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Viernes 29 de agosto de 2014

INTERNACIONAL

ARGENTINA: El paro nacional del jueves 28 fue un pronunciamiento contundente.

Por Cristhian Castillo, diputado del PTS en la Provincia de Buenos Aires


El gobierno nacional, mientras festejaba el respaldo del financista Soros, dijo que quienes paraban eran “funcionales a los buitres”. Los empresarios anunciaron descuentos y represalias. Los sindicatos oficialistas llamaron a carnerear y apretaron a quienes querían adherir. La UTA obligó a trabajar a los choferes, más preocupada por los subsidios a los transportistas que por defender a sus afiliados. El Ministerio de Trabajo empapeló la ciudad asegurando que “el movimiento obrero organizado” no adhería. Moyano y Barrionuevo se pasearon por todos los canales pero no organizaron ni una sola asamblea, ni un solo piquete para garantizar la medida. La recesión, que ya trajo despidos y suspensiones, intentó ser aprovechada para atemorizar a los trabajadores.

Se frotaron las manos. “El jueves será un día normal” se contentaron antes de ir a dormir.

Demostración de fuerzas

El jueves, a pesar de las presiones, de los temores y el papel de los gremios convocantes, millones de trabajadores adhirieron al paro nacional. Los que pararon con sus sindicatos, los que pararon a pesar de sus sindicatos, los que votaron en asambleas impulsadas por el sindicalismo combativo y luego fueron a los piquetes. Los millones que vaciaron las fábricas, las calles y colectivos. Los que se quedaron en sus casas como forma de mostrar la bronca.

El paro nacional del jueves 28 fue un pronunciamiento contundente.

Un pronunciamiento en defensa de los puestos de trabajo y del salario desgastado por la inflación. Un pronunciamiento contra el impuesto al salario y las condiciones de vida que se deterioran mes a mes.

Fue un mensaje claro al gobierno y también para las patronales: si quieren descargar la recesión sobre nuestras espaldas, habrá respuesta.

Experiencias

En las últimas semanas, el gobierno venía tratando de retomar protagonismo, complicado por la crisis de la deuda y la recesión económica en marcha. Quería aparecer “pegando por izquierda” con su discurso contra “los buitres de la deuda” o la Ley de Abastecimiento. Pero al mismo tiempo encumbraba a Sergio Berni como emblema de la “mano dura” contra la protesta social y contra quienes toman tierras en reclamo de vivienda, y apoyaba a las multinacionales que dejan familias en la calle. El intento de mostrarse como un árbitro fuerte tenía, decíamos, todos los límites de un gobierno en su fin de ciclo.

Por eso, la jornada del 28 ha sido otra muestra del desgaste del kirchnerismo.
Fue el tercer paro nacional contra este gobierno, y un nuevo capítulo de las experiencias de la clase obrera con el peronismo en el poder (ahora en “versión progresista”).

El 20 de noviembre de 2012 mostró a una clase trabajadora que venía en crecimiento y empezó a chocar con el agotamiento del “modelo”. El motor fue el reclamo masivo contra el impuesto al salario.

El 10 de abril de este año fue un enorme pronunciamiento contra el ajuste después del golpe devaluatorio, e incluyó a la UTA. Reflejó el nuevo estado de ánimo de millones de trabajadores y el protagonismo de la izquierda en el sindicalismo combativo y los piquetes.

Este tercer paro nacional está marcado por el inicio de la recesión. Esta vez lo más destacado fueron esos millones que dejaron los colectivos vacíos. Son los mismos que venían mirando con simpatía a quienes enfrentan duramente a las patronales levantando la bandera “Familias en la calle nunca más”, como los obreros de Lear y Donnelley.

El paro confirmó entonces la pérdida de base social del gobierno kirchnerista, la resistencia creciente ante los ataques patronales y la persistencia del fenómeno del sindicalismo combativo y la izquierda clasista en sectores de la clase trabajadora.

Una bandera para millones

Contra la tregua de las centrales opositoras entre paro y paro, los piquetes de la izquierda y el sindicalismo combativo vienen siendo el símbolo de la defensa de los puestos trabajo. La lucha de Lear contra los despidos y la persecución y la gestión obrera en Donnelley son los ejemplo más reconocidos. El PTS tiene el orgullo de estar en la primera fila de esos procesos, junto a compañeros independientes. Por eso este jueves participé - junto a dirigentes del PTS de Kraft, Lear, Donnelley, Pepsico, Printpack, Volkswagen, FATE, SUTEBA Tigre y otros gremios - del piquete que realizamos en Panamericana y Henry Ford. Lo hicimos junto a otras agrupaciones de izquierda, a pesar de la militarización y de las represiones que viene comandando Sergio Berni.

Muchas de estas fábricas estaban paralizadas, incluso automotrices enroladas en el gremio de Ricardo Pignanelli, que por los medios atacó a quienes lo venimos enfrentando.

Mi compañero Nicolás del Caño, diputado nacional por el PTS-FIT, estuvo en el Puente Pueyrredón junto a los despedidos de Shell, Calsa y Honda, a los dirigentes del PTS y compañeros independientes de la comisión interna de Coca Cola, del SUTEBA Quilmes y los cuerpos de delegados de LAN y Falcon (aeronáuticos). En esa zona también se vive un incipiente proceso de resistencia obrera. En la Zona Oeste cortamos con delegados de Alicorp, del SUTEBA Matanza y compañeras del Hospital Posadas, junto a los ferroviarios de Haedo y otras organizaciones de izquierda.

Además de estos puntos neurálgicos del Gran Buenos Aires, se realizaron cortes en Córdoba, Neuquén, Mendoza, Rosario, Jujuy, Tucumán y otras provincias.

Mejores posibilidades

Pero además, esta jornada de protesta tiene una importancia vital para las luchadoras y los luchadores. Ha sido un mensaje para las patronales y el gobierno, pero también una confirmación de la potencialidad que tiene la clase obrera cuando pone en movimiento sus fuerzas y sus métodos de lucha históricos. Esto, para quienes hoy están enfrentando duros conflictos, como los obreros de Lear, Donnelley, Honda, Shell, Calsa o Felfort, brinda nuevas energías y posibilidades para pelear.

Pero además, si no lo hacemos nosotros, ¿quién levantará los reclamos de los ocho millones de precarizados? ¿Y de los cuatro millones de trabajadores y trabajadoras “en negro” que no pudieron parar?

Las luchas de Lear y Donnelley pueden y deben triunfar. Impulsemos instancias de coordinación entre los sectores combativos para darles todo el apoyo, al Fondo de Lucha y a sus acciones.

Una alternativa a la burocracia y los proyectos patronales

Desde el PTS y nuestras agrupaciones clasistas en decenas de gremios, junto a las organizaciones obreras que se reclaman combativas, seguiremos exigiendo un paro activo de 36 horas y un plan de lucha para conquistar todos nuestros reclamos. Para terminar con las suspensiones y despidos, y que se repartan las horas de trabajo sin reducir el salario. Para eliminar el impuesto al salario y lograr la reapertura de las paritarias. Para rechazar el pago de la deuda externa.

Pero sobre todo tomaremos este pronunciamiento para salir con más fuerza a apoyar las luchas en curso, y a poner en pie una alternativa a la burocracia que se postula como garante del control del movimiento obrero en el próximo gobierno. El delegado del subte Claudio Dellecarbonara, vocero destacado del PTS durante toda la jornada, le respondió en C5N a los intentos de los defensores del gobierno de ensuciar a “la izquierda y su alianza con Barrionuevo”. Planteó que “no tenemos nada que ver con ningún sector de la conducción actual de las cinco centrales sindicales, manejadas para nosotros por una burocracia sindical. Ni con los oficialistas de Caló y Pignanneli, ni con Moyano y Barrionuevo que están con Massa, se acercan a Macri y estarán con cualquier partido patronal. Nosotros luchamos por recuperar los sindicatos para convertirlos en herramientas de lucha, y por nuestra propia alternativa política”.

Esa es nuestra perspectiva.

Para nuestro partido, el PTS, como integrante del Frente de Izquierda, el paro nacional reafirma y da nuevo impulso a la izquierda clasista, consecuente, revolucionaria, que venimos construyendo en el movimiento obrero, con nuevas camadas de dirigentes obreros, con nuevas fuerzas en el movimiento estudiantil, y con nuevos y jóvenes referentes políticos e intelectuales.


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