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Viernes 17 de abril de 2015

ECONOMÍA

Una crisis económica que se agudiza

Por Milton D’León


Desde mediados de marzo el gobierno de Maduro buscó sacar la atención de la crisis económica que vive el país, concentrando toda la política mediática gubernamental en el decreto injerencista de Obama con las sanciones a Venezuela. Sin embargo los problemas económicos tienden a agravarse y vienen recayendo sobre el pueblo venezolano.

Caída abrupta de las divisas

Un reciente anuncio sobre recorte de montos por viajes al exterior no sonó muy bien en el país, sobre todo entre las clases medias pero tampoco entre las medias bajas, trayendo de nuevo al tapete la sensación de incertidumbre en general sobre los rumbos de la economía. Uno de los argumentos de Maduro por las cuales se decidió a rebajar el cupo para viajeros y que de ahora en más estas operaciones pasen a ser administrado por la banca pública, se debió a que un banco privado (sin nombrarlo) “encabezó una mafia que permitió que una gigantesca cantidad de personas usaran sus tarjetas de crédito para “raspar cupos” sin viajar”, sosteniendo que un “cuarenta por ciento de las tarjetas usadas en el primer trimestre de 2015 era de titulares de personas que no viajaron”. Aunque en verdad, como diversos voceros gubernamentales sostuvieron, esto responde a “la necesidad de priorizar el destino de los dólares requeridos para otros sectores económicos” aludiendo a que “los venezolanos deben comprender las consecuencias de la caída de los ingresos de divisas provocada principalmente por el desplome en los precios del crudo” como afirmó el vicepresidente del PSUV y diputado al Parlatino, Rodrigo Cabezas.

Según un informe de la firma Barclays, el ahorro que significa la reducción de los montos para la asignación del llamado cupo viajero representa para el país un ahorro de unos 2.800 millones de dólares. Sin embargo este monto representa menos de un tercio de lo que tendrá que pagar este año por concepto de deuda externa. Es que el país vive momentos de sequía de divisas en función de la fuerte caída de los precios del petróleo (que bajó de 100 a 40 dólares el barril), justo cuando se enfrenta un déficit de caja de 26 mil millones de dólares para este año. El derrumbe del petróleo redujo de 70.000 a 35.000 millones de dólares los ingresos en divisas de Venezuela según cálculos de varios analistas económicos como el represente de Datanálisis, Luis Vicente León, pues el gobierno no difunde oficialmente estos datos.

Esto es lo que explica, además de los diversos ajustes internos que comienza a aplicar, el hecho de que el Banco Central de Venezuela lleva casi dos meses negociando con seis bancos extranjeros la emisión de un swap (una operación que implica empeñar una porción de oro por dinero fresco), por 1.500 millones de dólares para sus reservas ofreciendo 1,4 millones de onzas troy de oro. El respaldo serían las reservas internacionales en oro que aún se encuentran depositadas en el Banco de Inglaterra. Se trata de lo que popularmente se dice “vender las joyas de la abuela”.

Una contracción económica severa

Según los propios datos oficiales, el país vive una fuerte recesión económica, siendo que el cierre del PBI de 2014 fue de un 4% negativo (esto a pesar que la cesta petrolera venezolana cerró en 2014 con un precio promedio de 88,42 dólares por barril). Es decir, el país ya arrastraba una contracción económica cuando aún no había sentido de lleno el impacto de la caída abrupta de los precios del petróleo. Si en lo que va del año, tomando en cuenta el último registro de la semana, el precio del petróleo venezolano promedió se ubica en 45,21 dólares por barril, y nada indica al momento alguna recuperación acelerada del mismo, no es difícil imaginarse el crítico panorama por delante. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sostenía en la primera semana de abril que la economía del país retrocedería un 3,5 por ciento este año, un nivel más profundo que la caída del 1,0 por ciento que se preveía inicialmente. Ya el Banco Mundial había alertado en un informe de enero que para el 2015 Venezuela tendría una “brusca” desaceleración en 2015 de al menos -2%, y ya se encuentra revisando estas proyecciones. En cambio para el FMI, en un reciente informe de abril, calcula que la economía del país caerá 7%, y que en paralelo, la inflación mantendrá su ascenso imparable, llegando hasta un 96,8%, es decir, 30 puntos más que en 2014. Y los aumentos de precios de bienes y servicios no paran en Venezuela. La recesión supone una caída en la capacidad de producción, y esto se observa en todas las empresas, tanto las privadas como las públicas, así por ejemplo, las empresas en estatales no pudieron cumplir con el desempeño previsto para 2014, según cifras publicadas en las memorias y cuentas de los ministerios de Alimentación e Industrias.

Mientras tanto el bolívar sigue perdiendo su valor frente al dólar, acentuando una devaluación continua. Así la divisa norteamericana transada en el Sistema Marginal de Divisas (Simadi) se cotizaba al cierre de este artículo arriba de los 196 bolívares por dólar, mientras el dólar paralelo se establecía en 280 bolívares. Aunque si bien la cantidad de dólares que se transan por el Simadi, de acuerdo al BCV, apenas se acerca al 2% de las divisas que maneja el Estado, este fue creado justamente para frenar el dólar paralelo. Pero el resultado ha sido todo lo contrario, con un paralelo en una escala aceleradamente ascendente, y el Simadi acercándose a los 200, con un diferencial entre ambas cotizaciones cada vez mayor. Todo esto si observamos que el Gobierno no ha hecho subastas públicas en el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) desde hace varios meses, que hasta hoy mantiene en una cotización de 12 bolívares por dólar, en el marco de un complejo sistema cambiario que incluye también al dólar Cencoex que se mantiene a 6,30 bolívares y que es dedicado a los sectores de alimentos y salud, o lo “que se entienden como importaciones prioritarias”.

Todo esto en el marco de que el Gobierno se ve fuertemente apretado para hacerle frente a los compromisos internacionales por el sobreendeudamiento externo. Solo para recordar, desde el año 2008 en el país se comenzó una política de endeudamiento que se fue incrementando. Para ese año la deuda externa del país era de 29.863 millones de dólares, siendo que para 2014 ya alcanzaba la cifra de 44.461 millones, según datos del Ministerio de Finanzas. Mientras que las reservas internacionales para el 2008 eran de 43.127 millones de dólares, para el cierre del 2014 había caído a la cifra de 22.080 millones de acuerdo al BCV. Y son millonarios los vencimientos de los pagos que el Gobierno tiene que hacer este año y los siguientes, siendo que Maduro privilegia el pago de deuda externa, y como sostiene el analista Luis Vicente León “tiene como hacerlo con sacrificio”, planteando que “el costo de impago de deuda externa para Venezuela es infinitamente superior al sacrificio que debe hacer para pagarla”. Solo que el sacrificio recae sobre el pueblo, y no sobre los que se privilegiaron en todos estos largos años en la época de la bonanza petrolera.

La crisis ya es descargada sobre el pueblo

Esto es lo que explica los diversos ajustes que el gobierno comienza a aplicar, incluso metiéndole la mano al bolsillo de los sectores asalariados como se expresó con la recaudación fiscal de este año, donde pagaron más en concepto sobre el Impuesto sobre la Renta con respecto a otros años, justo cuando sus ingresos por la inflación han visto reducido su poder de compra. El indicador oficial del precio de los alimentos es el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y la Canasta Alimentaria Normativa, pero ya van más de noventa días sin que se den a conocer las cifras oficiales del INPC. En el país con mayores reservas petroleras mundiales hay problemas para obtener carne, leche, pollo, azúcar, café, harina de maíz, pero también pañales, papel higiénico, jabón y medicinas para males crónicos como tensión, diabetes o epilepsia. Y este jueves se autorizó el aumento en un 35% de las tarifas telefónicas en todas las operadoras tanto privadas como públicas.

Lo que es claro al momento no es solo la incertidumbre económica, sino sobre todo que la crisis es de la descarga de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo pobre, vía la inflación galopante, devaluación de la moneda y por tanto del salario, el aumento indirecto de impuestos con el ISLR, suspensiones laborales y despidos en la industria tanto estatal como privada, etc. Y será más aún, pues el desarrollo de la crisis tiende a empeorar paulatinamente las condiciones de vida de las masas trabajadoras y sectores populares, acumulándose un malestar social in crescendo. La necesidad de organización de los trabajadores, y su preparación para luchar para que la crisis no continúe siendo descargada sobre sus hombres se vuelve imperiosa, pero en el marco de luchar por una independencia de clase enfrentando tanto las políticas gubernamentales como también haciéndole frente a la demagogia de la derecha que busca capitalizar la crisis imperante.


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