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Martes 7 de octubre de 2014

TEORÍA

El comunismo en Marx y Trotsky

Por Matías Maiello


¿Qué es el comunismo? ¿Se trata solo de una idea o expresa un “movimiento real” como decía Marx? ¿Qué tipo de sociedad es la sociedad comunista? ¿Cuáles son los principales debates sobre la estrategia para conquistarla? ¿En qué consistió el aporte de León Trotsky? ¿Qué conclusiones extraer de la rica experiencia del siglo XX? ¿Cuál es la actualidad del comunismo hoy? Estas son algunas de las preguntas que aborda en la nueva serie de cursos que comenzó a realizar el IPS “Karl Marx” de Argentina. La LTS reproduce la parte central del artículo "El comunismo en Marx y Trotsky" por su importancia, publicado originalmente en La Izquierda Diario. Para estos cursos sobre “Comunismo, estado y revolución” que señala el articulista, TVPTS ha realizado un nuevo capítulo doble de la serie “Marx ha vuelto” que ya ha superado las 50 mil visitas en internet.

Discutir el comunismo hoy

En el Manifiesto Comunista, publicado por primera vez en 1848, Marx y Engels decían que “es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero, sus conceptos, sus fines y sus tendencias”. Desde aquel entonces, mucha agua pasó bajo el puente. La clase obrera demostró que era capaz de tomar el cielo asalto, ya desde el siglo XIX con la Comuna de París de 1871. En 1905 tendrá lugar la primera revolución rusa y doce años después, en 1917, los trabajadores a la cabeza de una alianza con los campesinos tomarán el poder en Rusia poniendo en pie el primer Estado obrero de la historia, e inaugurando un siglo repleto de revoluciones y procesos revolucionarios. Pero también la palabra comunismo ha sido asociada con regímenes como el de Stalin en la Unión Soviética que impusieron dictaduras burocráticas sobre los trabajadores.

Hoy, a más de 170 años, en el marco de la crisis mundial del capitalismo, el creciente guerrerismo imperialista y los nuevos fenómenos de la lucha de clases que atraviesan el globo, aquel gesto inaugural de los autores del Manifiesto Comunista llamando a exponer qué es el comunismo, vuelve a ser una cuestión de primer orden para recuperar al comunismo como perspectiva de liberación de los trabajadores y con ellos de la humanidad de toda explotación y opresión.

¿Por dónde empezar?

Para estos debates la primera pregunta a responder consiste en qué es el comunismo. Para Marx se trata de “una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social”. El comunismo es la conquista de una sociedad sin Estado, sin clases sociales, libre de explotación y de toda opresión.

Ni Marx ni Engels fueron los primeros en hablar de comunismo o socialismo, tampoco los únicos en su época. Había muchas corrientes que lo hacían pero concebían al socialismo como una utopía, como la construcción de una sociedad ideal al margen de la existente. Robert Owen en Inglaterra, Charles Fourier y Étienne Cabet en Francia, fueron algunos de los grandes inspiradores de estas tendencias que concibieron comunidades ideales, democráticas, fundadas en relaciones de igualdad.

Marx y Engels se inspiraron en muchos de los temas de aquellos socialistas utópicos, sin embargo, para ellos el socialismo no era un ideal al que debía adaptarse la realidad, sino un objetivo que surgía de la lucha misma de la clase trabajadora contra la explotación capitalista, así como de su lugar en la producción. “Llamamos comunismo –decían- al movimiento real que anula y supera el estado de cosas existente”.

Este “movimiento real” se expresa en la lucha constante de la clase trabajadora por liberarse del trabajo como imposición. Una lucha que va desde “robarle” minutos al patrón y a la máquina, desde las luchas históricas por la disminución de la jornada de trabajo o el control obrero, hasta los grandes procesos revolucionarios donde la clase obrera lucha por el poder.

Esta aspiración tiene bases profundas. Marx y Engels no sólo descubrieron como fundamento del sistema que la ganancia capitalista surgía del “robo” de una parte del trabajo realizado por los obreros, sino también que el propio desarrollo de las fuerzas productivas (maquinarias, organización del trabajo, destreza de los obreros, etc.) bajo el capitalismo es la base material que permitía aspirar a conquistar una sociedad de productores libres asociados.

Pero para ello es necesario poner los enormes avances de la ciencia y de la técnica moderna al servicio de las necesidades sociales y no de la ganancia. Y de esta forma, hacer posible la disminución del tiempo que cada individuo dedica al trabajo hasta que represente una porción insignificante y que las personas puedan dedicar sus energías al ocio creativo de la ciencia, el arte, y la cultura, y desplegar así todas las capacidades humanas.

El comunismo y la experiencia del siglo XX

Sobre estas bases que reseñamos muy brevemente en los párrafos anteriores, es que para Marx la perspectiva del comunismo estaba indisolublemente ligada a que la clase obrera tomase el poder. No se trataba de construir comunidades cerradas que respetaran unos principios comunistas ideales sino de derrotar a la burguesía para poder avanzar hacia una sociedad libre de explotación y opresión. El único medio para lograrlo era desarrollar la lucha de clases y hacer la revolución.

Ahora bien, ¿cómo hacerlo? Las revoluciones siempre han sido la gran fuente de respuestas a esta pregunta. En su momento Marx y Engels vivieron la Comuna de París en 1871, de la cuál extrajeron la conclusión de que la clase obrera debía construir su propio poder, una dictadura del proletariado. La más amplía democracia para los trabajadores y los oprimidos, y una dictadura frente a los antiguos opresores y sus derechos de propiedad para poder avanzar en una transición hacia una sociedad comunista que termine definitivamente con el estado, las clases, la explotación, y la opresión. Este objetivo solo podría alcanzarse extendiendo la revolución a escala internacional. Pero la Comuna de París duró solamente dos meses.

En el siglo XX, el movimiento revolucionario de la clase trabajadora dio una experiencia muchísimo más amplia de la que los fundadores del marxismo llegaron a ver. La Revolución Rusa de 1917 demostró que la clase obrera podía hacerse del poder dirigiendo al conjunto de los explotados, conservarlo y establecer su propia dominación. Sin embargo, en la lucha por el comunismo ese solo podía ser el comienzo. El triunfo de la Revolución Rusa planteó todo un campo de acción nuevo en la historia, así como también nuevos problemas.

¿Cómo es que llega la clase obrera a dirigir la revolución en un país atrasado, como era el caso de Rusia? ¿Cuál es la relación entre el triunfo de los trabajadores a escala nacional y el desarrollo de la revolución internacional? ¿En qué consiste y cuáles son las condiciones una vez que se toma el poder para avanzar hacia el comunismo?

Estas y otras preguntas son las que León Trotsky, quien fuera junto con Lenin uno de los principales dirigentes de la Revolución Rusa, aborda y desarrolla en base a la experiencia de revolución en Rusia y toda la serie de procesos revolucionarios que atravesaron la primera mitad del siglo XX. Sobre esta base formuló la Teoría de la Revolución Permanente, una estrategia global para ligar el desarrollo de la revolución a la lucha por el objetivo de conquistar una sociedad comunista a nivel mundial.

Aquellas preguntas estratégicas marcarán el conjunto del siglo XX y hoy se hacen ineludibles para la reactualización de la perspectiva comunista en el siglo XXI. Como recordábamos al principio, Marx y Engels en su momento decían: “es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero, sus conceptos, sus fines y sus tendencias”. A diferencia de aquel entonces, hoy se trata de recuperar el comunismo de la pretensión de identificarlo con dictaduras burocráticas como la del estalinismo y reestablecer la relación inescindible entre libertad y el avance hacia el comunismo.

“La creación espiritual –decía Trotsky- necesita libertad. La idea comunista que trata de someter la naturaleza a la técnica, y la técnica a un plan para obligar a la materia a que dé al hombre todo lo que éste necesita, y mucho más, es una idea que se propone un fin más elevado: el de liberar para siempre las facultades creadoras del hombre de todas las trabas, dependencias humillantes o duras obligaciones. Las relaciones personales, la ciencia, el arte ya no tendrán que sufrir ningún plan impuesto, ninguna sombra de obligación.”

De aquí la importancia de estos debates (....).


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