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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Viernes 12 de junio de 2015

NACIONAL

¿La Exxon Mobil azuzando el conflicto entre Venezuela y Guyana?

Por Milton D’León


La transnacional estadounidense Exxon Mobil anunció el hallazgo de un yacimiento de alta calidad en el bloque Stabroek. Esto generó una gran tensión entre Venezuela y Guyana en los últimos días con declaraciones de tono elevado entre ambos países ya que la zona se encuentra en disputa.

El 20 de mayo la transnacional estadounidense Exxon Mobil, una de las la más grandes petroleras del mundo, anunció el hallazgo de un yacimiento de alta calidad en el bloque Stabroek, ubicado a unos 190 kilómetros de la costa de Guyana. El pozo fue perforado por la filial local de la Exxon, Esso Exploration and Production Guyana que ya había anunciado que iniciaba operaciones de extracción en marzo pasado a través de un proyecto de 200 millones de dólares que se espera que se prolongue durante 10 años.

El bloque Stabroek ocupa una extensión de 26.800 kilómetros cuadrados, se encuentra en la cuenca entre Guyana y Surinam que está reconocida por el Servicio Geológico de EE.UU. como la segunda mayor área del mundo con petróleo sin explorar. El problema radica en que el bloque Stabroek se encuentra en el Esequibo, región de disputa entre Venezuela y Guyana, una zona de unos 160.000 kilómetros cuadrados que ambas naciones reclaman y que supone tres cuartas partes del territorio guyanés, cuestión que, a la Exxon Mobil, a sabiendas de la disputa territorial en dicho lugar, la tuvo sin cuidado, continuando con sus operaciones como si no se tratase de un territorio en reclamación. Antes de que Exxon Mobil explorara la zona, no se había hecho actividad prospectiva de ningún tipo en el área, y de acuerdo a especialistas por tratarse de un territorio en conflicto limítrofe, no es posible incursionar en ese espacio. Este hecho generó una gran tensión entre Venezuela y Guyana en los últimos días con declaraciones de tono elevado entre ambos país.

Las transnacionales siempre se aprovechan de la tensión de países pobres

Es claro que el toque de la tensión es producto de la exploración petrolera de la transnacional norteamericana que no ha caído para nada bien a Venezuela tomando en cuenta que es un territorio en reclamación y por tanto todos los recursos naturales allí existentes, cuestión que la petrolera yanqui no tomo en cuenta con tal de poder extraer petróleo en dicha zona.

Que las transnacionales imperialistas actúan como agentes provocadores entre países que dependen de sus recursos naturales no es novedad mucho menos en nuestro continente. Incluso, han llegado a extremos de provocar hasta guerras para posicionar sus intereses. Basta mencionar la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX entre Chile y Bolivia, que envolvió también a Perú, que fue planeada por Inglaterra, donde la diplomacia inglesa actuó para originar el conflicto bélico en busca de la explotación del salitre, extensos recursos de nitratos existentes en (“oro blanco”) Tarapacá y Antofagasta, con los resultados ya conocidos. Aún hoy continúan siendo asuntos de controversia entre Bolivia y Chile por la salida al mar de la nación del altiplano.

También hay que recordar la triste historia de la Guerra del Chaco donde transnacionales imperialistas se disputaban la posesión del petróleo. La Standard Oil de Estados Unidos, que llegó a Bolivia en la década del 20, representando un imperialismo salvaje y violentísimo, dominó al país y lo empujó a la guerra; Paraguay, una nación tan pobre como Bolivia, aunque de potencial expoliativo mucho menor, estaba igualmente sujeto al proceso imperialista brutal que había impuesto en América del Sur la Royal Dutch Shell, el trust petrolero inglés, que dominaba al país armándolo para la guerra. Los paraguayos eran el arma de la Shell, los bolivianos el arma de la Standard Oil.

En ambos casos los que pagaron con el peso de la guerra fueron los pueblos de los distintos países, y las grandes ganancias quedaron en manos de las transnacionales imperialistas. No estamos afirmando con esto que la actual escalada en las tensiones entre Venezuela y Guyana pueda derivar en una escalada bélica, pero sí el papel rapaz y provocador de las transnacionales imperialistas que no tienen ningún prurito en llevar a pequeñas naciones a niveles tales de tensiones con consecuencias inesperadas.

No es el espacio aquí para desarrollar los distintos argumentos de ambos países, pero en apretada síntesis digamos que Guyana, una ex colonia británica, sostiene que la frontera terrestre fue definida en 1899 por un laudo arbitral que le otorgaría al imperialismo inglés el actual territorio en reclamación. Caracas nunca ha reconocido la línea de tal laudo, considerándola “nulo e írrito”. Gran Bretaña reconoció la independencia de Guyana el 26 de mayo de 1966, en el seno de la Mancomunidad de Naciones del Commonwealth, y desde entonces la naciente Guyana reclama como línea de demarcación el laudo de 1899. En febrero de 1966, se firma el acuerdo de Ginebra producto de nuevos acuerdos y negociaciones entre Venezuela e Inglaterra que buscaba el reconocimiento de la nueva nación guyanesa, condicionando Venezuela tal reconocimiento, plasmado en dicho acuerdo de Ginebra, que se aceptara y acordara que aún existe una controversia limítrofe territorial.

También se acuerda que, si Venezuela e Inglaterra no llegaren a un acuerdo al cabo de cuatro años, dicha controversia pasaría directamente a ser dirimida entre Venezuela y la naciente Guyana, disputa que se ha mantenido desde entonces. Luego de varias propuestas, en 1989 se da inicio a un acuerdo entre los dos países: el método de los Buenos Oficios, con la acción de las Naciones Unidas, con el fin de establecer un acercamiento práctico entre los gobiernos de cada nación para hallar una solución satisfactoria. En el 2010, se reanudó este mecanismo, luego de dos años paralizados por la muerte del diplomático Oliver Jackman, para proseguir las negociaciones sobre el diferendo limítrofe.

La Exxon Mobil sacando partida del conflicto

Es de recordar que no hace mucho tiempo, en julio de 2012, el Primer Ministro de Guyana en ese entonces, Samuel Hinds, durante la conmemoración del 201º Aniversario de la Independencia de Venezuela, había declarado que: “No puede haber duda que el estado actual de nuestras relaciones es un hecho sin precedentes. Esta amistad fraternal y de cooperación que existe entre nosotros en este momento no vino por casualidad. Esta reseña se puede leer en el portal Web de la embajada de Venezuela en Guyana. Incluso se relata allí que Hinds atribuía a las buenas relaciones sostenidas entre ambas naciones “al contacto y al diálogo sostenido con los que hemos sido capaces de lograr al más alto nivel, un compromiso sincero de trabajar para consolidar nuestra relación a través del respeto mutuo y la comprensión mutua”.

Es importante tomar en cuenta en este marco que, desde el 25 de enero de 2007 Venezuela y Guyana suscribieron un Convenio, en el marco del "Acuerdo Energético de Petrocaribe", por el que Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) suministraría 5.200 barriles diarios de hidrocarburos, lo que representa la mitad del consumo diario de Guyana. Este era el estado de las relaciones entre ambas naciones hasta hace poco más de dos años.

Si bien, en todos esos años, con altibajos, a cada tanto resurgen con fuerza los reclamos y por tanto cierta tensión, lo cierto es que no habían alcanzado un tono tan altisonante como el de los últimos días, y no es casual que este aparece luego de las exploraciones petroleras en la zona en disputa por la Exxon Mobil bajo la “concesión otorgada por Guyana”. Venezuela emitió el pasado 27 de mayo un decreto alegando derechos marítimos precisamente donde Guyana ya dio a Exxon Mobil un contrato de prospección. Guyana respondió que tal decreto era provocador, y que tenían todo el derecho a otorgar la concesión petrolera, a lo que Caracas acusó de muy subido de tono. Desde entonces el tono elevado entre ambos países se ha intensificado.

Hasta este miércoles, la plataforma petrolera de exploración de Exxon Mobil, Deepwater Champion, continuaba trabajando en la concesión que se encuentra a unas 120 millas de la costa. Por tanto, no cabe duda, que la transnacional petrolera se aprovecha de la disputa entre los dos países, dando continuidad a sus actividades pasándose por encima los reclamos nacionales, que justos o no por alguno de los países, sigue actuando al viejo estilo del Tío Sam de las compañías imperialistas en todo el siglo XX.

El conflicto no tendrá solución si no es tomado por los trabajadores de ambos países

Es de aclarar que todas las naciones tienen el derecho a explotar sus recursos naturales, lo que es inadmisible es el aprovechamiento de transnacionales imperialistas que azuzan viejos conflictos territoriales aún no dirimidos para adquirir concesiones por parte de alguna de las partes en conflicto ofreciendo con seguridad beneficios que nunca llegan y solo consiguen saciar su rapacidad de grandes ganancias a costa de naciones pobres.

Los trabajadores y el pueblo de Venezuela y Guyana en nada se beneficiaran de ninguna escalada en la tensión entre ambos países. Maduro puede estar buscando desviar la atención de los problemas internos que está afrontando aprovechando la concesión que otorga Guyana a la Exxon Mobil, de igual manera estará actuando David Granger, que recién asumió la presidencia de Guyana el pasado 16 de mayo, que seguramente estará actuando para reposicionarse en el gobierno luego de haber ganado las elecciones por un estrecho margen.

Pero lo que sí se ha demostrado a lo largo de todas estas décadas de los conflictos limítrofes, es que estos no tendrán solución sino son tomados por la clase obrera y sus aliados: campesinos pobres, indígenas, sectores populares empobrecidos, de ambos países y del continente, para forjar la necesaria unidad económica y política de nuestros países, explotando los recursos en función de las necesidades de las grandes mayorías. Todo esto en la lucha por una federación de Repúblicas Socialistas de América Latina. En este marco la lucha antiimperialista ocupa un punto central, expulsando a las transnacionales y al imperialismo de América Latina.


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