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Martes 1ro de julio de 2014

LA SALIDA DE GIORDANI

La salida de Giordani y la decadencia traumática del chavismo

Por Daniel Sicerone


El debate público de estos últimos días estuvo signado por la aparición de una carta del ex ministro Jorge Giordani, quien fuera Ministro de Planificación del Presidente Nicolás Maduro, la cual fue apoyada por otros exministros, demostrando que la crisis por arriba se expresan como producto de la debilidad política y económica del gobierno. Esta salida no representa un aspecto aislado de cualquier gobierno burgués, sino la ausencia de cuadro político clave en la construcción de la economía venezolana de la última década y principio de esta, uno de los principales cuadros políticos y técnicos que el chavismo presentaba. La carta que expresa Giordani intenta dar un balance histórico de su participación en el proceso bolivariano y mostrar las diferencias que existe con el manejo de la economía en los últimos años, en especial con el mandato de Maduro, dando una tónica de separación por no compartir el rumbo “pragmático” y corrupto del mismo. Desde este punto de vista, parecería que privaría lo moral frente a la realpolitik, intentando dar muestras de una conducta referenciada con la lucha por el “socialismo”, lo cual fue todo lo contrario, ya que fue clave en el sostenimiento del nacionalismo burgués de Chávez.

Hay que comprender en primera instancia el contexto, es decir, la coyuntura en la cual se inserta la salida y la respuesta escrita de Giordani. No es cualquier momento del chavismo, ya que la situación económica avanza hacia una profunda crisis que conjuga desabastecimiento serio, endeudamiento, inflación elevadísima, tres tipos de cambios, lo cual es intentado solucionar mediante el descargue de la crisis contra los trabajadores y el pueblo oprimido, desde la permisión para aumentar los precios de los productos de consumo, la apertura de fondos públicos para el empresariado explotador, mayores divisas para el mismo, agilización de suspensiones y despidos contra la clase obrera, etc. Ya no es el momento de crecimiento económico y relativa estabilidad político que vivió el bonapartismo venezolano la década pasada. Estos momentos están caracterizados por una imposibilidad de recrear las condiciones económicas y políticas de aquellos años, enfrentando a la situación actual con la desaparición física de Hugo Chávez, lo cual debilita el manejo táctico y carismático de la situación, lo que no implica que la crisis no hubiera estallado con Chávez en el gobierno.

Desde lo político, las fuerzas burguesas que se expresan en la Mesa de la Unidad Democrática vienen desde el 12 de febrero del presente año realizando manifestaciones que tuvieron sus momentos de mayor presencia los primeros meses, demostrando una fractura hacia el interior de la misma, entre las fuerzas radicales (Leopoldo López y María Machado) y las fuerzas moderadas (Capriles y Falcón), dentro de las cuales participaron en el Golpe de Estado de 2002 como el ex-candidato presidencial Capriles. Estas pugnas evidentes hacia el interior de la oposición de derecha son expresión de lo traumático de la decadencia del chavismo que se expresa en su decadencia, ya que un sector apuesta a una salida forzada del gobierno, mientras que otro apunta hacia el mayor agotamiento del gobierno, pero aunado a mejorar las condiciones económicas y políticas para que la clase capitalista nacional e internacional siga haciendo sus “negocios” en detrimento de la clase obrera y el pueblo oprimido mediante la aplicación de políticas anti-populares. El pos-chavismo viene configurándose de estos acontecimientos, demostrando una debilidad política para contrarrestar las movilizaciones de calle, las cuales aceleraron las “mesas de diálogo” con el empresariado y las fuerzas políticas opositoras, aunque las “mesas de diálogo político” estén suspendidas [1].

¿Qué dice Giordani ante esta situación? La respuesta de Giordani no parece ser clara, o mejor dicho, encara la situación actual desde una perspectiva político-económica que demuestra los límites del nacionalismo burgués que supo aplicar políticas tibiamente reformistas. Mientras que hace un relato histórico de su participación en el gobierno, no manifiesta que durante esos años el régimen de propiedad privada no estuvo en peligro, al contrario, el gobierno de Chávez fue garante de este preciado derecho burgués, símbolo clave de la explotación que sufrimos quienes debemos trabajar por un salario para poder sobrevivir, mientras que una clase de parásitos, los capitalistas, se enriquecen de nuestro trabajo. No contento con esta situación, ellos, los capitalistas, tienen su Estado que garantiza las condiciones de explotación, encarcelando a quienes se animen a cuestionar este robo, a quienes realicen una huelga por mejores condiciones económicas. Los capitalistas tienen no sólo el mecanismo jurídico a su favor, sino también las fuerzas represivas, aquellas que masacraron al pueblo en el Caracazo, re-construidas por el gobierno de Chávez, pasando a ser uno de los pilares sobre los que se apoyo el régimen de carácter bonapartista.

¿Dónde estuvo Giordani estos años? Decir que fue parte de este gobierno no resulta ser muy preciso para manifestar sobre los límites que impidieron que la lucha por el socialismo del que hablaba Chávez pase de palabras a hechos reales, ya que Giordani fue la pieza clave del Estado burgués para mantener los “negocios” de los capitalistas contra la clase obrera y el pueblo oprimido. Fue parte de la burocracia chavista que mantenía un discurso “anti-imperialista” y “revolucionario”, pero que en los hechos garantizaba la entrada de capitales trasnacionales para la explotación del Carbón y el Petróleo, que profundizó el proceso de importaciones en detrimento de la exportaciones, acentuando la dependencia externa, aumentando el canal de endeudamiento externo e interno, aprobando devaluaciones que atentan directamente contra la clase obrera y el pueblo oprimido. De qué vale separarse en estos momentos de agudización de la crisis si se ha sido parte más de diez años de un gobierno que demostró los límites de una política reformista del nacionalismo burgués que se basa en el asistencialismo y las tibias reformas económicas que no ponen en cuestión la propiedad privada de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros.

Muchos fueron los intentos de personalidades de izquierda que intentaron desde cargos burocráticos construir una “mayor correlación de fuerzas para los oprimidos”, pero se enfrentan en primera instancia a que la lógica del capital está estrechamente unida a la razón de ser del Estado en la sociedad capitalista, el de pertenecer a la clase dominante. Los marxistas revolucionarios somos conscientes que no puede haber una lucha coherente y real por el socialismo si antes no se destruye ese Estado burgués y se suplanta por un Estado obrero basado en las organizaciones de masas de la clase obrera y el pueblo oprimido, una república obrera. La revolución bolchevique de 1917, y anteriormente la Comuna de París, fueron ejemplos de revoluciones en las cuales el Estado burgués es suplantado por los organismos democráticos y revolucionarios de las masas oprimidas, jugando un papel hegemónico la clase obrera y luchando por la internacionalización de la revolución.

Desde la LTS no compartimos el balance histórico que hace Giordani, aunque demuestre en sus palabras escritas la decadencia del chavismo en este fin de ciclo, como cuando manifiesta que:
Resulta doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo, y que parece querer afirmarlo en la repetición, sin la debida coherencia, de los planteamientos como los formulaba el Comandante Chávez, y en el otorgamiento de recursos masivos a todos quienes lo solicitan sin un programa fiscal encuadrado en una planificación socialista que le de consistencia a las actividades solicitantes. A la vez la política frente a los agentes privados es al menos confusa y las presiones de esos agentes parecen abrir camino a la reinstalación de mecanismos financieros capitalistas que satisfagan los intentos de recapturar excedente petrolero por la vía financiera. A la luz de estos hechos surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República, y concentración en otros centros de poder, destruyendo la tarea de instituciones como el Ministerio de Finanzas y el Banco Central, y dando por hecho consumado la independencia de PDVSA del poder central" [2].

La desaparición física de Chávez contribuye a que falte el “liderazgo” que se caracterizo el régimen bonapartista, lo cual se complementa con las incapacidades técnicas y políticas para maniobrar en momentos de crisis económica, tal como lo manifiesta Giordani, como también denuncia las presiones de los agentes privados.Pero no se trata solamente de problemas de “liderazgo”, sino de un proyecto político en decadencia, donde la falta de “liderazgo” no es más que la expresión política de un proyecto decadente de nacionalismo burgués. El problema es que Giordani denuncia como si fuera un error coyuntural esta situación, cuando esta supuesta “revolución” no ha provocado los cambios necesarios para que esos agentes privados no estén en las condiciones en las que están ahora, exigiendo y viendo resultados por parte del gobierno a sus reclamos, mientras que la clase obrera y el pueblo oprimido debe vivir con salarios que no cubren la canasta familiar, debiendo pagar los “platos rotos” de una crisis que generaron los capitalistas.

A los Trotskistas de la LTS lo que nos preocupa no es alguna ausencia de un liderazgo o las presiones de los “agentes privados”, presiones que vienen siendo acompañadas por el gobierno en las mesas de diálogo con empresarios, sino cómo enfrentar el ajuste que vienen descargando sobre los hombres de la clase obrera y el pueblo pobre, cómo la clase obrera entra en la escena política con sus propias demandas y sus propios métodos, rompiendo la polarización de las fuerzas burguesas, y estableciendo una salida obrera y popular a la crisis. Esto no será posible si la clase obrera no se auto-organiza, no coordina mecanismos de resistencia y de exigencias, movilizaciones, encuentros de trabajadores, y no ponemos en pie agrupaciones y sindicatos que defiendan nuestros intereses, y algo muy importante, la construcción de un partido obrero revolucionario e internacionalista, el cual agrupe a la vanguardia obrera y popular. No hay que cambiar de timón, como les gusta decir a los populistas de la izquierda del chavismo, sino que hay que cambiar la clase que nos gobierna, y debemos ser nosotros, la clase obrera y el pueblo oprimido quienes tomemos la rienda de nuestra nación, luchando contra las injusticias del capitalismo y la opresión imperialista.



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