revolucionarios era minoritarios frente a los millones de trabajadores que confiaban aún en las direcciones burguesas, o nacionalistas burguesas como el chavismo, tal como es nuestro caso, para potenciar la experiencia política de las masas obreras con dichas direcciones en el camino de la independencia política.

Y es que ha sido una constante la necesidad de la clase obrera de dotarse de su propia estrategia, su propio programa y sus propios métodos, para poder jugar un rol independiente en la lucha de clases nacional, en la vida política del país, sin supeditarse al proyecto de conciliación de clases que sostiene el chavismo. Lo que queremos resaltar es, por un lado, lo crucial que resulta la independencia política de la clase obrera y, por el otro, cómo justamente la idea de un partido propio de los trabajadores y trabajadoras puede ser una política audaz para avanzar en ese camino.

En el caso de nuestro país, las circunstancias de la lucha de clases nos han permitido considerar que, como en otros casos históricos, la ruptura política de los/as trabajadores/as con este proyecto burgués no tendrá una orientación automática hacia la política revolucionaria planteada por los pequeños grupos socialistas revolucionarios, por lo que hace falta tener políticas audaces para ayudar a ese tránsito y acelerar la experiencia política de los trabajadores con el chavismo. Es que debemos tener en cuenta la gran debilidad de los grupos revolucionarios existentes que, más allá de algunas importantes inserciones sindicales, como fuerzas militantes no pasan de unas cuantas docenas cada uno, por lo que no pueden ser alternativa automática para las decenas de miles que salen a la lucha… mucho menos para los millones de trabajadores que aún confían en Chávez. Hay que tener pues políticas transitorias para superar la disparidad entre las pequeñas fuerzas de los grupos revolucionarios y el desarrollo de la crisis del chavismo en las masas obreras.

Concretamente, el llamado a los trabajadores a construir un partido propio de la clase, distinto a los de la burguesía proimperialista y los de los militares, clases medias y empresarios “nacionalistas”, puede cumplir ese rol transitorio, al plantearle a la vanguardia de la clase obrera una delimitación de independencia de clase frente a los proyectos burgueses en pugna, al plantearles este puente necesario entre el proyecto de conciliación de clases del chavismo y una política proletaria revolucionaria dirigida a luchar por la destrucción de la sociedad capitalista. En medio de un fenómeno de masas como el chavismo –que incluso trascendió las fronteras nacionales–, el que franjas de la clase obrera optaran por construir un partido de trabajadores independiente, no es poca cosa; más aún, significaría un gran paso concreto en el camino de la independencia política.

El momento político actual y las condiciones para un partido propio de los/as trabajadores/as independientes

Hoy, en medio de la crisis económica que ha llegado con fuerza a nuestro país, las luchas crecientes de la clase trabajadora así como las nuevas referencias sindicales y sindicatos, que dan peleas en un nivel distinto plantea con más fuerza que nunca impulsar para la acción concreta la táctica de un partido de trabajadores independiente.
Como se ha venido expresando a lo largo de este año, continuando y ampliando la dinámica de los últimos años, los trabajadores y trabajadoras han salido a la lucha por sus reivindicaciones y demandas, teniendo que enfrentarse, aunque sea en el terreno reivindicativo, y aún no político, al gobierno de Chávez. Como no se veía desde los tiempos del segundo gobierno de Caldera, el último del puntofijismo, una gran cantidad, variedad y persistencia de luchas obreras se desarrollan en el país; con demandas y métodos que van desde la lucha por salarios y los contratos colectivos, hasta la lucha por puestos fijos de trabajo y contra los despidos de tercerizados; con métodos que van desde la movilización y paros, hasta la ocupación de empresas y la unidad de lucha entre fijos y tercerizados en algunos casos. Es lo que hemos definido como una “emergencia obrera” en la situación nacional.
En este proceso, a menudo los trabajadores que salen a la lucha deben encontrarse con el gobierno al frente, bien como patrón directo, en el caso del amplio espectro del sector estatal, o bien como Estado burgués garante de los intereses de los capitalistas privados en contra de las demandas de los/as asalariados/as. Los ejemplos sobran y los conocemos suficientemente. Así, mientras en períodos anteriores de la situación nacional los trabajadores que se movilizaban lo hacían contra la oposición proimperialista, haciéndolo “codo a codo” con el gobierno, hoy por primera vez grandes franjas de trabajadores y trabajadoras lo hacen por sus propias demandas y no ya junto con el gobierno sino contra este. Este escenario se ve acelerado con los primeros efectos en el país de la crisis capitalista internacional, ante los cuales el gobierno está teniendo, como no podría ser de otra manera, una política “anticrisis” típicamente capitalista, que descarga las consecuencias de las mismas sobre los salarios, las condiciones de trabajo y el nivel de vida de los trabajadores.

Por supuesto que este enfrentamiento objetivo en el plano reivindicativo o sindical, no lleva automáticamente a una ruptura política con el gobierno, sino que decanta algunos sectores de avanzada que comienzan a problematizarse su relación política con el chavismo, no ya cuestionando solo a algunos representantes específicos del gobierno, sino al gobierno en su conjunto y, en algunos casos, al propio Chávez. Pero no es solo eso, también arrecia la demagogia de la oposición burguesa que aprovecha estas situaciones para venderse como alternativa y, lo que debe ser un alerta para los revolucionarios, es que puede encontrarse, aunque aún no a escala masiva, sectores de trabajadores descontentos con la política del gobierno en los que comienzan a anidar algunas de las lógicas o consignas demagógicas y reaccionarias de la derecha (como la frase, que expresa todo un programa, de que “hay dinero para otros países, como Bolivia, Nicaragua o Cuba, pero no para los venezolanos”).

Si en la situación nacional los acontecimientos tienden a precipitarse, es necesario ir preparando a la clase frente a los embates por venir. Pero como decimos, los grupos que nos reivindicamos marxistas revolucionarios somos minoritarios en el actual momento frente a los millones de trabajadores, por lo que es clave tender un puente como táctica para organizar a trabajadores, hacerlos avanzar hacia la independencia política, en donde la táctica de un partido de trabajadores independiente puede jugar un papel clave.

Es así pues que estamos en una situación bastante dinámica, donde anida una subjetividad claramente tendiente a la lucha en la clase obrera, incluso con muestras de hacer la experiencia política crítica con el gobierno, pero que no se expresa políticamente, sino que se limita bruscamente al terreno sindical, mientras siguen siendo el chavismo y la oposición, dos proyectos burgueses, las únicas alternativas políticas reales para esos miles o decenas de miles de trabajadores. El reto es, justamente, darle expresión política a esta emergencia obrera y a la crisis de autoridad de Chávez ante las masas, y ante la clase obrera en particular, para que estas tendencias no queden constreñidas al terreno sindical (o en el sindicalismo, “esa rama del pensamiento burgués”, según Lenin) o presas de la demagogia de la oposición burguesa que aprovecha el desgaste del gobierno.

Es en este sentido que está planteada la necesidad, pero también la posibilidad, de dar impulso a un movimiento real por la construcción de una herramienta política de los trabajadores, para colocar una barrera de clase entre los trabajadores y la demagogia de la oposición burguesa, así como para tender un puente entre las luchas reivindicativas o sindicales y la lucha por una expresión política propia, independiente, de la clase obrera, como una táctica hacia la construcción del partido revolucionario.

Incluso, la creciente existencia en las encuestas de una importante franja de los llamados “ni-ni”, más allá de los distorsionado que puedan ser los resultados de estas mediciones, indica que crece el sector de la población que se declara “ni con el gobierno ni con la oposición”. Es una tendencia a cierta “despolarización”, contradictoriamente con elementos despolitizantes, pero que también son posibles precisamente porque no existe otra alternativa política importante en el espectro de la población en general, y de los trabajadores en particular. Seguramente hay no pocos trabajadores entre esos “ni-ni”. Esta situación transitoria no será eterna y, como dijimos, tampoco indica un camino automático de las masas obreras hacia las posiciones de los pequeños grupos socialistas revolucionarios en el país. Por eso consideramos clave la táctica de impulsar la construcción de un partido de trabajadores independiente, como instrumento político propio de la clase que permita “despolarizar” hacia la izquierda y en sentido de clase, que permita un cauce de independencia política a los miles de trabajadores que salen a luchar con sus propios métodos y demandas; y desde allí dirigirnos a los millones de trabajadores bajo el chavismo, plateándoles una alternativa política de clase.

Por todo esto es que consideramos plenamente que en la actual situación que se desarrolla en el país, la propuesta de un gran partido obrero independiente, basado en las propias organizaciones de la lucha de masas, es para intentar superar la tijera abierta entre lo que los trabajadores ven como sus propias organizaciones de lucha, y la necesidad de una dirección política de los propios trabajadores con independencia de los partidos patronales, incluyendo el partido del “socialismo con empresarios” de Chávez. Nosotros pensamos que está planteada una gran batalla política por conquistar franjas significativas de los trabajadores para la independencia de clase, empezando por instalar este planteo político en forma amplia. Somos conscientes que aún no se desarrolla una ruptura de clase de sectores de masas con los lazos que todavía los atan al chavismo y sus correas de transmisión como la burocracia sindical, pero también somos conscientes que esto no se dará en forma evolutiva y pacífica. Pero sectores importantes de trabajadores comienzan a desarrollar una experiencia política con el chavismo, y por eso consideramos que es necesario ayudar a acelerar esa experiencia mediante una consigna concreta: la formación de un gran partido de la clase trabajadora.
Por eso, en un movimiento de este tipo los marxistas revolucionarios pelearíamos porque ese partido levante un programa de lucha consecuente contra la dominación imperialista y la explotación capitalista, en la perspectiva de un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo pobre. Haríamos en dicho partido una lucha constante porque asuma esta perspectiva de lucha por la revolución socialista. Más aún hoy, en medio de una situación objetiva como la planteada y las características políticas concretas que podría tener en el país un movimiento por un partido propio de los trabajadores, seguramente el programa y la acción de los revolucionarios tendrán enormes posibilidades de incidir en la definición de tal partido.

Es que no está escrito de antemano qué tipo de partido de trabajadores cristalizará. Incluso puede no tener un carácter homogéneo un eventual movimiento o partido en ese sentido. Pero las condiciones objetivas, y el espacio político que comienza a dejar el chavismo en el movimiento obrero, apuntan a que las posibilidades de que los revolucionarios puedan tener una fuerte incidencia en el mismo sean grandes. Retomando a Trotsky decimos: “¿Estamos por la creación de un partido obrero reformista? No. ¿Estamos a favor de una política que pueda dar a los sindicatos la posibilidad de poner su peso en la balanza de fuerzas? Sí. Se puede convertir en un partido reformista, depende de su evolución. Aquí surge, entonces, la cuestión del programa. (...) hemos de tener un programa de reivindicaciones transitorias, la más acabada de las cuales es un gobierno obrero y campesino. Nosotros estamos por un partido independiente de las masas trabajadoras que tome el poder del Estado. Debemos concretarlo: estamos por la creación de comités de fábrica, por el control obrero de la industria a través de los comités de fábrica...”.

Es por eso que, como siempre lo hemos sostenido, el impulso de un partido de trabajadores está indisolublemente ligado a la lucha por un verdadero partido obrero revolucionario, con fuerte anclaje en la clase. Si los revolucionarios logran hegemonía en el mismo, ese partido de trabajadores será, luego de las decantaciones necesarias, el embrión de un fuerte partido revolucionario. En caso que no, indudablemente que las potencialidades del diálogo político revolucionario con centenares y hasta miles de la vanguardia obrera serán igualmente enorme y permitirá crecer con creces la fracción de trabajadores revolucionarios que fortalecerán las filas de las organizaciones obreras socialistas. Es decir, hoy este es el camino de los revolucionarios hacia las masas, avanzar en la experiencia política de los trabajadores con el chavismo y, por tanto, hacia la construcción de un partido obrero revolucionario.





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