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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Martes 16 de septiembre de 2008

Declaración Política

¡Todo el apoyo a la lucha del pueblo de Bolivia contra la derecha oligárquica! ¡Abajo las conspiraciones golpistas y las provocaciones imperialistas en nuestro país!

Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)


Nuevamente Bolivia ha vuelto al centro del tablero político regional, y con ello se ha agitado todo el subcontinente. Al mismo tiempo, en nuestro país se ha descubierto una tentativa de conspiración golpista y un posible magnicidio contra Chávez, tal y como lo denuncia el gobierno. Como actos elementales de soberanía nacional, los embajadores yanquis han sido expulsados en Bolivia y Venezuela, acción que no se había visto desde hace décadas. Es que sin lugar a dudas el imperialismo norteamericano está detrás de todos estos movimientos de la derecha continental. En Bolivia, tal y como actuó la derecha escuálida en nuestro país, surge un movimiento reaccionario proimperialista, oligárquico, con base en los departamentos de la región oriental del país que conforman la llamada “media luna”, y que agrupa abiertamente organizaciones fascistas y racistas. No es ningún secreto que detrás de estas asonadas está el ala más de derecha de los “halcones” que, en el ocaso ya de la administración Bush, intentan avanzar en el posicionamiento de su política hacia la región.

La burguesía y la oligarquía más reaccionaria de Bolivia, ubicada en los departamentos de Santa Cruz, Pando, Tarija, Beni y Chuquisaca, lanzaron la semana pasada una arremetida contra el gobierno de Evo Morales, con “golpes cívicos-prefecturales”, utilizando como punta de lanza la derechista y fascista Unión Juvenil Cruceñista (UJC). Este paso ofensivo de la reacción derechista se enmarca en una escalada de boicots regionales, bloqueos y provocaciones contra el gobierno de Evo Morales, pero principalmente contra las masas de la ciudad, los campesinos y los pueblos originarios, lo cual se ha expresado incluso en manifestaciones fascistas de agresión física contra los trabajadores y campesinos. Esta escalada viene fortaleciéndose desde hace meses, y tiene como su principal fundamento la oposición de la burguesía y los terratenientes frente a las muy tibias reformas del gobierno de Evo Morales, como por ejemplo la reforma a los Impuestos Directos a los Hidrocarburos (IDH), las seminacionalizaciones de las producciones gasíferas en Tarija y la Nueva Constitución Política del Estado (CPE), esta última que, con pequeñísimos avances en la reforma agraria, ya crispa a los terratenientes.

Esta derecha sabe, una vez visto que su liderazgo no sobrepasa las fronteras de sus departamentos, y una vez visto también el 67% alcanzado por Evo Morales a nivel nacional en el referéndum de agosto, que que si se llega al referéndum que propone el gobierno sobre la Constitución saldrán inevitablemente derrotados. Por eso se lanzan con todo para obligar al gobierno nacional un acuerdo que garantice sus feudos, aun aprobándose la nueva Constitución Nacional.

Estas movilizaciones de la derecha han cobrado las vidas de decenas de trabajadores y campesinos a manos de las bandas fascistas y racistas, cuya expresión máxima ha sido la masacre de Pando, donde una movilización pacífica de campesinos e indígenas fue atacada a tiros por los grupos de choque autonomistas con el saldo de más de 30 muertos y 106 desaparecidos, masacre que se suma a los asaltos fascistas al “Plan 3.000” en Santa Cruz, y al Mercado Campesino en Tarija. Buscan atemorizar con el terror y doblegar a los sectores populares que simpatizan con el MAS o que se resisten a las imposiciones oligárquicas, para asegurarse el control de la "retaguardia departamental", control social y político que se viene erosionando y por el que se desesperan en reafirmar a cualquier precio.

El gobierno de Evo Morales ha venido haciendo toda clase de concesiones y ofertas de diálogo a la derecha, más allá de cierta firmeza que ha mantenido producto de su reciente relegitimación, y ha expulsado al embajador Goldberg, en un acto elemental de resguardo de la soberanía nacional, al evidenciarse los lazos y contactos de éste con los prefectos y cívicos autonomistas.

Es tan así que, en vez de llamar a la gran movilización para derrotar a la derecha oligárquica y fascista luego de la masacre de Pando, el gobierno de Evo Morales se ha reunido con representantes de los fascistoides en busca de algún tipo de acuerdo. Es que la actitud del gobierno de "serena firmeza" frente a la asonada autonomista encubre que la estrategia del MAS sigue siendo la conciliación y concertación con esos mismos representantes empresariales y terratenientes a los que llama "golpistas" y "fascistas". El objetivo del gobierno no es vencer a la reacción, sino convencerla de que vuelva a la mesa de negociaciones. Por ello, más allá de algunas frases y advertencias a la oposición, Evo Morales, García Linera y sus colaboradores quieren evitar que el movimiento de masas salga a las calles a enfrentar a los autonomistas con sus propios métodos. De hecho, aunque están "dejando correr" algunas iniciativas que surgen desde abajo, no quieren un "desborde" de los movimientos sociales que dificulte su estrategia conciliadora. Este aspecto fue resaltado en la reciente cumbre de UNASUR por la presidenta chilena Bachelet, como explicamos más adelante.

Un “acuerdo” sólo puede hacerse a costa de sacrificar las más elementales expectativas e intereses de los trabajadores y el pueblo. Además, el diálogo y un eventual acuerdo con los prefectos, lejos de "aislar a la derecha golpista" como espera el gobierno de Evo Morales, sólo servirá para legalizar sus agresiones, para que redoblen sus fuerzas y vuelvan a la ofensiva más envalentonados… como ha pasado hasta ahora en dos años de intentos de conciliación.

¡Sólo la fuerza de los trabajadores, los campesinos, los pueblos originarios y los sectores populares de las ciudades puede "pararle la mano" a la reacción autonomista y a sus grupos fascistas! Es necesario poner en pie milicias de autodefensa obreras y campesinas, así como fortalecer e impulsar una juventud antifascista, que contundentemente muestre su puño y su fuerza dando golpes certeros a la reacción. Esta es la única manera realista de avanzar para derrotar a la reacción interna. En conjunto con nuestros compañeros de la Liga Obrera Revolucionaria – Cuarta Internacional en Bolivia, decimos: ¡Es posible derrotar a la derecha “autonomista” con la movilización y la autodefensa de masas! La solidaridad internacional de todos los trabajadores y pueblos del mundo, hoy es urgente y es la única que puede fortalecer a los trabajadores y al pueblo bolivianos.

Conspiraciones golpistas y provocaciones imperialistas

En este marco, según informes oficiales dados por el gobierno venezolano, se ha desmontando una tentativa de conspiración golpista en nuestro país, que incluiría un posible magnicidio. Todo indicaría evidentemente que la derecha venezolana podría estar intentando levantar cabeza partiendo de la correlación que ha impuesto la oposición de la burguesía agraria en Argentina –que viene de doblarle el brazo al gobierno a Cristina Fernández–, y la nueva ofensiva de la oligarquía de la “media luna” boliviana –que actualmente retiene el control de los cinco departamentos que concentran los recursos naturales más importantes de Bolivia. Pero también esta derecha está envalentonada por la derrota del 2-D, ya que después de ésta el gobierno no ha hecho más que mostrar signos de debilidad y determinación de ceder a las exigencias empresariales.

Es sintomático que los partidos de la oposición burguesa y sus más conspicuos representantes hayan guardado silencio cómplice ignorando los hechos presentados por el gobierno. Tratándolo como una noticia de quinto orden, los grandes medios de comunicación dominados por la derecha incluso han centrado todo su eje en el show mediático montado por los Estados Unidos en el caso del juicio por la valija de los 800 mil dólares, y prácticamente aplauden la sanción norteamericana del embargo de las cuentas bancarias a Rodríguez Chacín (ex ministro de Interior y Justicia) y a los directores de la Disip y la DIM. Desde la LTS somos categóricos: así como estuvimos en el 2002 en la primera línea de frente para derrotar la intentona golpista, no dudaremos ni un segundo en organizarnos nuevamente para derrotar cualquier nueva asonada golpista, pero tampoco dudaremos en llamar a la movilización con los propios métodos de la clase obrera.

Hay que ser claros, jamás se derrotará a la derecha y a la oposición burguesa con políticas de amnistía a los golpistas y responsables del paro saboteo, o con encuentros –como los que observamos en el mes de junio– con connotados empresarios –todos ellos partícipes del golpe de abril–, proponiéndoles pactos estratégicos. Frente a cada concesión que hace Chávez, los golpistas y la oposición burguesa vienen por más, al contrario de lo que piensa el gobierno que con ello los logrará “controlar”.

Ante la cantidad de gestos políticos por parte de Chávez, como: a) el giro a una actitud conciliadora en el conflicto con Colombia –luego de las primeras actitudes que lo mostraban más a la izquierda, y el endurecimiento de sus críticas a las FARC–, b) el tender puentes a la futura administración demócrata en la Casa Blanca –afirmando que le gustaría volver a nuevas relaciones como en la época de Clinton y del embajador John Maisto–, c) y su reciente viaje a España para encontrarse con el Rey Juan Carlos llamándolo de amigo –luego de que éste lo humillara en la cumbre iberoamericana–, gestos políticos dados en función de lograr mayores entendimientos, y que establecerían incluso compromisos con el imperialismo, la respuesta del candidato y posible nuevo hombre de la Casa Blanca, Barack Obama, ha sido la de afirmar que si llegara al gobierno de Estados Unidos, su política hacia Venezuela sería la de “la zanahoria y el garrote”.

Frente a la crisis en Bolivia, y la injerencia directa de la embajada yanqui en el país andino, Chávez ha expulsado al embajador gringo de nuestro territorio en total solidaridad con Evo Morales, afirmando al mismo tiempo que prestaría ayuda militar a una eventual resistencia armada. Frente a esto incluso le respondió al general en jefe de Bolivia, cuando éste afirmó que no aceptaba la intromisión de Venezuela, criticándolo que tenía una “huelga de brazos caídos” ante las acciones de la derecha y que le gustaría oírlo cuestionar la injerencia gringa, exigiéndole que debía apoyar el gobierno que el pueblo eligió.

Frente al legítimo derecho de Venezuela de expulsar al embajador norteamericano en solidaridad con Bolivia, los candidatos a la presidencia norteamericana no han dudado en unirse y arremeter contra Venezuela. “La amenaza de Chávez se extiende más allá de sus fronteras”, dijo el republicano John McCain; mientras el demócrata Obama enfatizó que “la expulsión implica un rechazo a las normas básicas de la democracia”. ¡Cuánto cinismo! Cuando justamente es el imperialismo norteamericano que extiende su amenaza a todas partes del mundo, y es justamente quien está por detrás de las políticas y grupos fascistas de la oligarquía boliviana, y quien organizó el golpe de abril del 2002. Tanto rebajamiento y gestos políticos de Chávez para nada.

El programa que se necesita para derrotar a la gran burguesía y el imperialismo es opuesto al que levanta el gobierno. Sin afectar la propiedad de la burguesía y romper con el imperialismo no hay posibilidad de garantizar siquiera una ampliación genuina de los derechos y libertades democráticas del pueblo. El fin de la desigualdad social existente y de la sangría nacional provocada por la explotación imperialista no pueden darse sin la expropiación de los grandes grupos económicos -y de los grandes propietarios agrícolas-, al revés de lo que pretenden los llamados a lograr una “distribución más equitativa de la riqueza” y la “conciliación de intereses”.

Es por eso que el camino para derrotar a la derecha proimperialista no es ceder frente a cada presión burguesa e imperialista. Jugar a la geopolítica organizando maniobras militares con la flota rusa en el Caribe, cuando mayor es la tensión entre Estados Unidos y Rusia, en nada significa avanzar en la liberación nacional del país. Defendemos el derecho de Venezuela a organizar maniobras militares con quien lo desee, pero de ninguna manera, el poner al país bajo la órbita política o subordinado a alianzas geopolíticas con alguna otra potencia capitalista, es salida alguna para el país y sus masas trabajadoras y explotadas. Alertamos desde ya a los trabajadores a poner en pie la más férrea idea de independencia ante estas alianzas.

Por eso decimos categóricamente que la manera más efectiva es afectar directamente los intereses imperialistas en el país, confiscando todos sus bienes. Expulsar al embajador yanqui sólo queda en el plano diplomático pero no se avanza en golpear al imperialismo en sus intereses fundamentales, a través de la expropiación, sin indemnización, bajo control de los trabajadores, de las empresas norteamericanas en el país. La limitación de la medida diplomática quedó evidenciada en las declaraciones de hoy del ministro de finanzas, Alí Rodríguez, quien afirmó que esta medida ‘...para nada ponen en riesgo las relaciones comerciales y económicas con los EEUU.’, relaciones de subordinación al imperialismo, tendría que haber agregado el ministro. Basta de que el imperialismo siga haciendo de las suyas, y continúe extrayendo nuestras riquezas. Más de 26 mil millones de dólares se han repatriado por concepto de indemnización a las empresas que han pasado al control del Estado, y les seguimos pagando religiosamente la deuda externa que ya se acerca a los 50 mil millones de dólares, esto sin contar los miles de millones de dólares que salen del país por concepto de repatriación de ganancias de las grandes multinacionales.

A la oposición burguesa proimperialista hay que pegarle donde más le duele. Esa derecha golpista agazapada, que no pierde oportunidad para levantar cabeza, se envalentona a cada concesión del gobierno. Basta de retórica. Expropiación inmediata de todos sus bienes sin ningún tipo de indemnización. Cárcel a los golpistas y asesinos del pueblo. La clase obrera necesita intervenir en forma independiente con sus métodos levantando un programa antiimperialista y anticapitalista para encabezar la lucha del conjunto del pueblo pobre y ganarse a la base del ejército, para pelear contra el imperialismo y la burguesía venezolana en su conjunto.

Cumbre de UNASUR: en busca de mantener el “orden” regional

Los países de la región sudamericana se pusieron en movimiento por la convulsiva situación en Bolivia, convocando una reunión extraordinaria de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) en Santiago de Chile. Asistieron a la misma representantes de 12 gobiernos, en una gama que va desde el directamente lacayo del imperialismo, Álvaro Uribe de Colombia, pasando por los “social liberales” Lula de Brasil, Michelle Bachelet de Chile y Tabaré Vázquez de Uruguay, los llamados “progresistas” Cristina Fernández de Argentina, Fernando Lugo de Paraguay y Rafael Correa de Ecuador, hasta el polo de los “nacionalistas y populares” como Hugo Chávez y Evo Morales. Se contó con la presencia también de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, legitimando el encuentro.

La reunión tenía como objetivo buscar una “solución” política entre el gobierno de Evo Morales y los cinco prefectos autonomistas representes de lo más rancio de la oligarquía racista boliviana. Se intenta contener la crisis en Bolivia evitando mayores riesgos para el “orden” regional, continuando con lo que hasta ahora ha primado: las políticas de contención y mediación como remedio ante los procesos más convulsivos, buscando la estabilidad de los distintos regímenes burgueses en América Latina. La recién creada UNASUR, nacida como una iniciativa de Brasil apoyada por Venezuela, persigue tener una política activa sobre la región, y ha tenido su bautismo con su objetivo de mantener la “estabilidad” en el subcontinente. Como lo afirmara la presidenta chilena Michelle Bachelet en conferencia de prensa luego de una hermética reunión que durara cinco horas, se “trataba de reconocer la capacidad de UNASUR”, y “evitar la violencia como forma de resolución a conflictos en democracia”. Este organismo se propone como garante del orden sudamericano, desplazando parte del rol que jugaba tradicionalmente la OEA.

A lo que se llamó “ La Declaración de la Moneda ”, que constituyó un total de nueve puntos, en verdad no tomó ninguna resolución concreta a favor del movimiento de masas y sus reivindicaciones históricas, y no podría hacerlo. Procuraban por todos los medios mantener el llamado “orden institucional” en medio de un enfrentamiento abierto donde una vez más los muertos los pusieron las clases explotadas y humilladas del país. De esta manera, en busca de recomponer la situación interna de Bolivia, no se pasó más que de afirmaciones generales ya conocidas como el respaldo “constitucional” de Evo Morales, el respeto a la soberanía y la no injerencia, el no reconocimiento de algún golpe o la división del país, condena al ataque a las sedes gubernamentales para el inicio del diálogo, el llamado a que cese la violencia, condena a la masacre de Pando y una Comisión de UNASUR para esclarecer los hechos, además de una Comisión para el diálogo político, y otra de apoyo logístico para las necesidades de Bolivia.

Es todo lo que se resolvió en medio de una situación de masacre a campesinos a manos de la oligárquica derecha boliviana, una irónica “comisión investigadora” cuando está claro quiénes son los verdaderos responsables del genocidio. Una “comisión de diálogo” con los mismos personajes reconocidos como golpistas y fascistas, perpetuando escenas propias de la época de la colonia, cuando lo que se tendría que haber determinado era la cárcel inmediata para todos los genocidas. Todo se centró en el apoyo y la búsqueda del diálogo, pero no hay resolución que valga si esta se basa en el intento de conciliar los intereses entre los explotadores y los explotados, los opresores y los oprimidos, los asesinos y los masacrados. Hablan de condenar la violencia, pero no dicen que se trata de la violencia asesina de los explotadores que toda la vida condenaron al pueblo en la peor de las miserias. El argumento de defensa del “orden institucional democrático”, que ahora se utiliza contra la derecha autonomista, en el futuro será utilizado contra los trabajadores, masas pobres urbanas y campesinas ante cualquier intento que hagan de querer desafiar el orden burgués en función de sus intereses fundamentales e históricos.

El balance que hacían los “insignes” representantes gubernamentales plantea que “por la primera vez en la historia, los latinoamericanos resolvemos nuestros propios problemas”, como afirmó Chávez luego de finalizado el Encuentro, lo mismo que había afirmado Evo Morales al enfatizar también que “los latinoamericanos resolvemos nuestros problemas”. En el mismo tono se pronunciaron Lula, Cristina Fernández y demás presidentes. Chávez en sus argumentaciones públicas en Caracas, afirma que con la reunión de UNASUR se le pone cierto límite a las pretensiones norteamericanas de apoyar más abiertamente a las tendencias más derechistas. Pero lo que no afirma –y lo corroboran algunos analistas internacionales–, es que con UNASUR, al mismo tiempo que destacan el rol de Brasil y Chile, que son vistos como interlocutores más confiables por EE.UU., se le pone límites al rol de Chávez tal como se expresó a la negativa por parte de éstos de que se hiciera referencia explícita a EE.UU. a petición de Venezuela, habida cuenta que la injerencia del imperialismo yanqui ha sido clara y notoria, a tal grado que se llegó a expulsar de Bolivia y Venezuela a los embajadores yanquis.

Si bien es cierto que es la primera vez que frente a un conflicto que atraviesa un país latinoamericano no es convocada la OEA (más allá de la presencia de Insulza) ni la presencia directa de los norteamericanos, también es cierto que las resoluciones tomadas no apuntan en ningún sentido a la liberación del sometimiento de Bolivia y del resto de los países latinoamericanos por parte del imperialismo. Lo que podríamos afirmar es que esto se enmarca en la nueva situación geopolítica mundial y el renovado regionalismo en América Latina.

Esta “integración” del nuevo sudamericanismo, de la que se vanaglorian todos los gobiernos, en nada tiene que ver con los intereses de los trabajadores y los pueblos, ni sirve a emancipación alguna ni mucho menos. Es que en verdad a estos gobiernos les interesa poco la situación real del pueblo boliviano y las masas explotadas del continente, y lo que más les preocupa a todos estos sectores es “mantener el orden” con sus propios recursos bajo pretextos de defensa de la “democracia”. En concreto, los gobiernos reunidos en la UNASUR persiguen el principal objetivo de desviar definitivamente a un callejón sin salida a los trabajadores y el pueblo. No les importan los reclamos de tierras de los campesinos ni que se realice la nacionalización completa y definitiva de los recursos hidrocarburos. Sólo quieren garantizarse –en el caso de los países vecinos- que les manden el gas y que no haya desestabilización. Este es el contenido bastante claro de la UNASUR, al que contribuye directamente la política conciliadora de los gobiernos de Evo Morales y Hugo Chávez.

Estos gobiernos latinoamericanos, desde los “progresistas” hasta los “nacionalistas y populares”, han venido asegurando la “contención” de la lucha de masas para preservar la propiedad y las posiciones esenciales de las clases dominantes. Por ello, a pesar de las promesas y discursos, no se ha tocado ninguna de las bases del atraso, la dependencia y las enormes contradicciones sociales que hay en cada país de nuestro continente. Un continente donde el empobrecimiento y el hambre de grandes sectores de la población son enormes; como también la concentración de la tierra, los recursos naturales y los medios de producción en manos de los monopolios imperialistas y de algunos grandes grupos capitalistas locales. Por eso no son alternativa para los millones de explotados de la región.

Hoy es más importante que nunca pelear para que los trabajadores y los oprimidos latinoamericanos nos armemos de una perspectiva política independiente, levantando nuestro propio programa y uniendo, detrás de la clase obrera, a los sectores populares empobrecidos. Esta es la única forma de luchar consecuentemente, y nada podemos esperar de reuniones como esta, ni tampoco de gobiernos como el de Evo Morales que terminan atando de pies y manos la movilización de las masas, llevándola aun callejón sin salida en nombre de la conciliación con los empresarios y las transnacionales, imposibilitando una lucha seria contra la reacción. Sólo con la movilización y la autodefensa de masas podemos derrotar a la derecha “autonomista”. Hoy, la solidaridad internacional es urgente y es la única que puede fortalecer la lucha de los trabajadores y el pueblo boliviano.

¡Para derrotar a la derecha en Bolivia, movilización nacional! ¡Huelga general y autodefensa obrera y campesina! ¡Es posible desbaratar la asonada autonomista!

¡Abajo las tentativas golpistas en Venezuela!

¡Por una política propia y de independencia de clase de los trabajadores y trabajadoras de América Latina!

¡Fuera yanquis de Bolivia, Venezuela y de toda América Latina y el Caribe!

Caracas, 15 de septiembre de 2008

Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)

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