No estamos frente al caso de
un amigo que le pidió prestado
a otro porque no tenía
para pagar el servicio telefónico.
La deuda externa es un
grillete al tobillo de nuestro
país. Sólo en octubre el gobierno
pagó vencimientos
de deuda por el orden de los
US$7.132 millones.
¿Por qué nos endeudamos?
Nuestro papel de abastecedores
de energía al mercado
mundial e importadores de
casi todo lo demás; sobre
todo bienes intermedios y
bienes de capital, que pesan
muchísimo sobre nuestra
balanza comercial siendo
un 78% del total de nuestras
importaciones [1].
Un saqueo histórico
Otro factor que ha creado
la deuda externa es de tipo
histórico. Nuestro país ha
sido saqueado por capitales
extranjeros desde mediados
del siglo XIX hasta hoy.
El capital inglés y alemán
que monopolizaba nuestro
comercio exterior fugaba
hacia fuera todas las ganancias
que obtenía, descapitalizando
al país. Luego
llegaron las transnacionales
petroleras, a comienzos del
siglo XX que se llevaban en
banda las ganancias de exportación.
En el periódico
“AHORA”, en 1936, Juan de
Guruceaga, denunciaba
que de cada 12 Bs. que exportaba
Venezuela, 11 iban
a manos extranjeras [2]. Si
sacamos cuentas, daremos
con un desangramiento gigantesco
de recursos nacionales
hacia las potencias.
Es decir, los imperialistas
primero nos saquean llevándose
nuestros recursos
naturales y las divisas que
genera su venta, luego nos
“prestan” para aumentar de
esa manera su poder sobre
nosotros. Ese acto de llevarse
“sus” ganancias para los
países de origen que “invierten”
acá contribuye a
debilitar nuestras reservas
de divisas y hace que el país sea
más vulnerable a la necesidad
de pedir prestado a la banca
usurera extranjera. Así se fue
acumulando una deuda histórica
que pesa sobre el país y sus
recursos.
¿Por qué seguir
reconociendo este
mecanismo de
expoliación?
Cada dólar que se paga en deuda
externa pudiera ser invertido
en el país para ampliar el acceso
del pueblo trabajador a la salud,
la educación, el deporte, la
vivienda y el transporte público
gratuito, por ejemplo. Y además
de eso, pudieran ser invertidos
también en maquinaria y equipos
para diversifi car nuestro
aparato productivo y multiplicar
la capacidad productora
del país, haciéndolo menos dependientes
del extranjero. Para
hacernos una idea del peso de
este gasto, el año pasado el gasto
en deuda externa (5804 millones
$) fue mayor que el gasto
en salud (5022 millones $), y
casi igual que los gastos de seguridad
social (6239 millones $)
y educación (7326 millones $).
La clase trabajadora debe oponerse
al pago de esta deuda que
termina siendo un peso sobre
nuestros hombros, porque somos
los del pueblo trabajador
quienes padecemos la sangría
de estos recursos.
¡Primero las necesidades
de las mayorías del país!
Primero deben estar los intereses
de sus mayorías trabajadoras
y pobres: no puede ser que para
alimentar la sed de ganancia de
un puñado de usureros que viven
en la opulencia, tengamos
cientos de miles de familias sin
una casa digna, gente que se
nos muera porque no tiene la
plata para pagarse una operación
o tratamiento costoso que
no lo hay en la salud pública,
escuelas con hacinamiento de
niños y maestras mal pagadas
(impidiendo una educación de
calidad para el pueblo). Es una
cuestión de defensa elemental
del derecho de nuestro pueblo
trabajador a no tener que
soportar una vida de penurias
y precariedades, ante la usura
chupasangre. ¡Ya bastante nos
han robado y también hemos
pagado varias veces esa deuda!
Una lucha por dejar de pagar
esta deuda seguro implicará la
férrea oposición del imperialismo
y un sabotaje contra nuestra
economía, lo cual signifi ca que
seguramente habrá de darse
una enorme movilización obrera
y popular contra los usureros
extranjeros y para enfrentar el
sabotaje. Pero el objetivo lo merece,
y además nuestro pueblo
ha demostrado tener capacidad
de lucha. ¿Es o no es cierto que
en abril de 2002 derrotamos,
por primera vez en la historia
de América Latina, un golpe
patrocinado por el imperialismo
estadounidense? ¿Acaso
el gobierno de Chávez en sus
momentos más inestables no
se sostuvo gracias al apoyo decidido
y combativo del pueblo
trabajador, cuando casi toda la
burguesía nacional y la mayoría
de la clase media acomodada
están junto al imperialismo tratando
de tumbarlo? ¡Los pueblos
son capaces de lograr grandes
objetivos de emancipación
cuando se lo proponen! Nuestra
historia y la de América Latina
lo demuestran. Decir ¡basta de
pagar esa deuda oprobiosa!, es
un gran debate nacional que
debe darse, sobre todo entre el
movimiento obrero y la juventud
de izquierda.