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Jueves 12 de diciembre de 2013

ELECCIONES MUNICIPALES

Elecciones Municipales: Un “triunfo táctico” del gobierno de Maduro bajo la decadencia del chavismo

Por Milton D’León


Concluyeron las elecciones municipales, y al cierre de este artículo el chavista PSUV y sus aliados alcanzaban en total de votos, de acuerdo a cifras del Consejo Nacional Electoral, 5.216.522 votos, y la opositora MUD y adeptos 4.374.910 votos, cuando aún falta completar la totalización electoral. Esto se expresa al momento en un total de 242 alcaldías para el chavismo, 74 para la oposición, y unas 21 para sectores no alineados o disidencias, sobre un total de 337 alcaldías. Del conjunto de capitales de los distintos estados, 15 corresponden a los partidarios del gobierno y 8 a la oposición, siendo que el 75% de las 40 ciudades más pobladas del país fueron ganadas por el PSUV y su Gran Polo Patriótico, reteniendo la principal del Distrito Capital (Libertador-Caracas) con un 54,4%, y la oposición Maracaibo con 51,08% y otras ciudades muy pobladas del país como Valencia, San Cristóbal, Mérida, Barinas (baja sensible para el chavismo por ser la capital del estado de Chávez) además de la Alcaldía Metropolitana de Caracas que si bien es un cascarón vacío (por perder sus atribuciones reales con la creación del Gobierno del Distrito Capital, cargo designado por el Presidente) es simbólico ya que suman la totalidad de votos de toda el área metropolitana de la principal ciudad del país (aunque el chavismo arrasó en sus áreas más pobladas y pobres).

Un “triunfo táctico” del gobierno y una derrota parcial de la oposición

Estas elecciones municipales tenían una particularidad, se trataban de los primeros comicios en todo el país que se realizaban tras las críticas elecciones del 14 de abril donde Maduro apenas ganó con un 1,5% de ventaja sobre la oposición de derecha, y donde ésta se jugó a desconocerla tras varios días que tensaron la situación política nacional. El hecho de que eran unas municipales generalizadas en todo el país y se renovaban el total de las autoridades locales y sus respectivos consejos legislativos, hizo que la oposición de la MUD se jugara a transformarlas en un plebiscito nacional sobre la gestión de Maduro, lo que llevó a una actuación sobredimensionada de Capriles Radonski actuando como “Jefe de campaña” a nivel nacional recorriendo buena parte del país. El 14 de abril seguía presente más aún tomando en cuenta que a Maduro le había estallado en las manos la crisis económica y venía marcado por la debilidad de origen por un resultado tan cerrado, y la derecha se jugaba a que ese espectro nuevamente se materializara. Aunque el gobierno no admitió que las elecciones se transformaran en un plebiscito, también se jugó en este sentido y puso todas sus fichas a nivel nacional en la búsqueda de recuperar terreno con respecto a las elecciones anteriores, y en este sentido se movieron todas las fuerzas del chavismo y sus aliados a sabiendas que si el escenario del 14A se repetía o aún más si era superado, sería el desfiladero directo a una crisis mayor y de escenarios impredecibles como expresión más directa de la ausencia de Chávez.

Ambas fuerzas se movieron entonces para transformar estas elecciones municipales en un gran test nacional y este fue el principal contenido que tuvieron y de las que se derivaban obviamente el mayor control o no de alcaldías a nivel nacional. Tomando el resultado electoral desde este ángulo donde el gobierno le ha sacado un poco más del 9% de diferencia en los votos absolutos a nivel nacional dejando atrás por el momento el escenario del 14A, la oposición de la MUD con Capriles a la cabeza ha salido derrotada. Del otro lado, en lo inmediato, el gobierno ha obtenido un “triunfo táctico” que le da cierto aire coyunturalmente en el marco de un chavismo que ha quedado sin liderazgo político tras la muerte de Chávez y que lo ha debilitado como partido de contención. Este resultado le ha concedido al gobierno salir de la sombra que lo cubría desde el apretado resultado de abril, y le da aire político que le permite tomar la iniciativa, luego de estar cruzado por su debilidad de origen y sometido a una fuerte crisis económica. Pero como explicaremos más adelante, este avance táctico no significa que el chavismo haya salido de su debilidad estratégica en su decadencia política, pues si bien el gobierno en los últimos dos meses arreció con medidas económicas buscando actuar sobre las consecuencias de la crisis económica (en especial los altos precios), con movimientos sobre todo en el orden de medidas económicas inmediatistas que le favorecieron para alejar el espectro del 14 de abril, para nada significa superar la fuerte crisis económica por la que está cruzado.

Si bien la oposición sale derrotada, esta derrota es parcial. Si tomamos los votos totales en su conjunto, no se ve que el gobierno le haya asestado un golpe demoledor. El ganar en ciudades emblemáticas del país, y el significativo porcentaje de segunda fuerza política, le permite continuar siendo una gran fuerza actuante aunque por el momento quede a la defensiva política. Seguramente vendrán los pases de factura interna en en la MUD, una coalición política con distintos intereses que cada tanto salen a la luz pública, y tras un resultado en el que fue el propio Capriles el impulsor de la política de plebiscito sea el que peor salga y no extrañaría que otro referente de la oposición le quiera disputar la supremacía nacional.

Un triunfo que no es suficiente para superar la debilidad estratégica y la decadencia del chavismo

El chavismo continúa como la fuerza mayoritaria, logrando sobreponerse, y dejando a la oposición a la defensiva siendo que no pudo superar aún al gobierno a sabiendas que vaticinaba que con Chávez desaparecido, tendría el camino libre para imponerse como proyecto nacional. Pero estos resultados electorales, por más que el gobierno los festeje (y no es para menos si tomamos en cuenta el susto que se llevaron en abril), no logra sacar al gobierno de la debilidad estratégica y de la propia decadencia del chavismo. Es que esta decadencia y debilidad estratégica se asienta en el agotamiento político del modelo del chavismo, que se profundizó con el fallecimiento de Chávez, y la dificultad de recrear las condiciones económicas y de relación con las masas en las que se asentó durante años, y que hoy están lejos de repetirse como cuando el gobierno contaba aún con margen para administrar las dificultades emergentes, apoyado en las buenas condiciones y el importante ingreso de dólares por la renta petrolera.

Un aspecto central más de fondo que ha venido impidiendo una crisis mayor del chavismo, es que han logrado cerrar filas para no mostrar fisuras sobre fracciones internas que es de público conocimiento que existen. Tanto en las presidenciales como en estas municipales buscaron no mostrar ninguna grieta apareciendo completamente unidos, cuestión que les ha permitido capear la crisis generada por la desaparición física de Chávez, la debilidad de origen de Maduro y la crisis económica que le explotó en sus manos. Pero el agotamiento del chavismo lo obliga a tener que hacer cada vez más esfuerzos que le vayan permitiendo mantenerse en el poder, si bien continúa siendo el actor central en medio de lo que se va construyendo como “poschavismo”, en el sentido de continuar siendo el principal sostenedor del orden social en el país, un rol que, como veremos, no ha generado justamente el visto bueno de la burguesía más tradicional.

Tensiones a futuro

Hasta el momento el gobierno de Maduro ha venido evitando realizar un ajuste en toda la línea como le reclama buena parte del empresariado y la oposición de derecha. Pero sí ha venido aplicando ajustes graduales e indirectos, empezando por la continua devaluación de la moneda y el acarreamiento de una alta inflación que devalúa el salario, que generan descontento en amplios sectores, que cada vez más se hace evidente como ha expresado el importante proceso de conflictos obreros por recomposición salarial. Así, es sumamente probable que la resistencia será mayor frente a los ajustes que le son necesarios realizar desde el punto de vista burgués. Esta política de ajustes a cuenta gotas, no hacen más que posponer y a la vez agrandar el costo futuro de los que tendrá que aplicar si lo medimos por la magnitud de la crisis económica. Por ejemplo, apenas terminadas las elecciones se hablaba del aumento de la gasolina y de tarifas centrales y la ya crónicamente anunciada devaluación.

La nueva Ley Habilitante que se le ha otorgado a través de la Asamblea Nacional (Parlamento) que controla el chavismo, y que le permitirá gobernar por decreto durante un año en ciertas áreas económicas, apenas buscará manejar la especulación estableciendo mayores controles de precios a sabiendas que las medidas económicas que le son necesarias pueden tener fuerte impacto en la población, y procura de esta manera paliar en la superficie las consecuencias de los futuros ajustes. El gobierno ha dado un giro en buscar mayores inversiones extranjeras, lo que implica desde ya mejores condiciones para las transnacionales para operar en el país y la facilidad para repatriar las ganancias en dólares (no es casualidad que las empresas puedan abrir cuentas en dólares en el territorio nacional y hacer uso libre en las transacciones internacionales en dicha moneda), además de un mayor control sobre la mano de obra. Las nuevas alianzas que el gobierno ya está estableciendo con importantes transnacionales van desde el área de electrodomésticos, alimentos, automotrices hasta las petroleras, estableciendo una serie de empresas mixtas entre el capital transnacional y el Estado. Los casos más visibles como los de la Samsung, Nestlé, la Peugeot, y el fortalecimiento de sus lazos con la Chevron y otras importantes petroleras y gasíferas, son apenas una muestra de cómo el gobierno busca lazos de salvavidas en el capital internacional. Una especie de neodesarrollismo tardío que al propio Chávez la fracasó, pero esta vez con el capital transnacional jugando un papel importante.

Como afirmábamos en un reciente artículo, en la actual “situación política, dos procesos se muestran como los más dinámicos: por un lado, la fuerte crisis económica y la decadencia del modelo económico del chavismo, por el otro, el aumento del malestar y luchas de amplios sectores de la clase obrera que han salido a pelear para recuperar lo que han venido perdiendo con la carestía de la vida y la devaluación de la moneda. Cruzado bajo estos dos elementos se mueve un gobierno débil, lleno de grandes cuotas de incertidumbre, lo que le dificulta también contornar la crisis económica”. Estos aspectos centrales se mantienen, y si bien el reciente triunfo táctico le despeja la sombra de la debilidad de origen y le da cierto aire para tomar la iniciativa con respecto a las fuerzas políticas opositoras, tiene un gran límite que es la resistencia que viene del movimiento obrero, un escenario bastante diferente al que estaba acostumbrado llegando a tildar de “enemigas” a las luchas obreras en curso, justo cuando se ve obligado a tomar medidas antipopulares para enfrentar la crisis económica.

Perspectivas

Que el gobierno haya capeado por el momento su debilidad , como hemos explicado, no implica en lo más mínimo que haya salido de la crisis estructural económica que debe administrar, así como de la debilidad estratégica en el marco de la decadencia del chavismo. El resultado electoral le permite recuperar cierto terreno en el plano electoral dándole un poco más de aire –más allá que ahora esté sobredimensionando su “triunfo táctico”-, pero esto tiene aún que transformarlo en fuerza política actuante, ahora obligado a realizar mayores ajustes. Es por eso que la situación nacional, como hemos venido sosteniendo, devendrá mucho más dinámica y agitada, y en este escenario es posible el desarrollo de las luchas de los trabajadores en un plano más fuerte y extendido . Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo seguimos apostando y haciendo esfuerzos concretos por la irrupción en la vida nacional de los trabajadores en cuanto clase con sus propias demandas y métodos de lucha, a la vez que libremos el combate por que la clase obrera conquiste su independencia política frente a las principales variantes burguesas, y levante un programa político propio ante los grandes problemas de la Venezuela profunda, luchando por la construcción de un partido de trabajadores revolucionario e internacionalista, en la perspectiva de un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.





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