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Viernes 20 de febrero de 2015

NACIONAL

Entre crisis económica y movidas de la oposición derechista

Por Milton D’León


Una serie de hechos han marcado la realidad política del país en estos días, entre ellos, dos se destacan. Por un lado, la puesta en marcha del nuevo sistema cambiario que trae acarreado una fuerte devaluación de la moneda en medio de una acuciante escasez, inflación y recesión. Por otra parte, las acciones de una oposición derechista rememorando un año de las acciones que buscaron forzar la salida del Gobierno de Maduro que terminaron en un fracaso pero que en estos primeros meses del año, están buscando retomar con la buena ayuda del derechismo continental y del Gobierno de Obama.

Se estrena el nuevo esquema devaluatorio

Por primera vez en doce años, y con tan solo llenar un formulario y presentar el documento de identidad, cualquier persona ya podía comprar este jueves de manera oficial un máximo de 300 dólares a un cambio de 172,05 bolívares por dólar, una cantidad casi 30 veces superior a los 6,3 bolívares por dólar del cambio oficial fijo más bajo, y casi 15 veces también superior al segundo cambio oficial que opera por medio de subastas que comenzará a operar a 12 bolívares por dólar.

Se trata de la apertura de operaciones al menudeo del tercer tipo de cambio oficial conocido como el Sistema Marginal de Divisas (Simadi). Este opera en libre fluctuación según el “mercado”, que complementa al primer sistema fijo cuya tasa es de 6,30 bolívares por dólar (con prioridad para compra de alimentos, medicinas e insumos básicos), y el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) a tasa de 12 bolívares por dólar. El Sicad será destinado a la importación de productos e insumos para el sector productivo pero fluctuará por un sistema de subasta, esperando que en poco tiempo alcance un promedio entre 12 y 50 bolívares por dólar. Tanto el Sicad como el Simadi, no implican más que otra serie de devaluaciones que lleva a cabo el Gobierno de Maduro, quien se empeña en negarlo, donde incluso el tercer sistema es una macrodevaluación, y no es más otra cosa que la legalización del mercado paralelo.

Si bien este mecanismo del Simadi había comenzado a funcionar la semana pasada para compraventa de sumas superiores a 3.000 dólares y sin límite a través de los bancos, lo nuevo de hoy era la venta al menudeo. Para abastecer este mercado, el Banco Central de Venezuela (BCV) adjudicó el miércoles algo más de 4,2 millones de dólares a 23 entidades entre casas de cambio, bancos y la Bolsa Pública de Valores por un sistema de subasta destinados a la venta en efectivo, con un tipo de cambio resultante de 171,62 bolívares por dólar. En este nuevo sistema, los vendedores de divisas podrán ofertar la cantidad que quieran, sin embargo los compradores al menudeo, además del límite diario de 300 dólares, no podrán adquirir más de 2.000 dólares mensuales o más de 10.000 anuales.

Como hemos explicado en otros artículos, el Gobierno nacional ha autorizado a las empresas que adquieran dólares con el mecanismo Simadi para la importación de productos, para que repasen este tipo de cambio a la estructura de costos, lo que significará un fuerte impacto en los precios que encarecen la vida del pueblo venezolano, fundamentalmente de los sectores pobres y asalariados que sus ingresos se encuentran estancados y cayendo en sus valores reales.

En medio de una situación económica agobiante

El Gobierno impulsa estas políticas en medio de una fuerte recesión económica que no encuentra salida y amenaza profundizarse este año, precios arreciados por una alta inflación que oficialmente cerró en 68,5% para el 2014, donde el rubro alimentos alcanzó el 86,7%, y si lo relacionamos con la inflación anualizada del 2013, tenemos un salto del 124% en el costo de vida. Al mismo tiempo se vive una aguda escasez que golpea fuertemente y que se ha agravado en los meses de enero y febrero, tan alta es que desde el Gobierno se dejó de publicar este indicador económico. El desabastecimiento va en aumento, obligando a miles de personas a hacer colas en busca de bienes básicos. La cesta básica se fue por las nubes mientras los salarios e ingresos de los hogares populares se van para abajo, devaluándose permanentemente.

Mientras tanto el gobierno continúa agobiado por los compromisos de la deuda externa, justo cuando los precios del petróleo se han desplomado, reduciendo los ingresos a más de la mitad. Solo para resaltar cifras más recientes: en el año 2013 se pagaron 5.804 millones de dólares, a finales del 2014 se cancelaron US$ 7.132 millones, y según datos de Barclays Capital, Venezuela deberá pagar en 2015 casi 11 mil millones de dólares entre bonos soberanos y deuda de la estatal Petróleos de Venezuela. Para buscar ahuyentar rumores de default Maduro ha dicho que hará gala del “honor” que goza desde Chávez en cuestión de pagar la deuda, enfatizando que el país “mantiene un registro impecable en el pago de cada una de sus obligaciones”, y que continuará pagando “hasta el último dólar”.

Así vemos como el Gobierno cede a las presiones internacionales, como también a los pedidos de los empresarios locales en liberar precios o autorizar el aumento de los mismos, centralmente los de la cesta básica, y acrecienta las facilidades para la adquisición de divisas, autoriza despidos en las fábricas, mientras implementa una serie de medidas de ajuste por etapas. Es que al Gobierno lo único que se le ocurre es pechar al pueblo más allá de su trillado argumento que lo hace por el bienestar social, liberando precios, como el 48% en el aumento de la harina de maíz –elemento esencial en la dieta popular-, o el 40% en el transporte público urbano, y donde el aumento de los combustibles viene en camino, y más allá que esta sea una de las más bajas del mundo tendrá como resultado un repase automático a todos los bienes esenciales.

Una derecha que enfila sus armas para aprovechar la crisis

Por su parte, la derecha, en medio de la crisis que atraviesa el país, busca capitalizarla convocando movilizaciones políticas masivas que no llegan a ser tales y les han arrojado pocos resultados. Incluso el impacto de las mismas no llegan a tener fuerza para romper el “cerrar filas” (“cohesión” llaman algunos analistas políticos) que han venido teniendo las fuerzas claves del chavismo alrededor de Maduro, mostrándose sin fisuras significativas, y sin incidir tampoco decisivamente en las propias Fuerzas Armadas. Todo esto a pesar del apoyo que ha venido teniendo el bloque opositor desde la derecha continental y del propio presidente Obama con resoluciones que busca sancionar a integrantes del Gobierno de Maduro.

En este mes de febrero, la derecha no dejó de aprovechar la rememoración de las acciones impulsadas por el sector más duro del arco del bloque opositor, cuando tensionó al país durante los meses de febrero y marzo del año pasado, aprovechando también la fecha del día de la Juventud y llamando a movilizaciones por la liberación de Leopoldo López (detenido durante esos meses y principal activador junto a María Corina Machado y Antonio Ledezma de lo que se dio en conocer como “La Salida” para forzar la caída del Gobierno). Pero más allá de hechos que tuvieron cierto eco en los medios, por su determinado carácter de violencia, los llamados no tuvieron la masividad esperada, y el Gobierno de Maduro aprovechó para aplicar mano dura.

El poco impacto que han tenido lo reconocen analistas como la historiadora Margarita López Maya, que tiene un sesgo a actuar junto al bloque opositor, cuando constata que “Sin embargo, convocatorias para movilizaciones políticas masivas han arrojado pocos resultados…”. Resaltando que “existen varios factores que inhiben y frenan ahora la acción de calle”, entre ellos “que hay una percepción negativa generalizada sobre los resultados de esfuerzos colectivos anteriores” y que “lo conseguido no satisfizo las expectativas, lo que hace ver el costo de salir a la calle muy alto y con escasos resultados”. Pero donde sólo ve esta analista, la fuerza dura de respuesta del Gobierno, no percata también la falta de capacidad del bloque de la derecha a convocar grandes manifestaciones masivas que supo tener en otros momentos.

El pueblo trabajador debe irrumpir en la escena nacional

Pero la situación que se configura en el país es de mayor tensión incluso más que el año pasado, en una combinación de crisis económica y crisis política que reina en el país y en medio de una etapa convulsiva en que se vive. Todo esto en el marco en que el chavismo ya no cuenta con las condiciones económicas ni políticas para seguir gobernando como antes, aceleradas tras la muerte de Chávez, y en medio de una fase de completa decadencia del mismo chavismo. La propia crisis del chavismo no se hace más intensa, entre otras cosas, porque la oposición de derecha no avanza lo rápido que quisiera por sus divisiones internas, y aún no se configura una nueva correlación de fuerzas que le otorgue hegemonía, aunque trabajan para eso, aprovechando la crisis.

En esta situación abierta, la clase trabajadora en una alianza con el junto al conjunto de los explotados, como el campesinado y el pueblo pobre, debe irrumpir con fuerza, con independencia ante el gobierno y la oposición. Se trata de una clase que representa una enorme fuerza potencial que, de salir a la palestra nacional con sus propias demandas y métodos de lucha, puede introducir nuevos valores en la ecuación, hacerse pesar en la nueva configuración de fuerzas que se juega en el país con una política de independencia tanto del chavismo y de la oposición, y evitar que sigan descargando la crisis sobre sus espaldas.


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