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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Martes 17 de mayo de 2011

UNIVERSIDAD (UCV)

ELECCIONES DE DECANOS/AS: ¡ABSTENCIÓN ACTIVA!

La Hoja Zurda: Boletin Editado por LTS y estudiantes independientes


ELECCIONES DE DECANOS/AS

¡ABSTENCIÓN ACTIVA!

Para el 20 de mayo están convocadas las elecciones de autoridades para las facultades, y se nos invita, como cada cuatro años, a legitimar el poder de un reducido grupo de profesores/as, a entusiasmarnos y convalidar con su voto una “elección” en la que no tenemos posibilidad alguna de definir los resultados: es decir, en sentido estricto, no podemos realmente elegir, pero sí legitimaríamos todo el entramado de poder autoritario que nosotros mismos padecemos, ante el cual a menudo nos hayamos indefensos o en la impotencia.

A los obreros y empleados administrativos, a los profesores/as instructores/as, no se los toma en cuenta ni siquiera para legitimar esta elección, sencillamente es como si no existieran.

De manera que esto no es más que la puja interna de la casta profesoral por el poder en la universidad. Estando conscientes del carácter antidemocrático de este mecanismo, los y las estudiantes no debemos hacernos parte del juego, convalidando una fiesta ajena, que en nada nos pertenece, y al contrario debemos sumar esfuerzos con todos los sectores excluidos por esta “élite” autoritaria y autonombrada “superior” para denunciar y oponernos a esta farsa.

“SI ESTO NO ES UNA DICTADURA, ¿QUÉ ES?, ¿QUÉ ES?”

La “democracia universitaria”: uno de los regímenes más autoritarios de esta sociedad

Después del régimen de los lugares de trabajo –donde el autoritarismo y el totalitarismo capitalista se muestran sin contemplaciones, pues allí no hay mayoría que valga, solo mandan los dueños y los jefes–, el régimen universitario es, junto al de las Fuerzas Armadas y el de las instituciones religiosas, de los más autoritarios y antidemocráticos que existen. El “talante democrático” de esta sociedad de clases tiene aquí una clara expresión: un sistema jerárquico, basado en la diferenciación arbitraria e interesada entre una “élite académica” que no sólo se abroga la exclusividad de la “producción y transmisión de conocimientos”, sino además de gobernar sobre todos los aspectos de la universidad y sobre la inmensa mayoría de los que formamos parte de la comunidad universitaria. En la UCV, más de 70 mil personas damos vida a la universidad, pero sólo de una minoría de aproximadamente 5 mil profesores con escalafón pueden salir los elegibles y los electores reales: ¡una verdadera casta!

Y este carácter antidemocrático del sistema de gobierno no es exclusividad de las universidades autónomas, también es una realidad en las semiautónomas, experimentales o las controladas directamente por el gobierno.

¿CUÁNTO VALE EL VOTO ESTUDIANTIL?

Igual al número total de profesores votantes multiplicado por 0,25 y dividido entre el número total de estudiantes. Para las últimas elecciones (mayo 2008), si el total de profesores con escalafón votaban (5.200) y lo hacía también el total de estudiantes (41.670), el voto de cada estudiante sería igual a 0,031 el de un profesor. Cada estudiante vale para la elección 33 veces menos, o dicho de otra manera, ¡tendríamos que juntarnos 33 estudiantes para sumar 1 voto!
En el caso un profesor sin escalafón, una empleada o un obrero, son iguales a 0, no cuentan para nada en esta “democracia universitaria”. Viéndolo bien, un estudiante también está más cerca de valer 0 que de valer 1.

NEGACIÓN TOTAL DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LOS EMPLEADOS Y OBREROS

En el caso de los trabajadores y trabajadoras que no cumplen funciones académicas, la negación de sus derechos políticos elementales es total: como todos los demás, son un sector indispensable en el funcionamiento de la universidad, pero no pueden elegir ni ser elegidos a ninguna instancia.

LA EXCLUSIÓN DEL “BAJO CLERO” PROFESORAL

La muy “secular” y “liberal” academia cree realmente que la universidad es como una orden religiosa, y de esa manera es que imagina el ideal de organización de los roles y cadenas de mando del gobierno universitario, por eso condena incluso a un gran número de trabajadores académicos (docentes) a ser parte de algo así como el “bajo clero”, negándoles también el derecho político a votar y a postularse.

¿ELECCIONES DE AUTORIDADES O DEL SINDICATO DE LA ÉLITE PROFESORAL?

Las elecciones de autoridades universitarias parecieran en realidad las elecciones de un organismo de la casta profesoral, pues mientras cada gremio universitario tiene sus instancias representativas a las cuales elige, cuando se trata de definir las autoridades que gobiernan sobre toda la universidad y sobre todos los gremios, solo los profesores con escalafón pueden presentar candidatos y definir la elección.

ARISTOCRACIA

Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por una clase
social privilegiada, un reducido número de ciudadanos que, teóricamente, son los más calificados para gobernar, ya sea por razones de linaje, intelectuales o de riquezas.

El argumento “duro” de la casta ilustrada:
“no es un asunto político, es una cuestión académica”

Con mucha “profundidad” y “sapiencia”, la minoría interesada en mantener sus queridos privilegios argumenta que la universidad es una “comunidad académica” y no política, y por tanto no pueden aplicarse criterios de mayoría o minoría, de igualdad, de democracia, etc., porque son criterios políticos, ajenos a la naturaleza académica de la universidad. Pero, ¿es así?, ¿realmente es solo un asunto “académico” sin ninguna “contaminación” con “lo político”? En una sociedad dividida en clases, donde la vida transcurre desgarrada por contradicciones y conflictos sociales de todo tipo, donde unos pocos se enriquecen sobre la explotación y el empobrecimiento de muchos, presumir una institución “académica” que nada tiene que ver con esto, no puede ser sino producto de la ignorancia más grande o de unas ganas descomunales de mentir.

1

La verdad es que mientras vivamos en una sociedad de clases, el conocimiento y la academia difícilmente serán un “fin en sí mismo”, no están ajenos a los problemas, intereses encontrados y pugnas propias de esta sociedad. Por eso, la “academia” es también un espacio político, de disputa de intereses sociales, y las instituciones académicas cumplen un rol clave en la impugnación, sostenimiento o reproducción del orden social existente. Es decir, un rol político. ¡Por lo general, ese rol es conservador, a favor del orden, porque lo naturaliza, lo supone, pero no lo cuestiona: toma este orden social como “normal”, como el terreno “natural” e inamovible y, paso seguido, desarrolla los estudios y las respuestas a los síntomas, sin preocuparse por la enfermedad!
Ocultar todo esto y vetar la participación de la comunidad universitaria y de las grandes mayorías sociales en la conducción de las universidades, atrincherándose en el argumento de la “esencia académica” –esa cosa casi celestial de la que sólo pueden conocer y beber unos pocos elegidos– es un descaro, y habla por sí mismo de la poca seriedad y honestidad de quienes ostentan el poder en las universidades.

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Una vez clara esta primera cuestión, digamos además de que estos “académicos” se abrogan la potestad exclusiva de decidir sobre: a) los aspectos académicos, algo cuestionable, pues estos, en mayor o menor medida –dependiendo del área, la disciplina, etc.– revisten también un carácter social y político; b) y también todos los demás aspectos: económicos, administrativos, laborales, jurídicos, culturales, deportivos, reivindicativos, gremiales, de seguridad, de promoción académica, normas de convivencia, sanciones, etc. En fin, ¡son un verdadero gobierno! ¡Y eso es político! En nombre de “la universidad”, se relacionan con la empresa privada, los banqueros, el gobierno nacional y los gobiernos locales, etc.

Del autoritarismo académico al autoritarismo político

La manera como conciben el proceso mismo de producción de conocimiento lleva implícita un autoritarismo que es trasladado también al terreno del régimen político de la universidad. Es llamado proceso de “enseñanza-aprendizaje”, estableciéndose desde sus fundamentos una unidireccionalidad total, pues hay unos que enseñan y otros que aprenden, el que enseña no aprende, porque “ya sabe”, y el que aprende no enseña, porque “no sabe”. El profesor sería el portador del conocimiento, la verdad y el no-error, el alumno el depósito a ser llenado por el conocimiento. El acceso, la búsqueda y validación del conocimiento pasan por el criterio del que enseña. Este fundamento que, aún con variantes y con pocas excepciones, da bases al quehacer académico de la universidad, sirve de base también para el planteamiento posterior de la cualidad exclusiva de unos pocos para gobernar la universidad.

Así, la pretendida escisión entre lo académico y lo social-político, y la concepción superficial y autoritaria del proceso de búsqueda y producción de conocimientos, son los pilares ideológicos para fundamentar el dominio de un reducido grupo sobre el conjunto de la comunidad universitaria.

La “esencia académica”… ¿o exclusividad para los privilegios, el abuso de poder y el complicidad?

Del carácter restringido y cerrado del acceso al poder en la universidad se desprende, como no podía ser de otra manera, un entramado de complicidad y privilegios. Tras la defensa de la “esencia académica” del ejercicio del poder en la universidad, muchos esconden en realidad la defensa del “derecho” a usar y abusar del poder con el que cuentan sin que nadie los cuestione, o incluso la posibilidad de hacer chanchullos y negocios con los recursos y espacios de la universidad sin que nadie los controle. Son un secreto a voces las prácticas del amiguismo, el clientelismo, los abusos de poder, los negocios particulares con recursos de la universidad, los “favores”, etc. ¡Todo eso en nombre de la “esencia académica”!

Un ejemplo extremo, como el caso del doctor y ex rector Chirinos, muestra claramente la falacia de la supuesta idoneidad exclusiva de este grupo para gobernar la universidad, muestra que no son poseedores de cualidades morales o principios superiores, y también delata la complicidad hasta en casos así. No hubo ningún pronunciamiento, aún cuando este personaje ocupó, por decisión de la potestad exclusiva de la casta profesoral, el más alto cargo de poder político de la universidad –desde donde pudo haber sido cómplice o promotor de situaciones similares de abuso de poder y agresiones. El silencio cómplice vale con tal de no evidenciar la gran falsedad sobre la “probidad exclusiva” de los “académicos” llamados a gobernar la universidad.


¿QUÉ PROPONEMOS PARA UNA DEMOCRATIZACIÓN RADICAL DEL GOBIERNO UNIVERSITARIO?

¡VOTO UNIVERSAL: 1 PERSONA = 1 VOTO!

Ninguna proporción del voto, ninguna exclusión de ningún sector o miembro de la comunidad universitaria. Nuestro voto vale igual para elegir presidentes, diputados, gobernadores y alcaldes, debe valer igual para elegir autoridades universitarias. ¡Nuestra opinión no vale 0,031%! ¡La opinión de los profesores instructores y contratados, de los obreros y empleados no vale 0%! Derecho de todos y todas a votar en igualdad de condiciones.

¡DERECHO DE TODOS Y TODAS A SER ELEGIDOS!

No basta con el derecho a elegir si no se puede ser elegido. Obtener el derecho a votar en igualdad de condiciones pero pudiendo elegir sólo de entre los candidatos de una casta sería una democratización a medias. La “ciudadanía” es incompleta si solo el profesorado con escalafón puede proponerse como dirección de la universidad, si solo ellos tienen el derecho a postularse para gobernar. Estudiantes, trabajadores académicos y no académicos, debemos tener derecho a organizarnos libremente para disputar la dirección de las universidades. Y no necesariamente manteniendo los compartimentos corporativos que rigen hoy, sino que también poder organizarnos transversalmente: es decir, poder postular equipos rectorales o de autoridades mixtos, donde confluyan estudiantes, docentes, empleados y obreros en una misma propuesta, agrupados de acuerdos a sus posiciones ideológicas y políticas. Esto, de hecho, es lo que ocurre hoy, solo que los únicos que pueden hacerlos son el grupo reducido de profesores y profesoras con escalafón.

¿Un empleado rector? ¿Un obrero decano? ¿Un estudiante como autoridad universitaria?

El pensamiento conservador del status quo reacciona automáticamente contra esta idea de plena ciudadanía en la universidad. Nos limitaremos a algunos ejemplos o argumentos específicos. Una persona perteneciente a la clase trabajadora, la clase más grande del país, la que lleva sobre sus hombros la producción de riquezas y también el peso de la explotación y las miserias, ¿por qué no puede estar a la cabeza del gobierno de una institución que juega un papel político y social tan importante como la universidad? Sí puede ser diputado o diputada y estar en la Asamblea Nacional decidiendo del destino del país, ¿pero no puede formar parte del gobierno de una universidad? ¡Incluso puede un obrero llegar a gobernar un país de 190 millones de habitantes, como Brasil! ¿Pero no puede ser rector de una universidad?

En el caso de los y las estudiantes opera algo similar. Una persona de 16 años en adelante puede legalmente ser parte del aparato productivo del país, es decir, ofrecer o emplear su capacidad de trabajo para producir riquezas; con par de años más, en un contexto de guerra puede “defender la patria”, es decir poner en juego su vida “por el país”, o en “tiempos de paz”, puede formar parte de los cuerpos represivos (de “orden público” y “seguridad ciudadana”) y arma en mano garantizar la “paz” y “tranquilidad” de esta sociedad; también se puede postular para ser diputado o diputada nacional, y de ser electo, podría incluso ser presidente o presidenta de la Asamblea Nacional. ¿Pero no puede ser autoridad universitaria?

¡COMPOSICIÓN PROPORCIONAL DE LOS ÓRGANOS DE GOBIERNO!

Abajo la exclusión en los órganos de gobierno y “co-gobierno”. La enorme sobrerepresentación de los profesores con escalafón y la exclusión de instructores, contratados, empleados y obreros, son una de las bases del autoritarismo del régimen universitario. Todas las instancias de gobierno deben estar conformadas por representación de todos los sectores de la comunidad, en proporción al número real de sus miembros en la comunidad.

¡REVOCABILIDAD PERMANENTE DE TODOS LOS CARGOS!

El gobierno de la universidad debe estar sometido a la voluntad de la comunidad, de las bases universitarias, por lo que todos los cargos deben poder ser revocables en cualquier momento por sus respectivas bases. Las elecciones son apenas una fotografía de un momento de la voluntad política de las bases, esa conciencia política puede variar, puede modificarse con el tiempo o con situaciones nuevas, el elegido o la elegida pueden distanciarse de lo que las bases votaron, y muchas otras variantes. Para que la voluntad de los “representantes” no se ponga “por encima” de los “representados”, la revocabilidad en cualquier momento que las bases lo decidan es una condición necesaria.

¡ASAMBLEAS: MÁXIMAS INSTANCIAS DE DECISIÓN!

Los cuerpos de gobierno y co-gobierno no pueden ser unas instancias que una vez electas gestionen sin contar con la opinión y voluntad de las bases de la comunidad. Para todos los asuntos, decisiones y situaciones trascendentales, la figura de los debates y decisiones en asambleas debe ser la norma. Asambleas por escuela, facultad y dependencia, como máximas instancias de decisión y de soberanía política de la comunidad.

¡el gobierno de la universidad no es asunto exclusivo de una élite!
¡abajo el poder aristocrático! !paso al poder de tod@s!


100% arrastrados… … + UNIDAD con las autoridades

Ante todo este panorama, los partidos y grupos políticos de la derecha que hacen vida en el movimiento estudiantil se muestran, por supuesto, completamente del lado de este orden de cosas. Los grupos aupados por Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, Primero Justicia, Copei, etc., como “100%”, “+ Unidad” o “Justicia Universitaria”, que controlan la FCU y la gran mayoría de los Centros de Estudiantes, en lugar de conducirse como representantes de los intereses y derechos de los estudiantes lo que hacen es abrazarse con las autoridades.
Los que se le presentan al país como los abanderados de la “libertad” y la “democracia”, se arrastran por completo ante el sistema autoritario y antidemocrático de gobierno de la universidad, convalidándolo plenamente.


El gobierno, la izquierda que lo apoya y la lucha por la democratización radical de las universidades

Una reflexión necesaria

El gobierno nacional habla de democratizar el gobierno de las universidades. En ese punto, pareciera que coincide con la lucha contra el régimen antidemocrático imperante en las universidades venezolanas. Sin embargo no es así, pues como sabemos, esas ganas de democratizar se frenan bruscamente en la frontera de las universidades que este controla directamente: allí tampoco la comunidad universitaria puede elegir su gobierno -que en muchos casos es nombrado directamente desde el Ejecutivo-, y hasta se impide la organización de centros de estudiantes u otras formas que libremente decidan los y las estudiantes, pretendiendo imponer desde arriba las formas supuestamente "revolucionarias" de organización estudiantil. Por eso, su “lucha por la democracia en las universidades” carece de credibilidad y es más bien un arma a usar a conveniencia de acuerdo con la pugna política del momento.

Hoy, la mayoría de los grupos estudiantiles afines al proyecto de Chávez se oponen a las elecciones de decanos/as, a diferencia de pasadas elecciones de autoridades en las que muchos de estos grupos no se opusieron sino que las avalaron –incluso apoyando candidatos que no tenían ningún programa democrático radical–, actuando bajo la lógica gubernamental donde lo importante era tratar de tener un rector o un decano afín al gobierno nacional. Este posicionamiento actual nos parece un avance. Sin embargo, deben dar esta pelea por democratizar realmente el gobierno de las universidades no sólo en las autónomas sino en todas, incluso las que controla su propio gobierno, si se quiere ser consecuente con el discurso que se levanta. Esto nos parece clave porque la lucha contra el poder de la casta profesoral universitaria no es a favor del poder del Estado-gobierno, como se expresa en las leyes educativas y universitarias que este promueve, sino a favor de la democracia directa de los trabajadores, estudiantes y docentes, e incluso de las organizaciones de los trabajadores y el pueblo pobre.

En las corrientes que forman parte del PSUV, o en grupos que aún por fuera del PSUV apoyan o simpatizan con Chávez, hay quienes se reclaman “críticos” y “autónomos”. Hay allí compañeros y compañeras que honestamente quieren luchar por una verdadera democratización de las universidades –no a favor de la burocracia estatal sino de la democracia directa. Suponemos que estos compañeros que se reivindican anticapitalistas y revolucionarios coincidirán con nosotros en que la lucha por una radical democratización de las universidades está ligada a la perspectiva más amplia de luchar porque estas estén al servicio de las luchas y los intereses de las clases explotadas y empobrecidas. Sin embargo, para ser consecuentes con esta pelea deben romper su subordinación política y estratégica al gobierno. ¿Se puede luchar realmente por una universidad al servicio de los explotados si al mismo tiempo se apoya a un gobierno cuyo proyecto implica la continuidad de la explotación capitalista (“desarrollo nacional” mediante alianza del Estado con burgueses “nacionalistas” y capitales imperialistas “amigos”)? ¿Se puede luchar por una educación para la emancipación de los explotados y oprimidos, y estar con un gobierno que quiere educar “republicanos” y profesionales para un “desarrollo nacional” burgués? ¿Se puede estar del lado de los explotados y apoyar un gobierno que desarrolla leyes y políticas que criminalizan las luchas más decididas de los explotados? Al tiempo que coincidimos en esta pelea hoy, llamamos a estos compañeros y compañeras a hacer esta seria y necesaria reflexión.


Asambleas, debates, movilizaciones y agitación para oponernos a estas elecciones

Creemos que la mejor manera de dar pie a una expresión real y masiva de repudio a estas elecciones es impulsando, en donde quiera que podamos, asambleas y debates con participación de estudiantes, obreros/as, empleados/as y profesores/as que resuelvan acciones concretas de oposición y rechazo. Hay que aprovechar la coyuntura para hacer de la cuestión democrática en la universidad un tema de debate masivo. Las asambleas, allí donde las haya, pueden ser un escenario para disputar influencia ideológica a las posiciones conservadoras y reaccionarias de quienes dirigen la universidad, y además pueden concretar pronunciamientos, movilizaciones internas, jornadas de propaganda y agitación para denunciar las elecciones, etc.

Algunos compañeros proponen una consulta pública. No nos parece la mejor manera de intentar desarrollar una oposición activa a estas elecciones: porque es someter a un acto electoral lo que es un derecho elemental, que no debe ser sometido a “consulta” sino luchado para imponérselo al poder mediante la movilización y la acción directa; y porque en lugar de impulsar un movimiento real y activo, puede conducir todo al terreno frío y limitado de depositar un voto. Adicionalmente, tiene el límite de que solo se consulta por el derecho al voto igualitario de todos y todas, pero no sobre el derecho de cualquier profesor/a, trabajador/a o estudiante a postularse y ser elegido, sin lo cual no hay una verdadera democratización, pues solo tendríamos la opción de escoger quién de los/as profesores/as con escalafón nos gobierna. Sin embargo, esto no es del todo excluyente con la política de discusiones públicas y asambleas que proponemos, las cuales llamamos a impulsar en común, y de concretarse la consulta, llamamos a votar en el mismo, aunque críticamente, por las razones expuestas arriba.





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