Ambas perspectivas coinciden en borrar del horizonte la necesidad, y la posibilidad, de la revolución social, entendida como la gigantesca irrupción de las mayorías explotadas y oprimidas en el gobierno de sus propios destinos, como la derrota de la clase capitalista a manos de los trabajadores(as) para edificar una nueva sociedad sobre las ruinas del capitalismo. Al contrario de quienes predican que la rebeldía juvenil es “cuestión hormonal”, de quienes ayer se entremezclaban con consignas revolucionarias y hoy nadan en las cómodas piscinas de la democracia burguesa, nuestra generación, los jóvenes de hoy, y quienes tiendan a sentirse muchachos eternamente, debemos demostrar con teoría y práctica que las convicciones políticorevolucionarias no se gestan por sí mismas en el “espíritu pasional de la juventud”, que hay factores salvajemente objetivos que median entre la sociedad que nos rodea y nuestra existencia individual, que los oprimidos de ayer siguen siendo los oprimidos de hoy, que a los y las estudiantes, llenar nuestro estómago y saciar nuestra sed personal, la física y la intelectual, no debe separarnos, sino unirnos férreamente, de quienes con su trabajo hacen posible las riquezas usufructuadas por un puñado de parásitos que mientras más pasa el tiempo menos saben como justificar su existencia.

No hay justificación posible para la “explotación del hombre por el hombre”. El compromiso es con las trabajadoras y trabajadores, campesinas y campesinos, así como todo el pueblo pobre en general. Nosotros reafirmamos que en la época que vivimos, de profunda crisis del capitalismo e inicio de un nuevo ciclo de grandes movilizaciones y luchas a nivel mundial como no se veía hace décadas, para estar a la altura de las circunstancias debemos pensar en la escala en la que se atrevieron y actuaron los heroicos comuneros de París y los obreros y campesinos rusos de 1917: “tomar el cielo por asalto”. No hay que continuar lavándole la cara al capitalismo, cualquier posición política en este sentido, aún preñada de las mejores intenciones, no se traduce más que en complicidad con los explotadores. Complicidad que puede ser no intencional, pero que no por ello deja de ser contra-revolucionaria e inconsecuentemente anticapitalista. Por eso quienes hacemos un llamado a estas jornadas de reflexión y debate, nos hemos propuesto un primer calendario de discusiones que inicia con algunos temas neurálgicos de una reflexión en clave anticapitalista.

Iniciamos con una lucha actual de gran importancia como lo es la de los estudiantes chilenos que se levantan contra la herencia neoliberal del pinochetismo, el régimen que aplastó a sangre y fuego el proceso de insubordinación de la clase obrera y el pueblo chileno en los 70’s.

Proponemos también abordar el complejo caso libio: ¿no hubo una genuina revuelta popular contra el régimen de Gadaffi? ¿Era el régimen libio una expresión de lucha antiimperialista y anticapitalista? ¿Las bombas de la OTAN y los gobiernos imperialistas traen “libertad” y la “democracia”?