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Periódico
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Editorial
Domingo 6 de julio de 2008 ANTE LAS MEDIDAS DE CHÁVEZ Y EL PACTO QUE BUSCA CON LOS EMPRESARIOS Los trabajadores no tenemos nada que buscar en "alianza" con los capitalistas Por Max Trinidad Cerén Cada vez queda más al desnudo ante la clase trabajadora la falsedad del discurso "socialista" del gobierno de Chávez, que como hemos venido consecuentemente denunciando, no es más que una cobertura demagógica para una política de tipo "desarrollista" nacional burgués, "socialismo con empresarios" bautizamos sarcásticamente esta situación. Con los recientes anuncios, viene a operarse una vuelta de tuerca en la búsqueda de alianzas de Chávez, no ya sólo con sectores pequeños y medios de la burguesía nacional, sino con los sectores más concentrados de los capitalistas nacionales. Trotsky señalaba que la política internacional de un gobierno venía a ser la extensión fuera de las fronteras nacionales de la política que se aplica en el propio país, hoy podemos ver cómo Chávez ensaya reacomodos frente al imperialismo norteamericano sumándose a la campaña reaccionaria de Uribe de pedir la rendición incondicional de las FARC, y planteando que espera "trabajar conjuntamente" con el próximo presidente de los EEUU, mientras aquí busca sellar un pacto estratégico de "desarrollo nacional" con la burguesía, otrora golpista. "Reimpulso productivo": beneficios para los capitalistas Bajo el lema "Reimpulso productivo. La inversión es Venezuela" y frente a más de 500 empresarios, Chávez llamó a constituir una gran "Alianza Estratégica Nacional Productiva". Esta vez no se dirigía apenas a los medianos y pequeños empresarios, sino a pesos pesados del sector privado, como Lorenzo Mendoza, de Empresas Polar; Oswaldo Cisneros, de la Organización Cisneros; Juan Carlos Escotet de Banesco, Michel Goguikian del Banco de Venezuela; Pablo Baraybar de Cavidea; Omar Camero de Televen; Luis Van Dam, presidente de Industrias Metalúrgicas Van Dam y contratista de la transnacional Odebrecht, entre otros personajes del jet set empresarial del país. Tomando una frase de Velazco Alvarado, nacionalista burgués peruano de los años 70, Chávez elogió "a los industriales y empresarios que contribuyen a forjar la riqueza de este país y que comprenden la necesidad de que el capital cumpla su responsabilidad social". Las medidas que anunció Chávez, aunque son celebradas por un sector y no por el conjunto de los representantes de la burguesía opositora -que desde la derrota de Chávez el 2-D vienen exigiéndole al gobierno más y más, mientras éste le va cediendo-, son claramente favorables al conjunto del empresariado nacional, y sí son firmemente respaldadas por el sector burgués que acompañó a Chávez en el acto, como los Völlmer. Eliminación de impuestos (ITF), flexibilización para otorgarles dólares, creación de un fondo de un mil millones de dólares, condonación de la deuda a los empresarios del campo y más facilidades para otros, se cuentan entre las medidas. Vienen a completar un cuadro de aumentos continuos de los precios de los alimentos y liberación de otros, exoneración del IVA para los "sectores productivos" así como reintegro de los impuestos por exportación. La mentira burguesa de que la inflación es producto del "exceso de liquidez" (dinero circulante) y la baja producción que hacen desequilibrar la relación "demanda-oferta", es la perspectiva del gobierno, por eso opta por reducir la liquidez, una de cuyas medidas es "desestimular el consumo", adelantar estos "incentivos" a los empresarios y, desacelerar el crecimiento económico, que ha implicado en lo que va de año importantes reducciones en la construcción y la manufactura, que son sectores claves en la generación de empleo. No es difícil adivinar a quién beneficia esta política y a quién perjudica en la realidad. Es que la economía capitalista en general, y particularmente la especulación de los empresarios y grandes comerciantes, condenan al pueblo trabajador a no cubrir satisfactoriamente las necesidades básicas, y la respuesta "antiinflacionaria" del gobierno ha sido, más allá de la retórica contra la especulación, completamente favorable a los intereses de lucro de los capitalistas. Resulta que ahora los banqueros, los dueños de los monopolios de la alimentación y los empresarios del campo van a salvarnos del desabastecimiento y la inflación. ¡Qué cinismo! Chávez quiere un pacto duradero con la burguesía En el último editorial de En Clave Obrera afirmábamos que "desde el gobierno y a través del Ministerio de Planificación, todo parecería indicar que se avanza hacia una política de corte ‘neodesarrollista’ burgués (...) la renta petrolera le permite a Chávez seguir ensayando su política de ‘satisfacer a todos sin golpear a ninguno’. Por ‘arriba’ avanza en su política de negociación, garantizando que no hará políticas ‘extremas’ como le reclama la oposición empresarial, y por ‘abajo’... intenta reforzar sus políticas para recuperar el espacio entre las masa populares". Pero esta vez se trata de un giro más decisivo de acuerdos con los más importantes grupos económicos del país, aunque no estamos hablando de un "pacto social" en el sentido más clásico del término, sino la búsqueda de un proyecto más estratégico de "desarrollo nacional" que busque no sólo reactivar la economía nacional (al compás de satisfacer las necesidades patronales) sino que también continuar mejorando los términos de intercambio de Venezuela en el mercado mundial. Por supuesto que no es la primera vez que Chávez hace acuerdos económicos con sectores de la burguesía, pues como hemos planteado insistentemente, por más que se llame a sí mismo revolucionario, se trata de un gobierno burgués que tiene una concepción de desarrollo del capitalismo nacional con mayores niveles de autonomía del imperialismo, a diferencia del entreguismo proimperialista del puntofijismo y la actual oposición de derecha. Chávez buscaba con la reforma constitucional fortalecerse más, tanto para controlar mejor al movimiento de masas, como para poder forzar con más autoridad a sectores clave de la burguesía, a incorporarse a su proyecto de "desarrollo nacional", hoy, luego de haber perdido el referéndum, lo hace "mostrando la chequera" e "incentivando" a los empresarios. La clase trabajadora tiene que salirle al paso: ¡profundizando y unificando las luchas! Aún no llega a consolidarse un verdadero pacto nacional con la gran burguesía, que no considera a Chávez como "su hombre" en Miraflores, sino que aprovecha su debilidad post 2-D para presionarlo cada vez más, y además el proyecto de Chávez se asienta sobre patas cortas pues depende centralmente de la inyección de recursos provenientes de la renta petrolera gracias a los altos precios del barril, mientras los capitalistas siguen sin grandes inversiones y no han detenido la fuga de capitales al exterior. Sin embargo, los trabajadores debemos salirse al paso con todas nuestras fuerzas, pues Chávez lo que viene es haciendo más evidente su proyecto de conciliación de clases, que busca convencer a los trabajadores de que es posible una unidad nacional de las distintas clases para "desarrollar al país". ¡Como si no supiéramos nosotros que esas alianzas son como la "alianza" del burro y el que lo arrea! Los socialistas revolucionarios, aunque hemos estado consecuentemente en las luchas contra la reacción proimperialista en los días del golpe y del paro-sabotaje, nunca hemos depositado ninguna confianza en que Chávez avanzaría en resolver los problemas de fondo del pueblo, ni mucho menos a hacer una verdadera revolución social anticapitalista. Pero muchos trabajadores aún confían en Chávez, y comienzan a preguntarse, ¿Chávez nos está diciendo que los enemigos con los que nos batimos ayer son hoy nuestros aliados? Más aún, ¿acaso es posible algún tipo de "alianza" con quienes nos explotan día a día en los lugares de trabajo y son los responsables directos de la pobreza y las precariedades de nuestro pueblo? Frente a la "alianza estratégica nacional productiva" hay que contraponer la alianza estratégica de la clase obrera con todos los sectores explotados y oprimidos del país, luchando por imponer nuestras demandas más sentidas, como aumento general de sueldos y salarios igual al costo de la canasta básica, viviendas para el pueblo trabajador, empleo estable y con seguridad social para todos y todas, tierra para los campesinos, entre otras. Los trabajadores empiezan a luchar como clase en la arena sindical y económica a pesar de que aún guardan ilusiones en Chávez. Ya desde mediados del año pasado varios sectores de la clase trabajadora venían librando importantes luchas, pero asistimos hoy a una un salto en magnitud, donde a través de numerosas y variadas luchas en todo el territorio nacional, entran en escena muchos más sectores de trabajadores y trabajadoras a pelear por sus derechos y demandas, de una manera como no se veía desde por lo menos los últimos años del gobierno de Caldera y los primeros tiempos de Chávez en el gobierno, viniendo a ser el triunfo de los obreros sidoristas una gran referencia y ejemplo que alienta las luchas. Como desarrollamos en este número de En Clave Obrera, es necesario coordinar y unificar las luchas en curso para golpear con un solo puño y hacer sentir la voz de los trabajadores en la arena nacional de manera independiente. Construir una alternativa obrera revolucionaria A tiempo que avanzamos en esto, hay que dar pasos en la construcción de un verdadera alternativa socialista, un partido obrero revolucionario que se plantee la lucha por la independencia de clase de los trabajadores frente a todas las variantes burguesas, en la perspectiva por conquistar un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, que expropie las empresas imperialistas, a la burguesía nacional, los banqueros y terratenientes, como única manera realista de comenzar a resolver los problemas de nuestro pueblo.
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