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Jueves 2 de febrero de 2012

INTERNACIONAL

Siria hacia jornadas decisivas

Por Eduardo Molina


El imperialismo quiere imponer un “nuevo régimen” favorable a sus intereses. Al dictador al-Assad debe echarlo la movilización independiente de las masas

Al cierre de esta edición, Estados Unidos y las potencias europeas redoblan los esfuerzos en el Consejo de Seguridad de la ONU para convencer a Rusia y China de que acepten una Resolución contra el gobierno sirio y a favor del “plan de transición” de la Liga Árabe para desplazar al presidente al-Assad. Presentándose cínicamente como “amigos del pueblo sirio” buscan “legitimar” un salto en la intervención, complementando las sanciones comerciales, financieras y políticas con la amenaza de una intervención militar bajo retórica “humanitaria”. Entre tanto, parecería darse en torno a la capital, Damasco, una escalada de protestas y enfrentamientos que puede estar marcando un salto en la crisis del régimen. Es posible que sean las vísperas de jornadas decisivas.

¿Qué sucede en Siria?

La profunda crisis social y política debe ser comprendida en el marco, por un lado, del ciclo de rebeliones de la llamada “primavera árabe” de la que Siria es un foco importante, si bien durante 2011 no se dio un salto revolucionario como en Egipto y el régimen se sostuvo sin desintegrarse como en Libia; y por otro lado, de las crecientes tensiones en el Medio Oriente tras una década de guerras e intervenciones imperialistas (Irak y Afganistán) que sin embargo no le permitieron a EE.UU. revertir su decadencia como potencia hegemónica.

Tras la retirada militar yanqui de Irak sin poder dejar montado un régimen estable y con el orden regional cuestionado por realineamientos de todo tipo, el imperialismo necesita contener las tendencias a la desestabilización de la región. Así, Estados Unidos y la Unión Europea adoptaron nuevas sanciones contra Irán, para “disciplinarlo” a sus intereses y poner límite a su relativo fortalecimiento como potencia regional. Siria tiene fuertes acuerdos con Rusia (incluso hay una base naval rusa en el puerto de Tartús), es un estrecho aliado de Irán y juega un papel “geopolítico” de peso por su ubicación entre Israel, Irak, Turquía y Líbano (país en el que tiene importante influencia). Además posee sus lazos con la cuestión palestina y con grupos como Hezbollah y Hamas.

En Siria se entrecruzan entonces la estrategia imperialista para derrotar a la rebelión árabe y la ofensiva para reafirmar su dominio sobre el Medio Oriente.

¿Cuál es la política del imperialismo?

El gobierno de Obama y sus aliados ya no creen posible lograr un acuerdo con al-Assad y optaron por buscar su desplazamiento para forzar un “cambio de régimen” en Damasco, en lo que se sienten alentados por el resultado favorable de la intervención en Libia, más allá de las contradicciones que enfrenta la consolidación de un régimen pos Kadafi. Su política no es, claro está, satisfacer las aspiraciones democráticas del pueblo sirio sino aplicar al “caso sirio” la estrategia de conjunto del imperialismo frente a la “primavera árabe” con los métodos de contrarrevolución “democrática”, perfeccionados en Libia. Bajo la envoltura de las preocupaciones “humanitarias” y “democráticas”, el imperialismo busca imponer un régimen más funcional a sus intereses, que podría incluir mecanismos pluripartidistas, apoyado en las Fuerzas Armadas y con un mínimo de concesiones formales a las masas, para profundizar la semicolonización del país, cerrar el paso a la posibilidad de que se desarrolle una guerra civil incontrolable o se produzca un estallido revolucionario, y apartar a Siria de la alianza con Irán.

¿Habrá intervención militar de la OTAN?

Con el endurecimiento de sanciones y amenazas y el nuevo intento por lograr una resolución del Consejo de Seguridad, el imperialismo ratifica que “no descarta ninguna opción” (incluida la agresión militar). Por ahora esta no parece ser la política central e inmediata, pero “pone un revolver sobre la mesa” para presionar por la capitulación de al-Assad y prepara políticamente para el caso de que la crisis obligue a una eventual intervención. Decidirse a una operación así entraña muchos más riesgos y contradicciones para el imperialismo que en Libia, pues las posibilidades de enfrentar resistencia interior y el papel regional de Siria y sus lazos con los países vecinos, comenzando por Irán y Líbano, hacen imprevisibles las consecuencias. De darse, el plan más viable sería usar el respaldo naval y aéreo de la OTAN, a las FF.AA. de los estados vecinos -Turquía en la frontera norte, las petromonarquías al sur-, para crear “zonas de protección civil” o “corredores humanitarios”, lo que podría darse como forma de asestar el golpe definitivo a al-Assad, sobre todo si se acelera la tendencia a una guerra civil generalizada o se produce un colapso del régimen.

El régimen de al-Assad

Si bien no es un agente directo del imperialismo como fuera el egipcio Mubarak, ni un “converso” a la alianza con Occidente como Kadafi, ningún interés tienen los trabajadores y el pueblo sirio en la preservación del régimen encabezado por al-Assad. El régimen sirio tuvo en sus orígenes un carácter nacionalista (aunque represivo hacia el movimiento obrero y la izquierda) y registró choques con el imperialismo como las guerras con Israel. Sin embargo, fue girando a la derecha y cumplió en muchas ocasiones un papel reaccionario (contra los palestinos, por ejemplo), apoyó la Guerra del Golfo y jugó un papel conservador en la región. Además, en los últimos años comenzó a “abrir” la economía aplicando medidas neoliberales, privatizaciones y ampliando la colaboración con el capital extranjero. El régimen es una férrea dictadura de “partido único” (el Baath) al servicio de la burguesía que reprime a las masas y les niega derechos democráticos elementales así como de organización sindical o política independiente. Sin embargo, subsisten roces importantes con Occidente como su alianza con Irán, el sostén a Hezbollah y el reclamo a Israel de devolución del Golán.

Si bien al-Assad y su clan mantuvieron hasta ahora el control del Ejército y del Estado, conservando cierta base social entre la minoría alauita y la burguesía sunní, su posición es cada vez más débil y es probable que la “cuenta regresiva” para su gobierno haya comenzado.

¿Qué es el CNS?

Aprendiendo de la experiencia libia, el imperialismo alentó la formación del Consejo Nacional Sirio (CNS) para contar con un agente colaboracionista que pueda unificar a la oposición y controlar al movimiento de protesta, subordinándolo al programa imperialista. El CNS está integrado por figurones liberales y exiliados con escaso peso real, así como por la Hermandad Musulmana, que le garantiza una “pata islámica” con base social e influencia nacional, aunque hay distintas alas en la oposición (incluso sectores que plantean una “unidad nacional” incluyendo al Baath). El programa del CNS plantea la defensa del Estado y del Ejército, romper la “anormal” relación con Irán y que al-Assad renuncie para formar un gobierno de “unidad nacional” que implemente un plan de transición controlada, inspirándose en la política de pactos con un sector del régimen y los militares que permitió el retiro del dictador proyanqui Saleh en Yemen. De hecho, organizar una salida política controlada implica pactar con un sector del régimen y el Ejército, pues el CNS por sí solo es demasiado débil para lidiar con las explosivas contradicciones sociales, étnicas y religiosas de Siria, así como contener las consecuencias desestabilizadoras en al relación con sus vecinos.

A pesar de la propaganda occidental a su favor, el CNS no es la legítima representación del pueblo sirio. Lamentablemente no parece haber ningún sector de peso, incluso entre los voceros de los Comités de Coordinación Locales (CCL) surgidos en las movilizaciones en varias ciudades, que denuncie claramente al CNS y su programa proimperialista.

Límites y contradicciones del levantamiento

El proceso de protestas comenzó en marzo expresando demandas democráticas y el descontento con la situación económica, la falta de empleo, etc., sobre todo en áreas rurales y poblaciones empobrecidas, con una composición plebeya y juvenil pero sin incorporar a sectores decisivos de la clase obrera. La brutal represión policial y militar no logró aplastarlo y desde diciembre parece estar creciendo en Homs, Hama y otras localidades, con mayores enfrentamientos a las fuerzas represivas, aunque aún parece débil en las ciudades clave (Aleppo y Damasco). Las últimas informaciones dan cuenta de un crecimiento de las movilizaciones y choques armados en torno a la Capital, donde el gobierno concentra su esfuerzo represivo.

La mayor contradicción política del levantamiento es que al no desarrollar una dinámica revolucionaria independiente, está quedando subordinado al CNS y su programa proimperialista como un factor de presión en la búsqueda del “cambio de régimen” subordinado a EE.UU. y la UE. Solamente una política de denuncia y ruptura con el CNS y toda otra agencia de colaboración democrática con el plan imperialista, tanto como frente al régimen, puede abrirle las vías al desarrollo de una movilización independiente que ponga al frente a la clase trabajadora, despliegue la autoorganización obrera y popular y apunte a una salida progresiva, revolucionaria, a la crisis siria.

Más que nunca una estrategia de clase, independiente

Los socialistas revolucionarios afirmamos que en Siria más que nunca hace falta una estrategia de clase, que denunciando implacablemente al imperialismo, su plan de “cambio de régimen” y sus aprestos militares; plantee que la consecución de las legítimas aspiraciones democráticas y todas las demandas obreras, campesinas, populares y de las minorías nacionales y religiosas en Siria, que están en la base de la lucha contra la dictadura, sólo pueden lograrse mediante la movilización independiente, repudiando al CNS, al plan de transición y todo pacto con sectores del régimen, para imponer por vía revolucionaria el derrocamiento de al-Assad e instaurar un poder obrero y popular.

El proceso sirio impacta en Líbano y Palestina y plantea el problema estratégico de expulsar al imperialismo de Medio Oriente, la destrucción del Estado sionista de Israel para construir una Palestina unificada, obrera y socialista donde judíos y palestinos puedan convivir en paz, y por la unidad económica y política de toda la región en una Federación de Repúblicas Socialistas del Medio Oriente.

La más amplia solidaridad internacional sigue siendo una cuestión urgente y clave para contribuir al desarrollo de la rebelión árabe y combatir los planes imperialistas. Los aliados del pueblo sirio son las masas árabes que se han levantado contra las dictaduras y monarquías proimperialistas, los trabajadores y jóvenes de Europa (incluyendo a los millones de inmigrantes árabes) que enfrentan los “ajustes” capitalistas y que pueden denunciar y boicotear en Occidente las intervenciones “humanitarias” del imperialismo.


LAS POSICIONES DE IS EN SIRIA

Otra vez el debate con la supuesta “revolución democrática”

El proceso sirio actualiza los debates en la izquierda internacional que ya despertó Libia. Un sector (castristas, chavistas y stalinistas varios) apoya políticamente al dictador al-Assad como si fuera un “líder antiimperialista” y reduce la crisis siria a pura “conspiración imperialista”. Otro sector se adapta por distintas variantes a la política de “cambio de régimen” que impulsa el imperialismo. En este campo cabe mencionar a Izquierda Socialista y la UIT-CI, que por estos días lograron adherir a dos declaraciones a cual más capituladora.

En la primera (llamada “Solidaridad con el pueblo sirio”, que puede verse en http://www.nodo50.org/csca/agenda11... o en www.kaosenlared.net, 25/01/12), se critica “la inoperancia internacional”, y que “el Consejo de Seguridad de la ONU vete” (...) “la condena de la represión del régimen sirio”. Aunque aclara que su “condena no encubre la solicitud de ninguna intervención militar occidental ni la imposición de un asedio medieval contra la población siria” el texto critica el “cinismo mercantilista que rige las relaciones internacionales, que valora en cada caso cuándo es conveniente intervenir y cuándo no lo es” creando ilusiones en que la llamada comunidad internacional (es decir las potencias imperialistas y sus agencias y aliados) podría tener una intervención favorable a los intereses del pueblo sirio. Y no dice una palabra sobre la dirección colaboracionista del CNS y la política de “cambio de régimen” bajo retórica humanitaria y democrática que impulsan EE.UU. y la UE. Lamentablemente, al pie de estas posiciones pueden leerse firmas como la de la Dip. cordobesa Liliana Olivero y Miguel Lamas.

En la segunda declaración “Al pueblo sirio que lucha contra la tiranía”, reproducida por IS en su última prensa (30/01/12), critican en forma general del imperialismo, pero nuevamente sin decir una palabra del reaccionario plan de “cambio de régimen” que explican todos los días los jefes imperialistas como Hillary Clinton, sin denunciar su creciente presión y amenazas militares (más bien pintan una visión de que “las naciones poderosas os han ignorado y están mirando a otro lado mientras siguen las matanzas, pero tened en cuenta que somos muchos los que, en todo el mundo, estamos con vosotros y renegamos de la política de colaboración de estas potencias y de sus gobiernos con el régimen de Bashar.” Y por supuesto, ni nombran a la cipaya dirección del CNS con su programa proimperialista.

La concepción semietapista de “revolución democrática” que ya les hemos criticado ante sus posiciones en Libia, lleva nuevamente a IS a adaptarse a las fuerzas burguesas y proimperialistas que están en la “lucha contra la tiranía” para imponer un “cambio de régimen” favorable a sus intereses que profundice la semicolonización de Siria y frustre las aspiraciones democráticas del pueblo sirio.





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