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Comunicados, volantes y declaraciones
Viernes 27 de abril de 2012 EN ESTE 1º DE MAYO Los trabajadores tenemos que levantar la bandera por una alternativa independiente y una opción de clase en este 1º de Mayo. Ni de la mano de la MUD ni del gobierno de Chávez hay solución a nuestras demandas fundamentales Este 1º de mayo los trabajadores y las trabajadoras se encontrarán frente a la sanción de una nueva Ley Orgánica del Trabajo mediante un nuevo decreto presidencial. Se trata de una nueva Ley que es un secreto para todos, siendo apenas conocida por un reducido séquito de una comisión presidencial que se reunía a puertas cerradas decidiendo a diestra y siniestra lo que afectará a millones de personas que componen la clase trabajadora del país . Si dentro del entramado de leyes del Estado y sus jerarquías, se trataría de la segunda en importancia después de la Constitución Nacional, la necesidad del secretismo en su contenido y a total espaldas de los trabajadores, y más aún sancionarla por Ley Habilitante, expresa el verdadero carácter bonapartista del gobierno que se arroga el derecho de decidir de lo que le conviene o no a la clase obrera. Los trabajadores son una suerte de convidados de piedra en este Día del Trabajador que actualmente capitaliza la atención de los medios por la sanción de la nueva Ley. Está demás aclarar que la oposición de la MUD se colocará detrás de las otras marchas o eventos que se realicen distintos a los del gobierno, o mejor dicho al frente, vía las burocracias sindicales que le son adeptas que también buscan embaucar a los trabajadores. Una nueva crisis mundial pone a tono la lucha de clases Pero si en el terreno nacional la situación actual no está caracterizada por grandes luchas obreras y fuertes movilizaciones si lo comparamos con otros años, esto no significa que los trabajadores y las trabajadoras han bajado los brazos. Aquí y allá explotan peleas y luchas de los trabajadores y sectores populares por los derechos laborales, por un convenio colectivo justo, los bajos salarios, contra los despidos y contra los abusos patronales. No solo en las empresas del Estado se desarrollan conflictos sino también en las del sector privado. Así por ejemplo, desde Guayana vemos luchas como la de los obreros de Refractarios Orinoco contra la paralización de la empresa hasta los trabajadores de Sidor que se encuentran en campaña para que se logre discutir su contrato colectivo vencido hace más de dos años, hasta Aragua donde los trabajadores de Agropatria se niegan a perder sus derechos y reclaman contra la crisis de la empresa así como por convenio justo; tal como acontece también en empresas del sector privado como las Industrias Polar y en Banesco donde los trabajadores y las trabajadoras resisten a los masivos despidos. Pero la clase obrera venezolana sabrá ponerse a tono con sus luchas en cuanto la crisis económica mundial llegue nuevamente a nuestro país –más allá de que el gobierno afirme que esta crisis no nos tocará basándose en la nueva bonanza de los altos precios del petróleo–, como lo vienen haciendo los explotados en otras partes del mundo. Es que este 1º de Mayo nos encuentra con una situación mundial marcada por una gran crisis histórica de la economía capitalista internacional, frente a la cual se vienen desarrollando importantes movilizaciones de los trabajadores frente a la ofensiva de los capitalistas que intentan descargar sobre las masas dicha crisis. Lo fundamental en estos momentos es que esta crisis capitalista y la respuesta de los trabajadores, está haciendo emerger el fantasma de la lucha de clases en los países centrales. Si el año pasado vimos la ofensiva de las masas de los países árabes conocida como la “Primavera árabe” que embestían contra los gobiernos corruptos, autocráticos y antipopulares –y algunos aliados del orden imperialista en la región, como el Egipto de Mubarak y el propio Gadafi en Libia–, hoy vemos cómo Europa se ha convertido en un verdadero escenario de la resistencia obrera y del conjunto de los explotados a las medidas de ajuste que los patronos, banqueros y sus gobiernos quieren descargar la crisis sobre los pueblos. Como todos sabemos, en esta fecha del 1º de mayo se conmemora en honor a la memoria de los heroicos obreros que en 1886 fueran enjuiciados y ejecutados en los EE.UU. por luchar por la jornada de ocho horas. Se defendieron y murieron gallardamente, sin jamás bajar la frente ni la moral ante los verdugos al servicio de la burguesía yanqui. Gran ejemplo de lucha que como la Comuna de París en 1871, demostraba que los obreros estaban dispuestos a dar su sangre y vida por sus derechos y decidir sus propios destinos. Así, a 126 años de la heroica lucha de los mártires de Chicago, no nos encuentra en cualquier momento sino en medio de la crisis económica mundial y la respuesta obrera luego de la larga noche neoliberal. Las banderas de los mártires por las 8 horas flamean en las huelgas generales de Grecia, en la huelga del Estado Español, en la resistencia que los jóvenes comienzan a dar en el corazón de Estados Unidos que en este 1º de mayo amenazan parar más de 150 ciudades de su país, así como también lo ha hecho en las grandes rebeliones de Egipto y Túnez. Los trabajadores y las trabajadoras de Venezuela sabremos responder y estar a la altura de esta nueva ola de la lucha de clases que comienza a recorrer el mundo. En ningún lugar está escrito que no sabremos desprendernos de la camisa de fuerza que impone el gobierno de Chávez, ya sea con su canto de sirenas unas veces o con represión directa otras cuando los trabajadores deciden emprender sus luchas hasta el final. No en vano habrá sido la lucha de los compañeros que han sido asesinados por sicariato patronal, en medio de las más descarda y cómplice impunidad garantizada por el gobierno, como Richard Gallardo, Carlos Requena y Luiz Hernández, o muchos otros que han caído por orden de los patronos, como tampoco la de los obreros asesinados por las fuerzas policiales como fue el caso de los compañeros trabajadores de la Mitsubishi, y en este caso, una policía a cargo del gobernador del chavismo Tarek Willian Saab. Pero también aliados de los trabajadores en sus luchas han sido víctimas de la represión estatal y asesinato sicarial, como recientemente fueron asesinados los indígenas yukpas que luchan por el derecho a su territorio o los presos de lucha por la vivienda del movimiento FRIO en Barquisimeto. La clase obrera a nivel mundial hoy es más fuerte en número que en las últimas décadas del siglo XIX, somos una fuerza de más de 2.500 millones de personas que diariamente hacemos mover al mundo. Somos los que producimos alimentos; los que fabricamos y movemos todas las mercancías; construimos las ciudades y avenidas; damos clases en las escuelas y atendemos en los hospitales. Nada diferente es en nuestro país donde la clase obrera es una fuerza considerable: somos más de 8 millones de asalariados que hacemos andar el país y producimos en las fábricas, en las empresas, en los bancos, en los colegios, en los hospitales, en la tierra. Somos el sector social más numeroso, aunque desde el gobierno nacional de Chávez y regionales de uno u otro color, desde los patronos y grandes capitalistas, desde la oposición de la MUD, se esfuerzan por mantenernos divididos contando para ello con la gran colaboración de las burocracias sindicales de distinto color y pelaje. Es necesario enfrentar el entramado de leyes que van contra los trabajadores El gobierno nos habla “contra el capitalismo y por el socialismo”, pero es pura farsa, el capitalismo sigue campante y reinante en nuestro país. Por eso, un entramado de leyes se ha sancionado en los últimos años, sumándose a las ya existentes, en las que se prefigura toda una estructura que busca someter a los trabajadores y las trabajadoras en sus luchas. Un gobierno que se dice “obrerista” tiene el récord de imponer leyes que afectan a los trabajadores, que bajo el discurso de que son para contener a ciertos sectores patronales las hace pasar y engañar al pueblo trabajador, cuando en verdad es para marcarle el paso y limitar los movimientos a aquellos que salen a protestar por sus derechos elementales. Son un conjunto de leyes que van desde el Código Orgánico Procesal Penal vigente desde hace década o las nuevas leyes como la Ley orgánica sobre seguridad y defensa de la nación, la Ley para la defensa de las personas en el acceso a los bienes y servicios, la Ley especial para la defensa popular contra el acaparamiento, el boicot, etc. Es todo un aparataje de disposiciones jurídicas que cercan realmente cada movimiento de los que salen a protestar, donde son muchas las luchas obreras que se declaran ilegales o son cercenadas porque violan este u otro artículo de alguna ley sancionada desde el Estado, mientras que para los capitalistas no hemos visto hasta el momento que ninguna ley le afecte sus negocios y propiedades desde donde explotan diariamente a los trabajadores. El conjunto de los capitalistas festejan estas leyes que coaccionan las acciones obreras porque le son funcionales a los grandes sectores empresariales en su conjunto, estén a favor o no con el gobierno. Para no quedarse corto con el andamiaje de leyes, a finales de enero de este año se aprobó una ley que viene a engrosar las que ya criminalizan la protesta obrera y popular y otros derechos democráticos del pueblo trabajador: la nueva “Ley contra el terrorismo y la delincuencia organizada”. Se trata de la reforma de una ley ya existente que viene a establecer elementos que pueden ser usados directamente contra las organizaciones y luchas de los explotados y pobres del país. Las huelgas, paros, trancas de calle, etc., podrán ser considerados “actos terroristas”, así como también las organizaciones de lucha obreras o populares podrían ser catalogadas “organizaciones terroristas” o “delincuencia organizada” según la interpretación que arbitrariamente se le quiera dar. Siguiendo este esquema, si llegasen a catalogar como “delincuencia organizada” o “grupo terrorista” a alguna organización de lucha (un comité de huelga o un sindicato combativo, por ejemplo) o a una organización política, estaría legalizada su infiltración y espionaje, pues contempla “operaciones especiales encubiertas” de policías “que asumen una identidad diferente con el objeto de infiltrarse en grupos delictivos organizados”. ¿De qué “obrerismo” se declara entonces el gobierno y de qué “socialismo” habla?, al menos, nada que tenga que ver con la causa y lucha de los trabajadores. ¿Y algo bueno se puede esperar de una ley del trabajo que se ha hecho a puertas cerradas, y sancionada por decreto que ni se conoce ni un solo de los artículos? ¡Hay que pronunciarse este 1º de Mayo contra todas estas leyes que criminalizan las luchas de la clase obrera! Una Ley del Trabajo por decreto y que nadie conoce Una de las grandes novedades de la convocatoria del gobierno para este 1º de Mayo, es la sanción por decreto de la nueva Ley Orgánica del Trabajo, hecha por una comisión presidencial a puerta cerrada y por un reducido séquito del aparato del gobierno y del PSUV, de empresarios afines al chavismo, y algún que otro magistrado, una nueva Ley que absolutamente nadie conoce. Un gobierno que se llena la boca hablando de “parlamentarismo de calle”, cae al desnudo cuando justamente el tema en discusión es una de las normas que rige un sistema jurídico laboral que afectará a millones de trabajadores y trabajadoras, ya que, más allá de la verborragia “socialista” del gobierno, la nueva ley del trabajo se encargará de dar "seguridad jurídica" a las normas de explotación del capital sobre el trabajo. Como vemos, una verdadera acción al clásico estilo bonapartista. Desde el gobierno se insiste en que contiene importantes reivindicaciones de los trabajadores, que le garantiza muchos derechos y que le traerá grandes beneficios. ¿Pero si es así, por qué prima tanto el secretismo y es sancionada por una Habilitante? Pero la cuestión de fondo no es si tendrá una que otra reivindicación parcial sino la Ley en su conjunto: como recordaremos cuando se intentó aplicar la reforma constitucional, dicho paquete contenía la reducción de la jornada laboral y el derecho universal al seguro social pero enclavado en un entramado de otras reformas que nada tenían que ver con los beneficios del pueblo, es decir, una reforma que en su conjunto era reaccionaria tal cual como ya es la propia Constitución misma que entre sus pilares está la defensa de la propiedad privada entre otras prerrogativas de clase. Decíamos que la reforma constitucional no apuntaba a profundizar “revolución” alguna, sino que era para continuar con las políticas de un limitado nacionalismo burgués, que desde hace tiempo viene pactando con todos aquellos sectores empresariales que aceptan su dominio. Tanto la vieja Ley, reformada en 1997 para aplicar más fácilmente los planes neoliberales, como la nueva que se impone por decreto, más allá de alguna reivindicación parcial que pueda tener como suelen afirmar como la retroactividad de las prestaciones sociales, la reducción progresiva de la jornada laboral o la defensa del empleo en caso de quiebra de una empresa, es para continuar rigiendo la relación entre obreros y patrones, así como también a cambio de un avance en una mayor cooptación y control de las organizaciones sindicales y laborales por parte del Estado. La cuestión común entre la vieja y la nueva ley: ambas articulan y regimientan las relaciones de explotación obrero-patronales, es decir, de cuánto será ahora lo que nos sigan robando los empresarios y patrones cuando lo que se trata es liquidar ese robo de nuestra fuerza de trabajo. Esto no es de extrañar, ya que en el marco de su proyecto político de desarrollo de la burguesía nacional y “socialismo con empresarios” cualquier Ley del Trabajo que pueda promover y aprobar, así le coloque el apellido “socialista” o “revolucionaria”, es para seguir garantizando el entramado jurídico de la explotación del trabajo, porque parte de reconocer y respetar el "derecho" a la propiedad privada capitalista, es decir, el derecho a explotar y enriquecerse con el trabajo ajeno. No es una ley para transitar hacia la abolición de la explotación capitalista, sino solo para organizarla, tal como la ley vigente hoy. Los revolucionarios luchamos por abolir la explotación del trabajo, luchamos por acabar con el robo que día a día nos hacen los capitalistas, en fin, luchamos por la completa emancipación de la clase obrera contra todo régimen de expoliación del capital. Pero los revolucionarios no le predicamos a ningún gobierno burgués, a los capitalistas o a sus corifeos, cómo deben mejorar la situación de los obreros, sino que organizamos la lucha de clases de los trabajadores para arrancarle cada demanda nuestra de acuerdo a nuestras necesidades fundamentales en el camino de la lucha por el poder político a los capitalistas y organizar la sociedad de acuerdo a las necesidades de los productores directos. En esta lucha consideramos que cualquier elaboración de una ley del trabajo no tiene que tener ningún tipo de injerencia de empresarios, sectores patronales, gobierno, ni juristas y profesionales al servicio de la burguesía, y donde su elaboración y aprobación no esté determinada en discusiones amplias y democráticas entre las bases obreras. De nuestra parte consideramos que ninguna ley que entre sus articulados no tome como base la total libertad de organización sindical tal como los trabajadores lo crean conveniente, la no injerencia del gobierno y su Estado en la vida de las organizaciones obreras, la aplicación de la escala móvil de horas de trabajo, es decir, repartir todas las horas de trabajo existente entre toda la mano de obra para eliminar automáticamente el desempleo y de esta manera sea que se determine la reducción efectiva de las horas de trabajo; la escala móvil de salarios, o sea, la indexación automática de los salarios a cada aumento de inflación; barrer con el trabajo precario, la tercerización, la informalidad, el flagelo de la desocupación, al mismo tiempo el control obrero sobre la producción, la nacionalización y expropiación de importantes sectores claves de la economía, la industrias, la banca, bajo administración de los trabajadores, pudiera favorecer a los sectores explotados por el capital. Y sabemos que todo esto no lo “dará” ni esta ley ni ninguna otro, sino solo puede ser resuelto por la lucha. Una burocracia sindical funcional al gobierno, a los patronos y a la MUD. ¡Abajo la burocracia sindical! Pero si el gobierno nacional y los empresarios y capitalistas en general festejan la división de la clase obrera, cuando no pueden manejarla en una sola central como lo hicieron los adecos en las décadas anteriores, esto lo consiguen por la gran colaboración de la burocracia sindical de distinto pelaje y color. Cada ala de esta burocracia sindical empuja y lleva a los trabajadores al callejón sin salida, ya sea tras las políticas del gobierno como tras el proyecto de la oposición; burócratas sindicales que hasta cargos de diputados mantienen y regimentan leyes contra la masa trabajadora. Así vemos cómo la burocracia sindical le ha facilitado, engaños y traiciones de por medio, la aplicación de cada plan y cada ley que intenta imponer, tal como vemos recientemente como la nueva Ley del Trabajo; de igual manera ha actuado la burocracia ligada a la oposición que ha tenido políticas para hacer aparecer e incluso encabezar marchas a políticos de la rancia derecha de la MUD, como observamos en Guayana en marzo del año pasado e incluso en la marcha del 1º de mayo del año pasado, donde pudimos ver a Corina Machado y a Leopoldo López en la misma. En necesario dar una lucha despiadada contra esta burocracia sindical por barrerla de los sindicatos, imponiendo la mayor democracia obrera, y recuperar los sindicatos como verdaderas herramientas de lucha y totalmente independiente de los patronos y el Estado. Desgraciadamente no existe actualmente ningún sector dentro del movimiento obrero que empuje a la clase obrera hacia un camino independiente, pero esta es la clave del momento sino queremos continuar en más años de engaño tanto del gobierno como del conjunto de los capitalistas y los políticos de la MUD. Es necesario dar pasos hacia el camino de la independencia de la clase obrera La clase obrera y el conjunto de los explotados del país somos el sector más numeroso de la sociedad, en esto radica nuestra fuerza, pero es necesario poner esta fuerza en el centro del escenario político. Nuestra debilidad está en la ausencia de independencia política como clase y de estrategia y organización revolucionarias. Pero no se trata de la unidad de los burócratas sindicales, como algunos sectores pregonan. Se trata de lograr la unidad de las filas obreras, organizándonos y movilizándonos con nuestros propios métodos de lucha para poder triunfar contra los planes patronales, tanto de la empresa privada como del gobierno. Por eso consideramos que es necesario dar pasos decisivos en la lucha por la reorganización y unidad del movimiento obrero, y poner de una vez por todas la centralidad de la clase obrera y su fuerza para que pese en la escena política nacional en el camino de la lucha por la independencia de clase. Avanzar hacia la unidad de los trabajadores contra los patronos y el gobierno, que concentre sus fuerzas y centralice sus luchas, bajo un programa que plantee los intereses fundamentales de los trabajadores, un programa de enfrentamiento de clase. Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo luchamos en ese sentido y llamamos a quienes coincidan con esta necesidad a juntar esfuerzos en esta perspectiva en esta fecha heroica del aniversario de los mártires de Chicago.
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