La etapa abierta tras la desaparición
física de Hugo Chávez,
liderazgo que había captado
las expectativas de una importante
franja de trabajadores y
pueblo pobre venezolano, y su
coincidencia con el agotamiento
del modelo económico sobre
el que se asentó, demanda en
estos momentos críticos una
refl exión de estrategia política
inaplazable.
Las promesas sobre las que su
proyecto se apoyó, dan cuenta
de las deudas fundamentales
desde el período del puntofi -
jismo, que persisten a 15 años
de una supuesta “revolución”,
en la cual solo presenciamos
tímidos controles a los sectores
empresariales, y planes sociales
(Misiones) que apenas
atenuaron circunstancialmente
los aspectos más alarmantes
de la pobreza y precariedades)
–cuando de lo que se trata es
de eliminar todos los males que
genera el capitalismo– y que al
no haber erradicado sus causas
fundamentales se reproducen,
incluso con “conquistas” que se
ven amenazadas en medio de la
crisis.
Más allá de los discursos sobre
la “soberanía”, los acreedores
extranjeros percibieron religiosamente
el pago de la deuda
externa, los capitales imperialistas
siguieron girando ganancias
a sus países (y los banqueros
y la burguesía nacional no
dejaron de amasar grandes fortunas
ni de fugar divisas). Y no
solo eso, en la actual crisis que
le ha estallado en las manos a
Maduro, el gobierno comienza
a atacar a su propia base
social-electoral: los sectores
populares y la clase obrera.
Lo hemos visto donde sectores
del movimiento obrero se organizan
para enfrentar la caída
de sus ingresos, aumentos de
precios y la devaluación constante
y continuada del bolívar.
Esto a pesar de la combatividad
que demostró durante los
grandes sucesos de los pasados
15 años: como la derrota del
golpe (2002), del paro patronal
y sabotaje petrolero (2002-03),
las luchas en Sanitarios Maracay,
SIDOR, por mencionar
algunas, donde el Gobierno
maniobró siempre en función
de contener la fuerza de los
trabajadores, impidiendo que
ésta avanzara más allá de la
constitucionalidad y el orden
social capitalista.
Esta disposición a luchar en
sectores del movimiento obrero
choca nuevamente con una
verdadera “crisis de dirección
revolucionaria”, su paso a la independencia
de clases se ve en
cada nueva oportunidad impedido
por las burocracias sindicales
y partidos reformistas o
centristas, que por más luchas
que libren contra la dictadura
patronal en los lugares de
trabajo, cuando se trata de ver
quién y cómo se gobierna el
destino de la nación se subordinan
a proyectos que avalan la
explotación de los trabajadores,
u obstaculizan y desarticulan la
autoorganización y autodeterminación
clasista en las luchas.
Por eso no existe hoy razón alguna
para dar crédito a la derecha
cuando señala –pretendiendo
avanzar sobre sus escombros–
que el fracaso del chavismo es
el de una apuesta por el socialismo,
ya que nunca avanzó un
centímetro en este sentido, ni
podría avanzar tratándose de
un proyecto conciliatorio con
sectores de la burguesía nacional.
Hoy, frente a la crisis del
“socialismo con empresarios” y
frente a la oposición por derecha,
los trabajadores debemos
luchar por una alternativa propia
y verdaderamente emancipadora,
pues seguimos siendo
quienes soportamos la explotación,
penurias a la hora de
adquirir nuestros medios de
subsistencia y en el conjunto
de la vida social, y quienes realmente
producimos las riquezas
del país con nuestra propia
fuerza de trabajo.
¿Qué hacer? Confiar únicamente
en nuestras propias
fuerzas concentradas y desplegadas
hacia una verdadera
liberación social y política de
los explotados. Necesitamos
darnos para esta lucha nuevas
formas de organización de
combate, instancias de democracia
directa y autodeterminación
de la clase trabajadora,
de independencia política de
los partidos patronales, el gobierno
y el Estado, donde sea la
propia clase obrera la que decida
su destino.
No podríamos avanzar en este
sentido sino luchamos al mismo
tiempo para poner en pie
un partido revolucionario de
la clase trabajadora, que luche
abiertamente por un gobierno
de los trabajadores y el pueblo
pobre, por una verdadera revolución
obrera y socialista. Queremos
abrir el debate sobre la
necesidad de construcción de
un partido revolucionario de
estas características que saque
lecciones de la experiencia reciente
con el chavismo y su fracaso,
con los trabajadores que
salen a luchar y jóvenes que ya
no creen en el chavismo ni en
la demagogia de la derecha.