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Viernes 8 de junio de 2012

GRECIA

Debate: Los revolucionarios y la cuestión del "gobierno de izquierda"

Por Claudia Cinatti


Las elecciones del pasado 6 de mayo mostraron que la gran mayoría del pueblo griego repudia el brutal ajuste de la “troika” (la UE, el FMI y el Banco Central Europeo) implementado por los principales partidos de la burguesía: Nueva Democracia y PASOK. El hundimiento de los partidos tradicionales fue capitalizado fundamentalmente por Syriza, una coalición reformista de izquierda, cuyo principal socio es Synaspismos, una vieja ruptura del Partido Comunista griego que integra junto a otros viejos partidos comunistas reciclados, como Die Linke, Izquierda Unida y el Partido Comunista Francés el llamado Partido de la Izquierda Europea. Syriza prácticamente cuadruplicó su porcentaje de votos, salió de las elecciones como segunda fuerza y abrió una crisis política de envergadura al negarse a formar gobierno con PASOK y Nueva Democracia, lo que precipitó el llamado a nuevas elecciones para el 17 de junio.

El meteórico crecimiento electoral de Syriza es expresión de una profunda polarización social y política, producto de tres años de ajustes y “rescates” y de cinco años consecutivos de recesión económica, en el marco de una crisis social sin precedentes y una resistencia persistente de los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares. La otra cara de este proceso de polarización en las elecciones fue la extrema derecha neonazi de Aurora Dorada, que apeló al sentimiento nacionalista xenófobo que se ha exacerbado con la crisis.

Indudablemente, el mensaje político de Syriza de rechazar el “Memorándum” de ajuste junto con mantenerse en el euro empalmó con un estado de conciencia de amplios sectores de trabajadores, estudiantes, jóvenes “indignados” y sectores pauperizados por la crisis que, a pesar de haber protagonizado 17 huelgas generales en los últimos dos años e innumerables movilizaciones contra las medidas brutales de austeridad, ante la falta de una alternativa política revolucionaria, aun abrigan la ilusión de que su salvación pasa por seguir en el marco de la UE.

Aunque el panorama aun es incierto, frente a la gran fragmentación de votos que caracterizó a las elecciones del 6 de mayo, las próximas elecciones parecen reflejar una tendencia a concentrar un “voto útil” tanto a la derecha tradicional, representada por Nueva Democracia, como a la izquierda “posible” representada por Syriza, lo que podría llevar a una reducción importante del porcentaje de votos de la extrema derecha neonazi de Aurora Dorada y también de organizaciones de izquierda como el Partido Comunista Griego (KKE) y Antarsya.

Nueva Democracia y el PASOK ­­-apoyados por los grandes medios imperialistas europeos- han centrado su campaña en profundizar los temores de las clases medias de que justamente un gobierno de Syriza será incapaz de sostener su promesa de mantener a Grecia dentro de la eurozona, y agita el fantasma, tan temido por una mayoría que podría oscilar entre el 65 y el 80% según la encuesta que se tome, de que el país sea expulsado del euro.

Para contrarrestar esta campaña de pánico, Alexis Tsipras, principal figura de Syriza, viene dejando claro que, en caso de llegar al gobierno, no está por tomar ninguna medida “unilateral” que afecte a la UE, como por ejemplo dejar de pagar la deuda, menos aun nacionalizar bancos ni afectar los intereses capitalistas, mientras busca aliados como el presidente francés Hollande o incluso Obama para presionar por otra línea que no sea solo austeridad. Syriza promete a la vez rechazar el Memorándum del ajuste y negociar con Merkel y la troika la permanencia de Grecia dentro del euro, especulando con que para los líderes de las potencias europeas la salida de Grecia del euro sea más costosa que negociar algunos puntos de ajuste, ya que podría disparar una espiral de crisis que arrastre a España, Italia y con ellos al conjunto de la UE, con implicancias mundiales. La posición de Syriza, que desde su éxito electoral de mayo no ha hecho más que moderar su discurso, es aflojar la presión de la UE y el FMI esperando que la economía recupere algo de dinamismo para así poder hacer frente a las obligaciones griegas y encarar el programa de “reformas estructurales”. Pero la dureza de Merkel, que defiende ante todo los intereses de los bancos y los grandes capitales alemanes, muestra que este programa reformista de “salvar al euro”, es decir, en primer lugar a los bancos alemanes y a la Europa capitalista (incluida la burguesía griega), y a los trabajadores griegos, es completamente utópico. En el fondo, Syriza comparte un punto importante del programa con Nueva Democracia y el PASOK que es mantener a Grecia como un “capitalismo viable” dentro del euro, solo que la derecha intenta mostrarse como la más eficiente para lograrlo. Esto explica que en las últimas encuestas ya no haya certezas de un triunfo de Syriza y aparezca la derecha tradicional de Nueva Democracia con posibilidades de quedarse con el primer puesto.

Las ilusiones en un “gobierno de la izquierda” conciliador con el imperialismo

El fenómeno electoral de Syriza entusiasmó a muchos en la izquierda que se reclama trotskista, que rápidamente hicieron suya su consigna de “gobierno de izquierda”, es decir, un gobierno de Syriza, el Partido Comunista Griego (KKE) e Izquierda Democrática (una ruptura por derecha de Syriza que atrajo a varios parlamentarios del PASOK), que eventualmente podría surgir de las elecciones del 17 de junio.

La LIT (cuyo principal partido es el PSTU de Brasil) se ha pronunciado a favor de la constitución de un “gobierno antiajuste”. En su declaración llama a la conformación de un “Frente de Izquierda” entre Syriza, el KKE, Nueva Democracia” (suponemos que se refieren a Izquierda Democrática, NdelR) y otras fuerzas de izquierda como Antarsya, que asuma el gobierno y levante un programa que “rompa con la Troika”, repudie el Memorándum y haga un “verdadero plan de rescate de los trabajadores y el pueblo”, donde las inconsistencias de Syriza con lo que podría ser una política revolucionaria, nada más y nada menos que su programa de reforma de las instituciones imperialistas de la UE, son solo una “excusa” que no debe servir para no subordinarse a un gobierno de “izquierda” bajo su dirección. La LIT ni siquiera se propone diferenciarse programáticamente adhiriendo al programa mínimo “antimemorándum”. Esta política oportunista y electoralista de unir a todos los que están “contra la derecha” no es ninguna novedad para la LIT. Su sección portuguesa no solo se mantuvo años dentro del Bloco de Esqerda conviviendo con una izquierda reformista y parlamentarista, alejada de la lucha de clases, sino que desde hace años viene planteando construir una “alternativa de gobierno” a la izquierda del Partido Socialista con el Partido Comunista Portugués, que al igual que Syriza levanta una política de renegociar la deuda y los ajustes y tiene una línea de colaboración de clases para hacer confluir a los trabajadores con “los demócratas y patriotas que no estén conformes con la liquidación de la soberanía de su país” (La República.es, 27/5/12).

El Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (del que forma parte la ex LCR hoy en el NPA de Francia) no se anda con vueltas y directamente llama a asumir como propio el “plan de emergencia” de 5 puntos que levantó Syriza, que incluye entre otras demandas, la anulación del Memorándum, la suspensión del pago de los intereses de la deuda y auditoría para separar la deuda “legal” de la “ilegal” y el control público sobre los bancos (algo que Tsipras se encargó de aclarar que no se trata de ninguna nacionalización). En una declaración pública, el SU ha llamado abiertamente a votar por Syriza en contra incluso de la política de su sección griega, OKDE -Spartacus, que se presenta a las elecciones como parte de la coalición anticapitalista Antarsya, sosteniendo que el programa de Syriza es reformista, lo que está generando un importante debate en sus filas. La dirección del SU no ha sacado ninguna conclusión de la crisis del NPA en Francia, que producto de su falta de definición estratégica y su construcción en espacios electorales y no en la lucha de clases, ha generado corrientes internas abiertamente oportunistas que pugnan por abandonar toda pretensión de “izquierda anticapitalista” para confluir con el Frente de Izquierda de Mélenchon y el PCF, lo que lo ha llevado a la parálisis y a sufrir una sangría de militantes.

Los compañeros del Partido Obrero también se han sumado a este coro de organizaciones que han salido a plantear la consigna del “gobierno de izquierda” contra la derecha. En un artículo de Prensa Obrera 1224, a pesar de exponer los límites del programa reformista utópico de Syriza y de reconocer el hecho evidente de que, en caso de llegar al gobierno, esta izquierda lo único que haría es “ganar tiempo” para evitar gestionar el colapso, Altamira termina planteando que “en estas condiciones, más que nunca defendemos la consiga de un ‘gobierno de toda la izquierda’, contra la alternativa de la derecha” a lo que le agrega el llamado a que “rompa con el imperialismo, o sea con la Unión Europea, y tome medidas anticapitalistas e impulse un gobierno de trabajadores”. Al no existir organismos de las masas en lucha que tiendan a crear un doble poder, este llamado del PO apela a la voluntad de la dirección de Syriza para que “impulse” un gobierno de trabajadores, con lo cual, lejos de combatir el reformismo y el pacifismo, fortalece las ilusiones parlamentaristas alentadas por esta centroizquierda. La política de PO de “defender la perspectiva de un gobierno de la izquierda contra la derecha, denunciando el carácter o las limitaciones estratégicas del programa de esa izquierda” es una política de hecho de apoyo crítico a un eventual gobierno de izquierda dirigido por Syriza, algo que el mismo Altamira había considerado hace solo dos semanas como “el peligro de un abordaje oportunista, como sería un apoyo -incluso ‘crítico’- a Syriza, en nombre de ‘una lucha contra el ajuste’” (Prensa Obrera 1222). A pesar de que Altamira afirma que de esta manera apoya la “campaña electoral de la izquierda revolucionaria de Grecia –el EEK”, lo que parece reforzar son las ilusiones en Syriza y la izquierda reformista que, lejos de impulsar un gobierno de trabajadores, podría transformarse en una instrumento de desvío al servicio del capitalismo griego y la UE.

El llamado a un eventual “gobierno de izquierda” encabezado por Syriza lejos de contribuir a que sectores de trabajadores y jóvenes avancen en sacar la conclusión de que el único programa para enfrentar el ajuste es un programa anticapitalista y revolucionario, alimenta las ilusiones en que es posible una salida parlamentaria y pacífica a la crisis, sin enfrentar las instituciones imperialistas como la UE ni atacar los intereses de los capitalistas. Esta política es particularmente oportunista ante la perspectiva probable de que la profundización de la crisis y un salto en la lucha de clases desarrollen tendencias abiertamente contrarrevolucionarias que cuenten con el aval de sectores de la burguesía y de las clases medias asustadas, anticipadas por la emergencia de la neonazi Aurora Dorada. El planteo de “gobierno de izquierda” se parece a otros similares hechos por partidos de la corriente “morenista” en los cuales la táctica del “gobierno obrero y campesino”, en tanto exigencia a direcciones obreras reformistas o pequeñoburguesas de las masas en lucha (no de movimientos electorales) en el marco de situaciones revolucionarias para que rompan con la burguesía y tomen el poder, indisolublemente ligada al impulso audaz del surgimiento de organismos de doble poder de tipo “soviético”, se bastardea por el apoyo electoral a candidaturas y programas de colaboración de clases. A esta política se adapta el planteo actual del PO.

Los trabajadores y los jóvenes griegos han mostrado una gran voluntad de resistencia y una gran combatividad para enfrentar los planes de austeridad en las calles. Incluso algunos sectores avanzados aunque minoritarios han hecho experiencias de ocupaciones de lugares de trabajo. Sin embargo, hasta el momento, esas acciones y energías de lucha fueron canalizadas por una burocracia sindical vendida a los partidos patronales, que con jornadas de paros aislados han impedido que se desarrolle una tendencia a la huelga general. En esto ha tenido también una gran responsabilidad el KKE (Partido Comunista griego), que con su política que combina la autoproclamación y el sectarismo con un programa reformista y electoralista, ha sido un obstáculo para desarrollar el frente único obrero. Para derrotar los planes de la UE y de la burguesía griega hace falta un programa revolucionario que esté a la altura de la ofensiva de los capitalistas para hacer que los trabajadores carguen con el peso de la crisis, que debe combinar medidas urgentes como la cancelación de la deuda y los programas de austeridad, con medidas transitorias como la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, la expropiación de los grandes capitalistas en la perspectiva de imponer un gobierno obrero y popular basado en organismos de democracia obrera, que sea un primer paso en la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa.





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