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Jueves 5 de marzo de 2015

NACIONAL

A dos años de la muerte de Chávez el país vive bajo una gran tensión política

Por Milton D’León


El 5 de marzo de 2013, en horas de la tarde, el entonces vicepresidente se dirigía al pueblo anunciando el fallecimiento del presidente Hugo Chávez, producto del cáncer que se le diagnosticara a mediados de 2011. A dos años de la muerte de Chávez el país vive bajo una gran tensión política.

Maduro aprovecha el momento para cohesionar al chavismo

La muerte de Chávez causó una gran conmoción nacional con fuertes repercusiones internacionales, y no era para menos, se trata de la desaparición física de quien durante casi década y media gobernó Venezuela, encabezando un importante cambio de régimen político y un proyecto que lo llevó a ser el centro de importantes enfrentamientos políticos y sociales durante los últimos años, un proyecto político que concentró las expectativas y las esperanzas de la mayoría del pueblo trabajador, un líder de masas que ingresó a la historia política nacional hace dos décadas y desde entonces no salió de ella, al contrario pasó a ser la figura principal de la misma. Chávez tuvo además una gran influencia en América Latina.

Maduro no desperdicia el momento, y en función de esta conmemoración, organiza toda una serie de concentraciones y actos públicos, además de un conjunto de actividades, buscando continuar realzando la figura de Chávez, resaltando que su gobierno es la completa continuidad del de aquel, para cohesionar así al conjunto del chavismo, en momentos en su popularidad se encuentra en baja, e incluso comienza a ser cuestionada entre sectores chavistas del pueblo.

Las conmemoraciones comenzaron este jueves a media tarde, en el primer acto por el fallecimiento de Hugo Chávez en la Plaza Bolívar de Caracas, y fue transmitido en cadena nacional de radio y televisión, en el que Maduro manifestó que “no debemos permitir más nunca un 11 de abril”, en alusión al golpe de 2002 y en sintonía con las actuales denuncias de un supuesto golpe de Estado en curso. Al comenzar la noche, nuevamente Maduro volvió a realizar un segundo acto desde el llamado Cuartel de la Montaña, ubicado en la populosa barriada “23 de enero”, también en Caracas en el que reiteró que las elecciones parlamentarias sí se llevarán a cabo este 2015, manifestando que “les digo a los estúpidos de la agencia Efe truene o relampagueé este año habrá elecciones parlamentarias en Venezuela y además la vamos a ganar por paliza del pueblo”.

El papel de Chávez

No tenemos el espacio aquí para referirnos en su conjunto del papel de Chávez en Venezuela, un dirigente político que se autodefinía como representante de los intereses el pueblo trabajador y pobre, y su desaparición física es motivo de discusiones sobre su legado, aunque desde nuestro punto de vista Chávez no fue expresión de un liderazgo revolucionario ni anticapitalista.

Hugo Chávez vino a expresar las expectativas de una mejor vida por parte de un gran movimiento de masas que se había puesto en pie con acciones de contundencia histórica como las jornadas del 27 y 28 de febrero del ’89, aunque también significó el encasillamiento de estas expectativas en reformas dentro del propio capitalismo y la recomposición de la autoridad estatal (incluyendo sus FF.AA.).

Es indudable que Chávez tuvo un gran apoyo, principalmente entre los sectores más pauperizados de la sociedad, y gozó de una gran simpatía en América Latina y sectores de la izquierda mundial, y una férrea oposición patronal, a pesar de que en sus 14 años de gobierno los grandes sectores económicos y empresariales jamás vieron tocados sus intereses, y más aún siempre mantuvieron sus ganancias. Bajo el chavismo, el Estado tuvo un rol más intervencionista en la economía, aunque de conjunto esta intervención estuvo al servicio de preservar los intereses de la burguesía nacional, incluidos nuevos sectores –la llamada “boliburguesía”- que se enriqueció de la mano del chavismo. A la vez, se generó una gran burocracia estatal que vive y hace sus negocios a partir de la administración de empresas clave que pertenecen a la nación como las petroleras, las industrias básicas, las de telecomunicaciones y de otras áreas económicas.

Chávez no se cansó de hablar del “Socialismo del siglo XXI”, pero este supuesto “socialismo” no significó más que algunas reformas, manteniendo y recomponiendo el régimen de dominio burgués y garantizándole los negocios a los capitalistas. Y es que este “Socialismo del siglo XXI” no significó otra cosa, más allá de sus políticas redistributivas como han sido las Misiones que implicaron cierta distribución de la renta petrolera, que un régimen y gobierno de desvío y de contención del movimiento de masas, en uno de sus períodos de ascenso de luchas y de cuestionamiento al orden imperante. El “Socialismo del siglo XXI” de Chávez, deja la misma sociedad de explotación, matizada con dosis de “justicia social”, donde ha variado muy poco la realidad de un país con las “desigualdades sociales” propias de la sociedad de explotación. Los datos oficiales hacia la fecha de la muerte de Chávez muestra por ejemplo que para el 2010 el 20% más rico de la población se quedaba con el 45% del ingreso nacional, mientras al 20% más pobre le correspondía apenas un mísero 6%. Las familias que conforman el 40% de la población con menores ingresos no obtenían siquiera una quinta parte del ingreso nacional (apenas recibieron un 18%).

Todo esto mientras siguieron en pie los negocios de los empresarios y banqueros, tanto nacionales como extranjeros, llevando los ricos y la clase media alta una vida ostentosa.

Bajo la crisis económica que se ha acelerado con el Gobierno de Maduro, como hemos explicado en distintos artículos de este diario, una crisis que igualmente le iba a explotar a Chávez, más allá de las distintas capacidades de maniobra que hubiera tenido con respecto al manejo de Maduro, es expresión del fracaso de un proyecto nacionalista burgués que vino una vez más a demostrar la incapacidad de cualquier gobierno con este carácter de resolver los problemas estructurales del país, más allá de la fuerte retórica al hablar de “socialismo” como hizo Chávez.

La situación actual abierta

La actual situación de tensión política que vive el país es expresión y consecuencia también de la muerte de Chávez, por el papel central que jugaba en la vida política nacional, por esa forma de gobernar sustentada alrededor de una figura fuerte, cristalizándose en una personalidad política que se propuso elevarse por encima de las clases, e incluso por encima de las distintas fracciones de la clase dominante en todo este largo período político, lo que llamamos bonapartismo, basado en unas fuerzas armadas altamente politizadas.

Se abrió desde entonces una situación traumática, porque el papel de árbitro de Chávez no puede ser desempeñado por ninguna figura y Nicolás Maduro ha estado lejísimo de jugar ese papel. Es que el equilibrio de las fuerzas basado en su forma de gobernar tenía una base de inestabilidad permanente, pues era claro que el bonapartismo personal de Chávez, por su propio carácter, iba a ser un generador de caos tras su desaparición físicamente. Estos dos años que han transcurrido lo han confirmado plenamente.

Como hemos explicado en diversos artículos, los remesones que sacuden en el país están en el marco de “la transición abierta tras la muerte de Chávez, [donde] la debilidad política del Gobierno de Maduro se ha venido manifestando desde el momento mismo de asumir la presidencia, lo que, aunado al agotamiento económico del proyecto político de gobierno, es la base de una crisis más de conjunto de las formas gubernamentales y de régimen político que se han venido manteniendo hasta ahora”.

Cuando se cumplió el primer año de la muerte de Chávez, el país vivió momentos de tensión política donde la polarización que se ha vivido por más de década y media nuevamente se volvió más confrontativa, por las políticas del sector más “radical” de la derecha del país, que llamó a tomar las calles impulsando movilizaciones en clave “destituyente” en vistas ya no solo de debilitar al gobierno de Maduro sino buscar directamente “La salida”, como lo sostuvieron sus impulsores en su momento, María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma –sus caras más visibles (estos dos últimos actualmente presos).

Al cumplirse el segundo año de la muerte de Chávez, nuevamente el país vuelve a estar tensionado, en el marco de que se continúa configurando una situación más convulsiva de lo que podría esperarse. Esta vez cruzada por la combinación de dos grandes crisis: la crisis política por la desaparición de Chávez de la vida política nacional, marcando el inicio de la transición hacia el post-chavismo; y la fuerte crisis económica en curso. Es por eso que toda la tensión actual, no es casualidad, pues florece ni bien desaparece de escena Chávez y además cuando resurgen los graves problemas de la economía, el gobierno comienza a ser nuevamente asediado por la derecha y el imperialismo, en el marco de una “transición no gradual” del postchavismo como hemos planteado. Y en ese escenario se inscribe la situación imperante, y las movidas de la derecha y la reacción del gobierno.

La clase obrera continúa siendo la gran ausente

Pero el gran ausente en medio de las grandes tensiones políticas nacionales continúa siendo la clase obrera junto al conjunto de los sectores explotados, actuando de forma independiente y con sus propias demandas, donde la cuestión clave radica hoy en la necesidad de poner en movimiento esa poderosa fuerza social considerable luchando por una salida propia con sus propias organizaciones, y de independencia de clase frente a los dos grandes proyectos dominantes: los de la oposición derechista de la MUD y la del chavismo encabezada hoy por el gobierno de Maduro. Esta es la única manera de evitar que no se continúe descargando sobre sus espaldas la crisis, como así también evitando que la crisis actual del chavismo la capitalice la derecha y el imperialismo.


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