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Periódico
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MOVIMIENTO OBRERO
Jueves 7 de noviembre de 2013 TRAS 23 DÍAS DE LA LUCHA TERMINÓ LA HUELGA DE LOS OBREROS DE SIDOR Resultado y lecciones de la huelga de los trabajadores sidoristas Por Milton D’León Luego de más de 23 días de huelga los trabajadores de Sidor levantaron su protesta el 8/10 al ser presentado un acuerdo alcanzado entre la gerencia de la empresa, la CVG y los dirigentes sindicales del SUTISS. Desde la dirección sindical se presentó lo alcanzado en el acuerdo como un triunfo de la lucha, pero la realidad nos parece indicar otra cosa. Si bien el gobierno nacional no logró imponer su voluntad luego de una aciaga campaña de difamación e intentar poner al pueblo contra los trabajadores, aceptando el compromiso del pago de un anticipo de 40.000 bolívares por conceptos de pasivos, por su parte los trabajadores no lograron imponer el punto de honor de la lucha como es el mal cálculo de las utilidades de acuerdo a lo establecido en la Cláusula 8 del contrato colectivo. La dirigencia sindical terminó aceptando que en el Acta de acuerdo quedara asentado que “no hay deudas por este concepto” (por el mal cálculo de las utilidades). Todo queda abierto para ser discutido en una mesa técnica sin fecha de instalación. Si bien los obreros de Sidor no salieron con el sentimiento de derrota tampoco salieron con aires de haber triunfado como sostiene la burocracia sindical. En este marco, y en una primera evaluación del resultado, el conflicto terminó en un empate entre los trabajadores y el gobierno luego de la ardua pelea en la que los obreros sufrieron un recio ataque por parte de Maduro. Demostración de esto han sido las manifestaciones que protagonizaron los obreros en la Avenida Guayana, en Puerto Ordaz, durante dos días consecutivos (31/10 y 01/11) y la paralización de la empresa durante los dos días siguientes frente al atraso por parte del gobierno en cumplir lo acordado en el Acta firmada, y al cierre de este artículo continúa la tensión conflictiva. Una burocracia sindical que no quería el conflicto Es más que conocido que el conflicto fue empujado desde las bases, y frente al cual la burocracia sindical en todas sus alas no se mostró para nada dispuesta a ponerse al frente, es más no lo querían y se les transformaba en un paro indeseable. El sector representado por Alianza Sindical y encabezado por José Meléndez de Marea Socialista, enfrentó desde el inicio y hasta el final la huelga de los trabajadores, transformándose no solo en parte del frente político patronal junto a la gerencia sino que jugó abiertamente un papel de fuerza de choque contra los obreros y con ataques difamatorios abiertos. Por su parte, el sector encabezado por el presidente del SUTISS, José Luis Hernández, de la corriente Movimiento Orinoco, y José Acarigua Rodríguez, Secretario de Finanzas y de la agrupación Militante Siderúrgico, ante el temor de ser sobrepasados no tuvieron otra opción que ponerse al frente de la lucha. Pero el papel de José Luis y Acarigua fue permanentemente cómo levantar el conflicto, aunque no podían hacerlo de manos vacías sin ofrecer nada, esto les impedía entregar la lucha desde el vamos. Existió entonces, un juego en tijeras, por un lado un ala del sindicato actuando a vela desplegada contra la lucha (José Meléndez de Marea Socialista) y otra que se puso al frente de la lucha, pero para intentar frenarla desde dentro (José Acarigua y José Luis Hernández). Los trabajadores consiguieron hasta donde podían llegar con esa burocracia sindical al frente Como afirmamos al inicio de esta nota, la burocracia sindical cínicamente presentaron como un triunfo obrero lo acordado con la gerencia de la empresa. Pero la cuestión de fondo es otra, al suscribir el Acta tal como está estipulado, queda claro que mientras la CVG se mantuvo en su postura de que no existían errores en el cálculo de las utilidades en los últimos cinco años, los burócratas sindicales aceptaron en efecto el planteamiento oficial. Por tanto engañan abiertamente al decir que el Acta es un “triunfo”. Infamemente José Luis llega a afirmar que: “Esto no es lo importante. Aceptamos esto así porque la intención era demostrarles a ellos que no tenían ni fuerza ni moral para arrancar la planta, pero no muere el reclamo”. Que los de la gerencia no tenía fuerza ni “moral” para hacer andar la empresa estaba más que demostrado en los 24 días de huelga, de lo que se trataba era justamente de apoyarse en esa posición de fuerza para arrancar las reivindicaciones obreras, no tomarla como mera “demostración” para entregar buena parte de la lucha. Ahora cínicamente señala que “en la mesa técnica salarial demostraremos que las utilidades fueron mal calculadas”. Con dirigentes sindicales actuando de esta manera, difícilmente los obreros podrían haber obtenido más. Si el conflicto al final terminó en un empate, y no en un claro triunfo de los obreros fue producto de hasta dónde podían llegar los trabajadores con esa burocracia sindical a la cabeza, que le jugaba en su contra más allá de sus discursos altisonantes. No basta con presionar a la burocracia sindical: hay que forjar una dirección alternativa apoyada en las bases movilizadas De esta lucha hay que sacar algunas primeras lecciones. Si bien el conflicto se empujó desde las bases y se le impuso a la dirección del SUTISS, este proceso por abajo tuvo una gran debilidad, y es que no se organizó y coordinó entre las distintas unidades de producción para asegurarse un mejor resultado impulsando organismos de lucha como asambleas por departamento, eligiendo delegados revocables en cualquier momento. Los trabajadores que empujaron desde abajo el conflicto se limitaron a presionar a los dirigentes sindicales pero no organizaron comités de lucha en cada zona de trabajo, y frente a las vacilaciones y entregas de la burocracia sindical buscar sobrepasarlos. En este sentido la larga lucha de los obreros de Sidor demuestra que no basta con presionar a los dirigentes sindicales, se hace necesario superarlos e imponer una dirección del conflicto como expresión directa de los que vienen luchando. Imponer los métodos de lucha organizando a toda la empresa desde abajo, extendiendo el conflicto e incluso sacándolo a la calle para pelear por la solidaridad de las demás empresas de la región, para mostrar los verdaderos músculos de la clase obrera. Con este método de lucha y organizándose de esta manera, al gobierno no le hubiera quedado otra que ceder frente al proceso de combate generalizado que se le podía venir encima. Una dirigencia combativa debe resistir y tener política para vencer la intimidación patronal Otro aspecto aleccionador de esta lucha es que la clase trabajadora debe rechazar las lógicas que claudican sin resistencia a la intimidación patronal, como la de José Luis Hernández, quién en una asamblea llegara a decir a los obreros que el presidente Maduro lo llegó a considerar “como su enemigo” y por tanto eso “ponía complicada la lucha”, de manera que se volvía casi que inevitable ceder. Además al comienzo del conflicto hubo serias amenazas de encarcelamiento y despidos a los obreros más dirigentes de la lucha, y no hubo un solo movimiento de la dirigencia sindical orientado a rechazar esa intimidación patronal, ni una sola denuncia pública de esto, dejando pasarle al Gobierno sus métodos de amedrentamiento e inyección de miedo. La lucha de los obreros de Sidor, con su demostración de fuerzas por abajo, evitando que la burocracia sindical llevara a una derrota abierta el conflicto, ha ayudado a fortalecer las perspectivas de lucha del conjunto de los trabajadores y el pueblo pobre del país, porque demuestra que las únicas opciones frente a la situación actual no son la resignación, o entregar las esperanzas en el gobierno o la oposición, sino que con nuestras propias fuerzas podemos defender el salario y las condiciones de vida.
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