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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Jueves 10 de noviembre de 2011

LUEGO DE LAS ELECCIONES EN SIDOR

Frente a las promesas incumplidas los trabajadores salen a la lucha

Por Milton D’León


Ni bien había terminado de cerrarse el conteo de votos en las elecciones sindicales en Sidor, cuando estalla un nuevo conflicto en la empresa con protestas masivas y demostraciones de fuerza, paralizándola por tres días consecutivos. “Sidor se encuentra ingobernable”, titulaba uno de los diarios de Guayana en su edición del día lunes 8/11[1]. No era para menos, el tan prometido pago del retroactivo de 33 meses que adeuda la empresa con los trabajadores, hecho por los dos principales candidatos del gobierno e integrantes del PSUV, José Luis Hernández, quien ganara las elecciones, y José Meléndez de Alianza Sindical, no había llegado. La rabia no se hizo esperar y los ánimos se crisparon entre los trabajadores sidoristas que llegaban incluso a pedir la cabeza de José Luis Hernández y José Meléndez, cuando hasta hacía pocas horas los habían votado masivamente en función de las promesas. Esto era expresión de que el voto de los sidoristas no se trataba de un cheque en blanco.

Unas elecciones con mucha participación

Una gran participación se observó en las elecciones sindicales de Sidor alcanzando prácticamente un 92% del total de afiliados al Sutiss. Estaban llamados a las urnas unos 5700 trabajadores, pues según los estatutos solo pueden votar los que se han sindicalizado y requisito primero para ello es ser fijos. La acería cuenta actualmente con casi 15 mil trabajadores (entre fijos, contratados, tercerizados, funcionarios y administración), cuando supo tener prácticamente 19 mil trabajadores antes que Techint la tomara en sus manos e iniciara los procesos de tercerización y despidos.

Para todos los vaticinios previos, las elecciones causaron una nueva sorpresa. La repetición en la presidencia y la secretaría general de la plancha de José Luis Hernández (Plancha 11) con 1556 votos (29,51%) quien se había caracterizado por llevar a la entidad sindical a una inoperatividad comparado con las gestiones anteriores. De igual manera, el ascenso de José Meléndez (Plancha 2) causó sorpresas, alcanzando inéditos 1469 votos (21,42%) para hacerse del cargo de la secretaría de organización. Ambas planchas chavistas e integrantes del PSUV, subordinadas directas al gobierno, de tal manera que el propio vicepresidente Elías Jaua juntos a otros ministros se había reunido con ellos, y el propio Chávez había participado vía telefónica también. De un total de once contendores en estos comicios, las dos más votadas dan una mayoría de 50,93% del voto total. Un tercer lugar lo alcanzó el viejo sindicalista José Acarigua (plancha 9) con 1097 votos (14,22%) que aglutinó seguramente a todo un espectro que va desde los votos históricos del viejo machuquerismo, sectores no alineados con las dos planchas anteriores como algunos sectores combativos que no entraron en el juego de las promesas. Pero Acarigua es un sindicalista acomodaticio que un día flirtea con el gobierno y otro día (si el gobierno le da la espalda) toma pose de “combativo”. Al darse una gran concentración de votos entre las tres primeras planchas con un total de un 68,15 % de los mismos, éstas se llevaron todos los cargos de al comité ejecutivo del sindicato.

Es que el esquema montando para estas elecciones estaba diseñado para impedir el posicionamiento a las planchas minoritarias o emergentes. Se trataba de un complejo sistema de votación mixto para el Comité Ejecutivo, donde los 6 primeros cargos se elegían por voto lista aplicándose el método D’Hont, mientras que los otros cinco restantes eran electos por voto nominal. Al mismo tiempo se usaban tarjetones separados para las seccionales, comisiones disciplinarias y delegados departamentales generando un sistema demasiado complejo para una elección sindical lo que llevó a que se dieran muchos votos nulos pero más por confusión que por opción política.

Un voto en ilusiones y promesas

Los discursos electorales de las dos tendencias mayoritarias fueron claros y abiertamente a favor del gobierno de Chávez, cada uno haciendo promesas como si fueran candidatos a gobernadores y no representantes de un sindicato, hablando de los distintos sectores del gobierno que se reunían para influir en el voto. La independencia de clase brillaba por su ausencia. Como relatara una periodista, “fotos con el ministro de Industrias Básicas y Minería, José Khan; abrazos con el vicepresidente de la república, Elías Jaua; movilización de diputadas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como la vicepresidenta del PSUV, Yelitze Santaella –llamando a votarlo-, y la promesa de cancelar 33 meses de retroactivo armaron la campaña de Meléndez”. Lo mismo hacía José Luis, no faltándole la promesa de subsidiar carros, viviendas, hospitales, y todo cuanto se les pasara por la cabeza, contando además con el apoyo de la gerencia de la empresa y hasta el vicepresidente Jaua que llamara a votarlo. El final de la campaña electoral se convirtió en una guerra de ofertas entre los dos principales contendientes del chavismo. Las promesas tuvieron eco entre los trabajadores quienes los votaron masivamente, tomando en cuenta su ligazón más directa con el gobierno.

En este marco se expresó en estas elecciones un voto basado en las ilusiones y promesas, es decir, un voto “oportunista-conformista” de los trabajadores. No votaron por la tradición de lucha y combatividad de los dirigentes sindicales, pues si así fuese lejos estarían de un voto en José Luis y Meléndez que se han caracterizado por la genuflexión y la inoperancia sindical. No votaron porque éstos le hayan arrancado algunas conquistas al gobierno, sino directamente porque creen que al estar más ligados al gobierno se conseguirán beneficios fáciles. Es por esto que muchos se confundieron, creyendo que estos sindicalistas tendrían un rechazo general, sobre todo José Luis, totalmente ausente en las luchas cotidianas dentro de la empresa, su genuflexión a la gerencia y al gobierno como por la pasividad de su accionar. “¿Cómo era posible que José Luis Hernández, el quebrantador de las tradiciones de la institución, ganara de nuevo la presidencia de Sutiss?” se preguntaba una periodista de un diario local, y se respondía: “a todas luces, para los más experimentados del movimiento, Hernández no pasaba la prueba. No tenía chance. Pero el dirigente… aprendió. Mal que bien gestionó el tabulador y capitalizó la cacería por la “mafia de las cabillas”[2]. Pero además José Luis cabalgó sobre la base de una contratación colectiva que había superado con creces el nivel de ingreso de los trabajadores y otros beneficios que fueron llegando, como sub producto de la gran lucha sidorista que llevó a la renacionalización de la empresa, lucha cuyas banderas eran precisamente "fuera Techint", un mejor contrato colectivo y la incorporación a nómina de los tercerizados. José Luis no tuvo nunca en su nuca el aliento de los trabajadores por alguna presión por abajo, cabalgó sobre todos estos beneficios que no fueron por obra de él, pero se terminaron expresando en su gestión.

Pero el voto no era un cheque en blanco

Pero el voto de los sidoristas no era un cheque en blanco. Al día siguiente de la elección Sidor estalla en un conflicto masivo, y ya desde la madrugada del sábado 5/11 la ira se fue incubando entre los trabajadores que se levantaron al ver su primera promesa incumplida: la cancelación del retroactivo del tabulador. La rabia era tal que llevó a la paralización de la acería y tuvo como manifestación directa la quema de un autobús y otras expresiones de rebeldía. Como recogiera un diario local, un trabajador llegó a afirmar que “el presidente del sindicato (José Luis Hernández) está burlándose de nosotros con el pago del retroactivo y casualmente un día después de ganar la presidencia (…) Esto nos pasó por dejarnos engañar”[3]. Es que el retroactivo prometido por el reelecto presidente del Sindicato llegó ese día sábado fraccionado e incompleto, y la empresa argumentaba que “debido a la difícil situación económica, el pago se produciría en tres partes hasta completar el pago de cinco meses”. Frente a esto, los trabajadores reunidos en asamblea asumieron directamente la lucha y decidieron iniciar una paralización.

La gerencia de la empresa rápidamente salió en un comunicado con amenazas de represalias y “que las pérdidas por el paro, calificado de ilegal, ascienden a 35 millones de dólares”. De esta manera, trascendió que se preparan 14 calificaciones de despido y órdenes de captura “contra dirigentes supuestamente vinculados a la quema de un autobús y demás destrozos en el portón III de la fábrica”. Esta es la respuesta a una exigencia legítima de los trabajadores que no sólo tienen cláusulas incumplidas del contrato colectivo anterior y por las que luchan, sino que el nuevo contrato colectivo hace tiempo que está vencido, y no se ha abierto siquiera la discusión del mismo. También ésta es la respuesta de una burocracia sindical arrastrada al gobierno y a la empresa, que no solo sabe de genuflexión sino de traicionar día a día las demandas de los trabajadores. No sólo se trata de la burocracia ligada a José Luis, pues el sector de Meléndez de Alianza Sindical también había salido con la misma promesa que el retroactivo sería pagado inmediatamente. Por eso es pura pose cuando sale hoy a cuestionar al actual presidente del sindicato por el incumplimiento, pues él fue parte activa de esta farsa y del engaño, en total contubernio con el gobierno. Y esta es la consecuencia de llevar a estos burócratas sindicales que no son otra cosa que correa de transmisión de las políticas del gobierno y de la gerencia, lejos de cualquier defensa de los trabajadores, convirtiendo al sindicato de esta manera en una extensión del brazo gubernamental.

Organización y lucha: que se cumplan ya las demandas de los sidoristas

Pero es claro que los trabajadores deben romper con estos burócratas y no dejarse engañar con sus promesas que rápidamente terminan defraudando. Al cierre de este artículo se anunciaba que se estarían pagando los primeros seis meses de los 33 adeudados exigido por los trabajadores. Los obreros tuvieron que parar la empresa para conseguir esta parte parcial, lo que es una demostración más que sólo con la movilización y la lucha se pueden recuperar lo que les deben y pelear por sus demandas. Si los trabajadores se hubiesen quedado de brazos cruzados lejos estarían hoy de obtener aunque sea una parte del pago adeudado, pero hay que ir por más, hay que exigir el pago completo del total de las deudas. Es por esto que los trabajadores no deben bajar los brazos en promesas y organizarse para la lucha, pero será solamente con la unidad y la participación activa de los trabajadores que se podrá conquistar cada una de las demandas.

Exijamos que se paguen ya las deudas millonarias con los trabajadores.
Que se paguen las ganancias líquidas. Que se reconquiste la cláusula 14. Que se consiga el pago de los pasivos laborales que reclaman los trabajadores. Que se imponga la discusión del contrato colectivo, que con su atraso se deprime el salario. Que se consiga una jubilación al 100% de salario de cada trabajador. Que se consiga la incorporación de todos los contratados y tercerizados a nómina fija en Sidor. Desde la gerencia nos dicen que no pueden pagar porque hay crisis en la empreesa, los trabajadores deben exigir: Abajo los secretos contables, que muestren sus libros de contabilidad, balances y sus negocios. Los trabajadores no tenemos por qué pagar la crisis que generan los capitalistas y los gerentes del gobierno. Frente a las nuevas amenazas de la empresa, con la complicidad de los burócratas sindicales, hay que organizarse en asamblea para luchar contra los despidos, suspensiones y cualquier medida represiva que afecte a los trabajadores. Ninguna punición a los trabajadores que salieron a luchar.

Luchemos por un sindicato independiente y combativo

La lucha de los trabajadores de Sidor demuestra una vez más que es necesario luchar por la independencia del movimiento obrero en general; y en particular por la formación en los sindicatos de firmes tendencias clasistas y combativas que defiendan la unidad del movimiento obrero y luchar por una política verdaderamente de clase. Basta de burocracias sindicales vendidas al gobierno o a los patronos. Basta de dirigentes sindicales arribistas y que buscan las prebendas que convierten a los sindicatos en correas de transmisión del gobierno o patronos, son necesarios dirigentes obreros realmente combativos y consecuentes y que luchen por la verdadera independencia de clase. En momentos en que discutimos la lucha por la autonomía de las organizaciones sindicales, no hay mejor manera de imponer esta autonomía a partir de reconquistar la autonomía obrera y el control en el lugar de trabajo, por eso creemos que es necesario organizarnos por la base, desde abajo. Nuestros intereses son contrarios a la de los patronos y a los de los gobiernos que mantienen la sociedad capitalista, y por tanto necesitamos nuestros propios sindicatos clasistas y combativos, movimientos y organizaciones. Luchemos por la independencia política de la clase obrera, luchemos por la independencia de los sindicatos del Estado, el gobierno, los partidos patronales y empresarios.

Notas

[1] Correo del Caroní.

[2] Correo del Caroní, 05/11/2011.

[3] Diario Primicia 05/11/2001





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