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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Viernes 6 de febrero de 2015

MOVIMIENTO OBRERO

Crónica de una jornada de lucha con los trabajadores de la empresa Mini Bruno

Por Ángel Arias


La jornada comenzó bien temprano para los obreros de la planta de Santa Cruz (Aragua) de la Mini Bruno. Los que trabajaron el turno noche salieron y, en lugar de ir a sus casas a descansar luego de la jornada nocturna, enfilaron para Caracas. Los que hacen el turno que inicia a las 6 de la mañana no entraron, se juntaron con sus compañeros para la ida a la sede central del Ministerio del Trabajo. Ya está bueno de tantos meses de dilaciones en la Inspectoría del Trabajo de Cagua, hay que ir hasta Caracas, fue parte de las decisiones que tomaron en una de una de las últimas asambleas días atrás.

Un salario bien mínimo. Más de un año sin aumento y de un contrato colectivo vencido.

Desde abril de 2013 a la fecha, los obreros de Mini Bruno Sucesores C.A. –empresa líder en el procesamiento de restos de animales para convertirlos en alimentos industriales para animales y grasas, con instalaciones en Los Teques, Santa Cruz y Yaritagua, y una filial en los EE.UU.-, no recibieron sino un aumento salarial del 15%, cuando la inflación en este período roza el 102%, es decir, casi siete veces más que el porcentaje que les aumentaron. Hoy ganan al nivel del salario mínimo, un salario que, cualquiera sabe, es completamente insuficiente para las necesidades y vida digna de una familia. Además, en octubre de 2013 se venció la contratación colectiva, llevando más de un año con todos demás derechos estancados.

Un capitalista que llama “parásitos” a los obreros en la propia sede de la Inspectoría

Los trabajadores exigen aumento de salario y contracto colectivo, recibiendo la prepotencia y total intransigencia de la empresa. Han cumplido con todos los plazos y procedimientos administrativos que impone la ley como requisitos previos para poder ejercer medidas de lucha como la huelga, pero el ministerio aún no cumple con su obligación de declarar cuáles son los “servicios mínimos” que deben mantenerse en caso tal: los obreros y su sindicato hicieron el viaje hasta Caracas para exigirle al ministerio que declare los servicios mínimos. Hasta tanto el ministro no haga eso, la Ley del Trabajo –supuestamente “revolucionaria” y “socialista”- les imposibilita ejercer el derecho a huelga, so pena declararla ilegal, con todas las consecuencias del caso.

El transporte acordado para el traslado finalmente se echó para atrás, así que los trabajadores debieron venirse en camioneta y metro hasta la capital, lo que retrasó considerablemente su llegada. Los esperábamos para las 7:30. A eso de las 6 de la mañana llamamos y nos enteramos del percance. Los compañeros igual vienen en camino. El grueso llegaría en grupo, sin embargo, otros que se habían venido individualmente, habían llegado temprano, entre esos el secretario de organización del sindicato; con el compañero estuvimos conversando un rato, mientas esperábamos.

Habitual cuando se inicia la primera conversación con un compañero de una fábrica en lucha, a la que uno va brindar solidaridad: los cuentos y anécdotas de todas las situaciones de explotación y opresión contra la cual están luchando. De entre lo que el compañero nos va contando –incluyendo la del obrero que, tras 13 años en la empresa, un día perdió un dedo en un accidente con una máquina y la empresa se niega a reconocer su responsabilidad-, resalta un episodio:

Están en la Inspectoría de Cagua, llevaban varias reuniones sin avance alguno porque la empresa, como táctica dilatoria, no enviaba a nadie con poder decisión, ante las exigencias del sindicato, ese día había ido el patrón directamente, pero no hacía sino reírse irrespetuosamente de los planteamientos de los trabajadores, un trabajador de base, invitado como testigo a la discusión, interrumpe y se dirige al empresario: “usted no se esté riendo que este no es un circo, ni nosotros somos payasos, estamos aquí porque hace más de un año que usted no nos aumenta nada”. La cara y el ánimo del burgués cambiaron, cuando le dan el derecho palabra, “explica” lo que, según él, es el fondo del asunto: “el problema es que yo tengo ahí en la empresa unos parásitos que me están desangrando…”. Los trabajadores replican: “disculpe, aquí no lo estamos ofendiendo, pero si a ver vamos el parásito es usted, porque somos nosotros los que lo mantenemos, ¿o es que no se da cuenta de eso?”. La funcionaria de la Inspectoría intenta calmar los ánimos, no lo logra, deben desalojar al empresario por su actitud ofensiva y grosera, en los hechos, se levantó la mesa de negociación.

Todavía condescendientes, los trabajadores le decían, “¿No entiende que a veces no tenemos ni para pagar el pasaje para ir a trabajar?”. “Imagínate –nos sigue contando el compañero-, el tipo tiene que hacerse un tratamiento por una enfermedad, que se lo hace en los Estados Unidos, constantemente está viajando para allá, ¿y con qué plata viaja? ¡Eso se lo está haciendo con nuestra plata!”, sentencia, con una sonrisa de esas que a veces solemos tener en nuestro país ante situaciones que cuestionamos pero que sabemos que son un hecho consumado.

Aprovechamos la cadena de anécdotas para ilustrar a uno de los compañeros de Barricada con quien comenzamos a discutir de marxismo, a qué nos referimos cuando hablamos de la democracia actual como una “democracia burguesa”, y de esto como dictadura de la clase capitalista.

La solidaridad desde la Juventud Revolucionaria Barricada

El día anterior, las compañeras y compañeros de Barricada! habían estado haciendo carteles para lo de hoy y reproduciendo los volantes en solidaridad; combinando estas tareas militantes con las de difusión para la video-conferencia sobre el derecho al aborto que harán la próxima semana en la UCV. Hoy llegaron bien temprano para apoyar a los compañeros: entre 7 y 7:30 de la mañana frente al Ministerio del Trabajo, carteles, volantes, megáfono, todo en orden. Sin embargo, estuvo el retraso que impidió que los compañeros de Mini Bruno llegaran a tiempo. Varios compañeros de la agrupación juvenil tuvieron que irse para ir a cumplir con sus respectivas jornadas laborales. Otros pudimos quedarnos un rato más. Y algún otro se pudo acercar más tarde, en el transcurso de la mañana.

Un gesto de solidaridad de clase: de los despedidos de la Wrangler a los obreros en lucha de Mini Bruno

Pasadas las 9 de la mañana llega el primer grupo grande compañeros, se anima la cosa. Vamos un momento a comprar las pilas del megáfono que no se pudieron comprar la noche anterior, pero el problema es otro, a pesar de ser pilas nuevas –y bien caras, por cierto-, el aparato no anda, ¡qué vaina! Bueno, ¡a viva voz! Ahí están los obreros concentrados frente a la sede del ministerio para que los reciban.

Cuando está la negociación entre los trabajadores y los de adentro –la seguridad, el representante del ministerio, etc-., llegó el compañero Osmel González, ex trabajador de la Wrangler, despedido el año pasado juntos a más de 130 obreras y obreros, en una lucha derrotada por la nefasta complicidad de este mismo ministerio con la empresa, y la inacción casi total de la burocracia del sindicato. Osmel conoció a los muchachos de Barricada y los compañeros de la LTS en medio de la solidaridad con esa pelea, y desde entonces es un camarada que estudia, discuta y activa desde el clasismo revolucionario. Ya había conocido a algunos compañeros de Mini Bruno una vez que fue a Cagua a participar de un espacio de coordinación de luchas que se gestaba por allá el año pasado.

Aprovechando un día libre en la chamba con que se mantiene hoy, Osmel vino a brindar solidaridad y a hacer un gesto concreto: entregar a los trabajadores de la Mini Bruno, lo que se había juntado el año pasado como “Fondo de lucha de la Wrangler”. Como iniciativa de la LTS y Barricada, se hizo charla con los obreros de la Wrangler en la UCV, se constituyó un Comité Estudiantil de Apoyo y se comenzó a juntar plata para hacer este fondo, Osmel estuvo yendo a la UCV y en los pasillos y los salones de clase de la escuela de Estudios Políticos estuvo con los estudiantes de Barricada, explicando su lucha y recolectando la solidaridad. Sin embargo, la lucha entró en su peor momento y fue prácticamente derrotada por esos días. El dinero había quedado allí, a la espera de una oportunidad para ser usado para lo que solicitó la solidaridad: una lucha.

Los dirigentes de los trabajadores de la Mini Bruno llaman a la rueda, se acercan los obreros y le dan el derecho de palabra a Osmel: se presenta, explica la lucha que llevaron a cabo, los trabajadores agudizan el oído para escuchar con atención, el obrero despedido de la Wrangler –después de 20 años de explotación por parte de esta transnacional–, les entrega a los trabajadores en lucha de la Mini Bruno la modesta suma, pero que es todo un símbolo de solidaridad de clase. Los obreros de Mini Bruno agradecen el gesto.

El secretario general del sindicato –con quien habíamos coincidido en las discusiones hace meses en Cagua-, insiste en que tome también la palabra el compañero Ángel Arias –dirigente de la LTS y trabajador del Ministerio del Trabajo; lo presenta: “El compañero es un compañero de la Liga, de la misma organización del compañero Fausto, que nos ha visitado allá en la planta y con quien estamos en contacto”. El compañero habla un par de minutos resaltando de nuevo la importancia de este “traspaso” de fondo de lucha, en el sentido de la importancia de la organización y unidad de nuestra clase, de la solidaridad y unión de fuerzas, para hacer frente a los patronos y explotadores.

La “seguridad alimentaria” como argumento contra los trabajadores

Mientras esperamos la respuesta del ministerio –si los van a recibir o no, quién los recibe, etc.–, trascienda en la conversación uno de las razones argumentadas por funcionarios del ministerio para que no se haya hecho efectiva aún la declaración de los servicios mínimos: la seguridad alimentaria. Que de ir a huelga los trabajadores afectarían la seguridad alimentaria, estarían contraviniendo la ley respectiva.

“¡¿Será la seguridad alimentaria de los perros?, porque allí el alimento que nosotros producimos es perrarina?!”, dice uno. Otro, más enterado del asunto, explica: lo que pasa es que la empresa procesa los desperdicios de los animales que se usan para consumo humano –reses, pollos–, y si la empresa deja de recibir esos desperdicios son, por ejemplo, cientos de reces que dejarían de matarse diariamente en varias localidades del estado Aragua y del país, y por ahí llegan al argumento de la “seguridad alimentaria”. Sin embargo, continúa ese mismo trabajador: “¡¿Y la “seguridad alimentaria” de nosotros los trabajadores y nuestras familias, con ese sueldo?!”.

Todo un “problema” para aquellos compañeros y compañeras que se entusiasman y apoyan las leyes del gobierno que, supuestamente para enfrentar a los empresarios, terminan cayendo con mucho más rigor sobre las luchas de la clase obrera.

La intransigencia del Ministerio “del poder popular” para el Trabajo

Ya había llegado un segundo lote de compañeros. El azul oscuro de los uniformes de unos 80 obreros cubría la entrada del ministerio. También estaban presentes, la abogada de los trabajadores, y dos compañeros del sindicato de la planta que está en la carretera vieja Caracas - Los Teques. Desde adentro les dicen que los van a recibir y quién: Juan Carlos Toro, el Director de Relaciones Laborales, el jefe de los inspectores de trabajo a nivel nacional, pues. “¡Nooooo!”, dicen los trabajadores, “si ese es el que está apadrinando a la empresa allá”, señala uno de los dirigentes. “Queremos que nos atienda un viceministro, ¡o el ministro mismo, que es el que tiene que firmar los servicios mínimos!”.

“¡Trabajadores unidos, jamás serán vencidos!” Se animan los trabajadores a cantar consignas y presionar. Que demos una idea para alguna consigna, nos dice el compañero secretario general, y nos ponemos a gritar con fuerza: “¡La clase obrera unida, jamás será vencida!”, “¡Obreros arrechos reclaman sus derechos!”. Espontáneamente, los trabajadores expresan su confianza en la institución que se dice “revolucionaria” y “obrerista”, “¡Ministro, escucha, esta es también tu lucha!”, gritan como para convencer a quien asumen que debiera ser su aliado contra la empresa.

“¿Para qué vinimos hasta aquí, para hablar con este tipo?, para eso lo recibimos allá, o nos quedamos allá y seguimos discutiendo con la inspectora”. Sin embargo, el ministerio no entiende las razones de los obreros. Por un trabajador del ministerio, los dirigentes del sindicato se enteran de lo que un vigilante le comunica a otro: “…que a ellos no los va a recibir el ministro, que los va a recibir es Juan Carlos Toro, si ellos quieren, pero el ministro no; y como ellos tienen esa protesta ahí, que llamemos a la Guardia Nacional”.

El secretario general la piensa, y dice, “Bueno, eso también es parte de la lucha”. Siguen evaluando y, conscientes que no tiene sentido en ese momento insistir en la demanda, ante la posibilidad de una represión para la cual no se prepararon, consideran la posibilidad de aceptar entrar a hablar con el funcionario con quien los han asignado. Se lo plantean a los trabajadores en estos términos: “Si nos negamos, los tipos van a tener argumentos para decir que ellos querían recibirnos pero que fuimos nosotros quienes no quisimos entrar. Entonces, no le demos ese argumento, entremos y ahí le discutimos a ese tipo, le planteamos bien claras las cosas, y bueno, dependiendo lo que nos diga, nos devolvemos a prepararnos mejor para continuar la pelea”.

A los trabajadores les parece razonable el planteamiento y votan por esa opción. Finalmente, entra una comisión y los recibe, no el Director de Relaciones Laboral, sino el Procurador de Trabajadores. El acuerdo con que salen es: el ministerio se compromete a citar nuevamente a la empresa, en la Inspectoría de Cagua, entre el lunes y martes próximo y, en caso de no haber humo blanco, declararía los servicios mínimos. “Bueno, vamos a ver qué pasa –dicen¬–, esperemos a ver el lunes o martes, y ahí vemos”. Aprovechan la ocasión de estar en Caracas, y deciden ir también hasta la Asamblea Nacional a ver si alguien los recibe allá.

Un “detalle al pasar”: los “servicios mínimos” y la obstaculización del derecho a huelga

En el número 32 del En clave obrera (junio/julio de 2012), publicamos un dossier sobre la nueva “Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras”, en uno de los artículos mostrábamos como se seguía restringiendo el derecho a huelga, continuando con la misma lógica de la anterior ley, donde el derecho está regulado de tal manera que prácticamente le brinda al patrono todas las posibilidades de prepararse para llevar a la derrota a los obreros. “Tanto en la nueva como en la vieja Ley el derecho a huelga está sujeto a decisiones de funcionarios públicos y jueces del trabajo, y hasta sujeto a la intervención de jueces penales, que limitan cuando no niegan directamente el libre ejercicio de tal derecho”. Los obreros que dejan en la fábrica sus energías y lo mejor de sus vidas todos los días de todas las semanas del año, tienen que esperar que algún funcionario del Estado burgués le autorice o no paralizar su trabajo.

Este es el caso de los “servicios mínimos”. Como diría un compañero de la LTS de Aragua que está allá en el apoyo a los trabajadores de Mini Bruno: ¡Cómo si no supieran de sobra los obreros cuáles son los servicios mínimos que deben mantener para no dañar las instalaciones o las máquinas, para que tengan que esperar que el Ministro del Trabajo se los diga! Por supuesto que sabemos que es una decisión de carácter político, no obedece a que quien dirija el MinTrabajo sepa mejor que los obreros sobre los servicios mínimos a mantener en caso de huelga: es una medida que permite al Estado regular y limitar el derecho a huelga. Otra oportunidad de reflexión para los compañeros de la izquierda que, en su estrechísima visión donde solo ven como antagonistas de la lucha de clases al capital privado vs. el Estado (o “neoliberalismo vs. Estado regulador”), optan por avalar el fortalecimiento de las capacidades de control social e intervención del Estado, dando como resultado este gran poder para maniatar las luchas de la clase obrera contra la explotación capitalista.

Mientras el ministro no declara los servicios mínimos, la empresa siga imponiendo su voluntad sobre los trabajadores, y estos chantajeados a que si van a huelga la pueden declarar ilegal. La empresa está ya al margen de la ley, incumpliendo cualquier cantidad de procedimientos que le han ordenado. El ministerio ahora está también al margen de la ley, al negarse a declarar los servicios mínimos. Veamos qué ocurre la próxima semana y cómo continúa esta importante pelea.


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