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Viernes 26 de septiembre de 2014

NACIONAL

Los nuevos rumbos de Venezuela: giros en el plano externo e interno

Por Milton D’León


(La Izquierda Diario) Viernes 26 de septiembre de 2014. En su reciente discurso en la 69 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se lleva a cabo en Nueva York, el presidente Nicolás Maduro afirmó que "La Carta de Naciones Unidas es uno de los poemas más hermosos que podemos leer". Un elogio a un organismo dominado históricamente por las principales potencias del mundo, que surgió a imagen y semejanza de los países más poderosos que salieron vencedores en la Segunda Guerra Mundial. No por casualidad tiene su sede en el país que salió hegemónico, Estados Unidos.

“Nunca antes la humanidad tuvo un centro de reuniones para la paz y la vida”, continuó. "Reivindicamos el sistema de Naciones Unidas por encima de cualquier crítica que se pueda hacer”. No deja de sorprender la propuesta de dejar en los anales el largo historial reaccionario de un organismo que desde su nacimiento, carta fundacional inclusive, ha realizado intervenciones militares disfrazadas de “misiones humanitarias” o de “cascos azules”, hasta guerras declaradas a muchos países. Un organismo en donde la inmensa cantidad de países son solo invitados de piedra, ya que las resoluciones claves decisorias está apenas en unos cuantos países dominantes.

Luego de legitimar al "Estado Mayor" de las grandes potencias, Maduro propuso “una transformación profunda", una "refundación democrática" del Consejo de Seguridad, alimentando esta reaccionaria ilusión entre los pueblos que son sometidos por las potencias imperialistas.

En una tónica considerada “propositiva” por algunos analistas dijo que los BRICS y la CELAC “son una esperanza del mundo”, cuando la amplia mayoría de esos gobiernos siembran esperanza entre sus pueblos para cosechar la continuidad en el poder de las clases dominantes y mantener las distribuciones de renta más desiguales del mundo.

Aun que las otras partes del discurso de Maduro puedan sonar diferenciales y buscando mantener una tónica a lo Chávez de ciertos roces contestatarios con la política de Estados Unidos, comparado con respecto al de otros países - incluyendo cuestiones elementales como el derecho de Palestina a tener su propio Estado, o la liberación del líder independista puertorriqueño, Oscar López Rivera - no oculta el hecho que nuevos rumbos se vislumbran en la política exterior venezolana.

La política exterior expresión de los entendimientos internos

Tiene razón el canciller Rafael Ramírez al manifiestar que los planteamientos de Maduro en la ONU son “un reflejo de lo que hacemos en Venezuela”. Los giros del gobierno se vienen expresando en todos los niveles, también en un plano “propositivo” con los sectores empresariales, mediante entendimientos con sistemáticas reuniones para responder a sus necesidades y demandas, que han venido tomado una tónica preponderante.

Si bien en el “sacudón” del Gobierno de Maduro no se anunciaron medidas económicas inmediatas favorables a los grupos económicos o el mundo financiero internacional, esto no significa que no se estén tomando medidas más dosificadas. No son simples reuniones de “café” con los distintos sectores económicos del empresariado. Es allí donde toman cuerpo las disposiciones para el apoyo económico a través de créditos vía el Estado, es de allí de donde salen las autorizaciones de la liberación de precios en muchos productos de la canasta básica o de uso elemental de la población que alcanzan, en muchos casos de más del 150%. Al mismo tiempo que autoriza a los importantes productores como al sector del maíz el aumento del 218% que tendrá impacto inmediato en el costo de vida de los hogares populares.

Es en la misma tónica también que va el compromiso del gobierno de Maduro de pagar “hasta el último dólar” a los buitres de Wall Street de su deuda externa. Venezuela es el país que paga los mayores intereses por sus bonos de deuda externa que cualquier llamado país “emergente” del mundo, cerca de 13 puntos porcentuales más incluso de los que rinden los bonos del Tesoro de Estados Unidos, y el doble que tiene que pagar Argentina en situación de default. Dinero que sangra a la nación caribeña.

La reciente liberación del asesino Iván Simonovis, bajo la inventiva de que se trata de “casa por cárcel” por su situación de salud, condenado a cumplir una condena de 30 años en la prisión por crímenes de lesa humanidad en los acontecimientos de “La Masacre de Puente Llaguno” durante golpe de Estado de abril de 2002, es la complementación en el plano político de los entendimientos nacionales, más allá que Maduro haya manifestado que es una decisión que le compete al poder judicial.

Endureciéndose con los asalariados que se resisten

Los salarios reales caen por la alta inflación en medio del congelamiento de los contratos colectivos, encareciendo cada vez más la vida de los hogares obreros que resienten también los constantes despidos tanto del sector privado como público. Es por esto que viene tomando cuerpo la pelea contra los despidos, por convenios colectivos justos, y es aquí donde el gobierno de Maduro se viene endureciendo cada vez más. La no autorización de los aumentos salariales necesarios frente a la alta inflación galopante que hace caer en picada los ingresos de los hogares populares y del conjunto de los asalariados, comienza a generar un gran malestar en el conjunto de los sectores asalariados.

Si las relaciones con los empresarios y con Wall Street son en buena sintonía, no es lo mismo con los obreros y las obreras que reclaman sus derechos. No solo que no se da un alto a los despidos y no se atienden a los reclamos salariales, sino que se llega al extremo de usar las fuerzas represivas del Estado, como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y el Servicio de Inteligencia Bolivariano (SEBIN) para intimidar, amenazar, amedrentar a la clase obrera, como se observa en las empresas Café Fama de América. Situaciones aún peores han tenido lugar en lugares como la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), con más de 14 mil empleados, al oriente del país, donde bajo la amenaza de armas largas se obliga a los obreros a levantar su huelga y ponerse a producir, acompañado de calificaciones de despidos y la detención de trabajadores a quienes, como denuncia los directivos del sindicato, se les “siembra” armas y con ese argumento son presos. Es que en el caso de Sidor, con asestar una derrota completa, el Gobierno busca golpear duro a la clase obrera y lograr que pasen los planes de ajuste que ya se aplican y que vendrán con más fuerza.

Una “transición” que la sufren los hogares populares

Todo esto se desarrolla en medio de una transición política que evidentemente, tal como hemos vino en los últimos tiempos, está cargada de incertidumbre, en la que se van dando nuevas reconfiguraciones, que no puede ni estará exenta de situaciones traumáticas y nada pacíficas como lo vimos en los meses de febrero y marzo del año en curso. Pero lo que es claro es que en esta etapa de decadencia del chavismo, bajo la que se configuran los nuevos cambios políticos, son las masas laboriosas las que están sintiendo la cuenta más dura y sobre quienes se descargan una crisis que ellos no generaron.

Es por esto que hay una mayor escala en el enfrentamiento al movimiento obrero, donde el Gobierno busca golpear duro allí donde puede. Pero en ningún lugar está escrito que el Gobierno de Maduro no sea entre la clase trabajadora, donde encuentre una de las mayores resistencia. Por la propia crisis y debilidad estratégica del Gobierno, la división de la derecha que le dificulta por el momento aprovechar la decadencia del chavismo, puede abrir una especie de espacio para que el movimiento obrero pueda irrumpir en la escena nacional, cambiar la correlación de fuerza y convertirse en un factor político nuevo y actuante.


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