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Comunicados, volantes y declaraciones
Domingo 24 de abril de 2011 Tras los acuerdos de Chávez con Santos y Lobo Los buenos oficios del Presidente para estabilizar el régimen postgolpista en Honduras Por Milton D’León Chávez ha venido prestando sus buenos servicios en política regional. Si los acuerdos con Colombia por la entrega de guerrilleros, a sabiendas que serán confinados a las mazmorras si es que tienen suerte, marcaban un giro en la política entre Santos y Chávez, no sorprende entonces que de la madriguera de Santos surgiera Lobo en una reunión previamente pactada para su reconocimiento como gobierno oficial de Honduras, junto a Chávez como mediador con la venia del derrocado Manuel Zelaya que funge como presidente de Petrocaribe. La situación ha tenido sus remezones. Frente a las consecutivas entregas de guerrilleros de las FARC y el ELN, han surgido atentados a sistemas de energía del lado colombiano, muy cercanos a la frontera, pero que afectan exclusivamente al sistema eléctrico de Venezuela y no al de Colombia. Es decir, una clara protesta y represalia a la política de Chávez de entregar a sus combatientes por parte de las organizaciones guerrilleras, y se prefiguran que estos deberán continuar. Trascendió rápidamente, luego de los oficios de Chávez para que el presidente hondureño Lobo sea reconocido y vuelva a la OEA, un fuerte malestar en los sectores de la resistencia hondureña causando divisiones entre las distintas organizaciones frente a la sorpresa de los pactos. No era para menos, la reunión entre Santos, Lobo y Chávez, en Cartagena, se realizaba en el momento mismo en que el presidente hondureño arreciaba con una fuerte represión a la huelga de los maestros y maestras, con decenas de heridos y una profesora asesinada por la policía al mando del presidente hondureño, incluso, en momentos en que se sancionaba a 5.000 trabajadores y trabajadoras de la educación por la participación en la huelga nacional. Lobos reprimiendo y asesinando, y Chávez reconociéndolo para que ingrese al concierto de la OEA –esa agencia del imperialismo–, bajo la sonrisa complaciente de Santos. Pero más sonrisas surgieron. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, muy complacido, expresó su satisfacción por los acuerdos entre Colombia, Venezuela y Honduras para la readmisión de este último país al organismo regional. "Espero que se logre un acuerdo que sea satisfactorio para todos” manifestaba –y se sobreentiende quienes son todos–. Por su parte, Lobo expresaba su propia congratulación por “iniciar un movimiento para la incorporación de Honduras a los organismo regionales como la OEA y sobre todo que además de esto permita que nuestro pueblos se unan cada vez más”. Pero hay más en las negociaciones que un simple reconocimiento por parte de Chávez: el presidente de la Asociación Nacional de Industriales de Honduras, un reconocido golpista, Adolfo Facussé, había afirmado en la primera semana de abril que ante la crisis que está generando el alto precio de los combustibles, es necesario que Honduras retorne a Petrocaribe, y es por lo que se mueve también Porfirio Lobo. Recuérdese que, en el acuerdo, el 50% se paga al contado, y el otro 50% en un plazo de 25 años y otros altos beneficios como el tope para el precio del barril, pero lo que no se dice es que esa ayuda es para los industriales e importadores del combustible –dígase también las transnacionales petroleras que son las encargadas de la distribución–, pues no es que se le da “gasolina barata al pueblo”. Si no, basta fijarse lo que acontece con las estaciones de servicio en El Salvador, donde el precio de venta a la población en la estaciones de gasolina, vía los acuerdos de Petrocaribe con diversas municipalidades dirigidas por el FMLN, es apenas un par de centavos de dólar menos que los precios corrientes de la Exxon o la Chevron. De la normalización binacional en los acuerdos comerciales y políticos –léase con el alto empresariado colombiano y de las transnacionales que operan en suelo neogranadino y exportan a Venezuela– como la entrega de combatientes guerrilleros para terminar de liquidar la insurgencia interna, a sus buenos oficios para la estabilización regional con la contribución a la estabilización del gobierno de Honduras –entiéndase, todo el séquito golpista de Micheletti del cual Lobos es su fiel continuador–, son todos los primeros frutos de las buenas relaciones entre Santos y Chávez. De “agente del imperio” Santos pasó a ser para Chávez, “el hombre de la democracia”. No es para sorprenderse. "Él ha dicho anteayer que yo soy su nuevo mejor amigo. Digo lo mismo, Santos es mi nuevo mejor amigo", afirmaba Chávez en La Habana en noviembre del año pasado. El “socialismo del siglo XXI” (“socialismo con empresarios”) de Chávez, además de beneficiar banqueros y empresarios nacionales y transnacional –con su pago religioso de la deuda externa, pago por estatizaciones y garantías a las inversiones y ganancias–, hace su contribución también en el plano regional con una diplomacia contrarrevolucionaria en función de las más rancias burguesías de la región, represoras de sus pueblos y verdaderas agentes del imperialismo y las grandes corporaciones. Es central que los trabajadores, los campesinos y todos los sectores explotados y oprimidos de la región avancen en comprender que de la mano de Chávez no se avanzará en ningún camino de liberación nacional, mucho menos del socialismo, y ni siquiera luchar consecuentemente contra golpistas y asesinos como los que gobiernan actualmente en Honduras o los que administran los negocios del imperialismo en Colombia.
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